Aún con tomados de la mano avanzaban entre el alto pasto, el albino contaba una que otra anécdota que tuvo con el pelinaranja, y el azabache escuchaba atentamente de las ocurrencias de ese par.
—Oh!, también cuando teníamos que ir por agua él me acompañaba, no me dejaba ir sólo porque decía que soy despistado y en cualquier momento terminaría adentro del río—Al final suelta una risita.—Pero yo no soy despistado—.
El albino tropezó con una roca y antes de que se cayera de cara contra el suelo, el azabache lo agarró fuerte de brazo y con una mano en su estómago lo agarró antes la posible caída.
—¿Como decías?—Dijo con burla.
El albino ruborizado desvío la mirada.
—Búrlate todo lo que quieras— dijo el albino volviendo a caminar.
El azabache soltó un bufido y nuevamente tomó la mano derecha del albino, llevo la mano a unos centímetros de su boca y antes de dejar un beso en los nudillos dijo:
—No queremos que te vuelvas a caer, y si lo haces ten por seguro que estaré ahí para atraparte, querido—.
Los ojos del albino se llenaron de luz, le regaló una sonrisa tierna.
Y avanzaron entre el pasto en un silencio cómodo.
Ya después de unos minutos el albino miró en la lejania algo que se mecía con el viento.
—¿Qué es eso Ryu?—Preguntó con curiosidad.
—¿Quieres saber qué es?—Respondió con una pregunta, el albino asintió y el azabache sonrió, empezó a correr en dirección de lo que vió el albino, el menor iba detrás corriendo también pero aún con todo el movimiento, sus manos seguían juntas.
Llegaron intentando recobrar el aliento, el albino se separó y caminó dirección a la cosa que tenía cuatro tablas largas unidas y de respaldo lo mismo y de los lados lo sostenía cuerdas que iban unidas a las ramas de dos árboles.
El albino paso la mano con lentitud y delicadeza en la madera, el azabache se acercó a él.
—Es un columpio, pero este es para dos—Dijo el azabache mirando el paisaje delante del columpio, que podía ver las montañas que a esa hora tomaban un color violeta.
—¿Me puedo subir?—Preguntó con emoción.
—Claro—Le extrendió la mano al albino este la tomó y con ayuda del azabache pudo subirse, el azabache también se subió. —Agárrate de la cuerda, no queremos que salgas volando—Dijo con burla.
—Eres cruel—Hizo lo que le pidieron y agarró fuerte la cuerda.
El azabache sonrió, y empezó de un momento mecer sus pies, a delante y hacía tras, de a poco el columpio agarraba vuelo. El viento le daba a la cara del albino mientras miraba este miraba las enormes montañas, se sentía en paz y feliz, le relajaba estar ahí, al viento y junto a Ryunosuke, su relajación fue tanto así que de poco le pesaba los párpados, dejó caer lentamente su cabeza en el hombro del azabache.
—Espera, levántate un poco—.
El albino se apartó mirando como el azabache se acomodaba y le dejaba un lugar más cómodo al albino, su pecho.
El albino somnoliento se acomodó en el pecho del azabache, quedando el albino contra el respaldo y el azabache a la orilla. El azabache posó una mano en el cabello del albino y lo acaricio, acto que relajó más al albino que ya estaba quedándose dormido.
Pero antes de aquello le contó algo al mayor.
—¿Sabes? Antes no me gustaba el verano, me fastidiaba el intenso calor, y el clima siempre cambia en esa temporada—Dijo en un susurro.