La mañana empezó cálida con una ligera ventisca, revolviendo el cabello de cada ciudadano de la ciudad de Yokohama.
Entré todos aquellos ciudadanos, nos encontramos a un albino de mal corte de cabello, su nombre Nakajima Atsushi, el albino se encontraba en el río dónde comenzó todo, dónde accidentalmente interrumpió el suicidio del hombre que ahora es su mentor. Dazai Osamu.
El albino miraba su reflejo en aquel río, perdido en su mente, divagando en cada recuerdo en el último tiempo. Derrepente en el río se reflejo a sí mismo, pero Atsushi lo sabía, el que se reflejaba en el río no era él.
Es extraño, pareciera que es él pero no lo es, la diferencia era la vestimenta, no se le podía ver más de la cintura para bajo, asumía que era de la década pueblerina, vestía algo simple.
Atsushi como todo gato curioso, se acercó más estaba apunto de tocar el agua cristalina, pero una voz muy conocida le detuvo llamándolo.
—Atsushi-kun!—
Le llamó nuevamente el castaño, alzando su brazo derecho para que así se fijará de su existencia.
—Atsushi-kun!, te eh estado buscando, vamos— Dijo Dazai jalando el brazo del albino, este sin entender pregunta.
—¿Para qué Dazai-san?— Preguntó confundido.
—El presidente nos necesita a todos en la agencia y vine a buscarte— Explico con una sonrisa, omitiendo la parte de que un rubio enfurecido le saco a buscarlo a patadas.
—Oh— Exclamó sin decir más dejándose guiar.
Miro una última vez al río, notó que el río brillo, no le dió importancia, tal vez solo sea parte de su mente.
(…)
Al llegar a la agencia se encontraron con todos los miembros a un lado, mientras que al frente de todos estaba Fukuzawa.
—Les tengo que informar algo— Hizo una breve pausa y continuó pero, fue interrumpido por un temblor y de apoco se hacía más fuerte —Todos afuera!— Ordenó.
Todos atacaron la orden y salieron del edificio, afuera era un caos, la gente corriendo por doquier, gritos de desesperación por todos lados.
Explotó una tienda, entré el humo se asomaba un pelicafé vestido todo de negro, lo que destacaba es una corona de margaritas, y su capa larga negra también, su expresión calmada con una sonrisa juguetona, sus ojos rubí, filosos como una daga. Se acercó hasta quedar enfrente de la agencia, pero en específico enfrente de Atsushi, sonrió amplió y hablo.
—Buena tarde, mi nombre es Natsuki, y he venido por el chico tigre—
Antes las palabras del peli castaño, Dazai se posicionó enfrente de Atsushi, le siguió la agencia intentando protegerlo en casó de cualquier cosa.
Sonrió Natsuki al ver la muestra de protección, se agachó y con el dedo índice toco el suelo, de el se emprendió una luz verde en dónde estaba la agencia, en un segundo toda la agencia desapareció enfrente del albino, quedando solo ellos dos.
Atsushi se mostró firme, aún que por dentro lo carcomía el miedo, el pelicafe se acercó al albino, su mirada devoraba al pobre chico, dándole escalofríos, al estar lo suficiente cerca habló el ojos rubí.
—Al fin te encuentro, y vaya que eres hermoso— Con su dedo acarició el mechón largo del albino.
¿Que demonios pasa?, Atsushi no tenía explicación de lo que sentía, sus piernas fallaban tal vez pronto caería en el frío suelo, sin fuerzas de ni siquiera desvíar la mirada, esos ojos carmesí devoraban su alma.
—Te daré mi regalo, pequeño Atsushi. Disfrútalo— Habló en un tono cálido, deposito un beso en la frente del chico.
Para Atsushi todo fue oscuro.
Sin saber a dónde irá a parar, estaba en completas manos de la persona cuyo nombre es, Natsuki.
(…)
Hace tiempo tenía ganas de hacer una historia de está temática que me encanta, y que mejor, que con el bello shin soukuko.
Espero les guste, y sin más chao.