CAPÍTULO 5

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Cuando el avión despegó, Camila observó por la ventana la ciudad
menguante. Aunque no era la primera vez que viajaba en avión, nunca había volado de esta forma. Se sorprendió cuando la azafata le trajo una copa de champán. Le hizo un gesto con las cejas a Lauren y ella se sentó más cerca.

-Creo que nos merecemos una celebración- dijo levantando su copa.

Sonriente, Camila alzó la suya y brindaron antes de tomar un sorbo.

Delicioso, pensó Camila. Las pocas veces que había bebido champán, no le gustó mucho, pero éste era maravilloso y no se parecía en nada al vodka.
Mientras bebían, Lauren le preguntó sobre su vida y pronto estaban
inmersos en una animada conversación. Al servirle más champán, Camila notó que la botella estaba vacía y la copa de la ojiverde casi intacta. Con la nariz
llena de burbujas, Camila soltó una risita antes de mirarle de forma
acusatoria. -Me estás emborrachando.

-Sí- fue su escueta respuesta.

-¿Por qué?

-Para nivelar lo del viernes. Y para que seas más obediente.- Cuando Camila empezó a protestar, la mayor cogió la copa y la depositó en la mesa. Tomándole de la mano, la atrajo hacia ella.-Súbete a horcajadas- le ordenó.

Sin pensarlo, Camila se subió sobre la ojiverde y apoyó las manos en sus hombros.
Lauren deslizó sus manos lentamente por sus muslos y cerró los ojos, disfrutando del tacto sedoso de su piel.

-Eres preciosa- le susurró, mientras la menor recorría la línea de una cicatriz apenas visible en el lado izquierdo de su rostro. La mayor giró la cabeza y le besó la palma de la mano, Camila se quedó sin aliento. Las mariposas de su estómago se pusieron a cien al sentirse seducida por el brillo de sus ojos esmeralda.

Inclinándose, no pudo resistirse a besarle los labios, y la ojiverde puso las manos sobre sus caderas. Bajó una de ellas por la espalda, y con la otra le agarró del cabello. Camila jadeó, y la mayor la obligó a inclinar su cabeza para besarla con fuerza.

A Camila le pilló por sorpresa y le empujó contra el pecho. El movimiento hizo que ella tirara aún más de su cabello haciéndola gritar, a la vez que insitía en su beso. Las manos de Camila se aferraron a su cuello y sus dedos se enredaron en el pelo, animándole a seguir. Gimiendo,la mayor la sujetó aún
más fuerte mientras ella se restregaba contra su erección. Lauren le quitó la chaqueta tirando de ella con rapidez, y la arrojó a un lado. Deslizó los tirantes de la camisola sobre sus hombros, y la parte superior de sus senos
color crema asomó por encima del sostén. Al sentir sus pulgares sobre los pezones, Camila suspiró y notó como se hinchaban.

Antes de que pudieran ir más allá, sonó el teléfono. Sonriéndole, la
depositó en el asiento de enfrente antes de levantarse para contestar. Una vez finalizada la llamada, se dio la vuelta y vio a Camila acurrucada y dormida. Mientras la tapaba con una manta, tomó nota mental de no servirle tanto alcohol.

***

Camila se despertó cuando sintió el acople del tren de aterrizaje.
Incorporándose, se sorprendió al ver que estaba cubierta con una manta.
Miró a su alrededor y vio que Lauren se había trasladado a una de las mesas, y estaba revisando los documentos que ella misma había traído.

Al verla despierta, Lauren sonrió. -Genial, estás despierta. Estamos a punto de aterrizar.

Camila no supo muy bien cómo responder, y se arregló la ropa y se peinó.
Mientras miraba por la ventana al panorama urbano de Manhattan, se
acordó de haber besado a Lauren. Se sonrojó de vergüenza por haber
permitido que aquello ocurriera otra vez, y esperó que no pensara que
era así de fácil. Cuando se humedeció los labios, los ojos de Lauren se oscurecieron al recordar el beso. Aunque la ojiverde estaba molesta porque se había
dormido, ya que esperaba poder disfrutar de lo que le hubiera ofrecido, se dio cuenta de que le había servido demasiadas copas y que la culpa era suya. Se sentía completamente fascinado por esa Castaña, y estaba deseando
hacerla suya. La observó mientras se tocaba los labios con los dedos y se sonría a sí misma.

Cuando desembarcaron, llegó una limusina y el chófer salió a recoger las maletas. El viaje por la ciudad transcurrió en silencio, mientras Camila miraba por la ventana.

-¿Tu primera vez en Nueva York?

-Sí- respondió Camila con entusiasmo. -Siempre he querido venir.

-También tendremos tiempo libre mientras estemos aquí, te llevaré a mi club.

Antes de que Camila pudiera contestar, se adentraron en un garaje. Mientras se dirigían a los ascensores, Camila se dio cuenta de que no estaban en un hotel. -Erm... ¿no nos alojamos en un hotel?

-No- fue la brusca respuesta de Lauren. -No hay necesidad de ello. Paso mucho tiempo aquí; tenía más sentido comprar un apartamento.- Al ver la mirada incómoda de Camila le apretó ligeramente el brazo. -Relájate.
Tiene tres dormitorios.

Aún así, Camila no se sentía cómoda de tener que compartir un apartamento con su jefa. Sobre todo después de lo que había ocurrido entre ellas, pero no supo qué decir. Aunque entendía sus razones, un apartamento llevaba
asociada una intimidad que la ponía nerviosa. Cuando llegaron arriba, la mayor la condujo a su habitación. Al entrar, Camila vio prendas colgadas en el
armario abierto y con las etiquetas aún puestas. Se volvió para preguntar a Lauren, pero esta se le adelantó.

-Dijiste que no traías abrigo. Y como no quise arriesgarme con otras opciones, le pedí a Alexa que enviara tu foto a un personal shopper, junto con tu talla. Y ella se encargó del resto. Ponte lo que quieras del armario y los cajones, con toda libertad, y si te gusta algo, te lo puedes quedar.
Ahora, si me perdonas, tengo cosas que hacer. Esta tarde tenemos un
compromiso semi formal, así que estate preparada a las siete.

Y sin más se fue, cerrando la puerta detrás de ella.

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Una Virgen Para La Millonaria RusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora