Capítulo 4

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-Hijo de puta...- Frente a mí se encontraba un intruso de aspecto desaliñado y bastante abandonado- Casi me da un infarto, no podés hacer esas cosas.- Llevé mis manos a la cabeza, tratando de no colgar de un árbol al gato negro que estaba inspeccionando mi basura.
Busqué en la casa algo que el animalito pudiese comer, pero solo tenía vegetales, algunas galletitas y legumbres.
Al ver frustrada la búsqueda, comencé a limpiar el tiradero de quién sería mi nuevo compañero, quién ya estaba muy cómodo en uno de los taburetes de la cocina.
Unos minutos después, con el gato en brazos, me dispuse a recorrer la casa para ver que había quedado abierto como para que él pudiera entrar. Al parecer, en la planta baja quedó abierta la ventana del lavadero y Morningstar, mi nuevo roomie, tomó su oportunidad. Debía de estar muy arrepentido, terminó con una millenial que a sus veintiocho no tiene hijos ni un marido adinerado, ni su trabajo soñado; sin contar el hecho de que terminaría gordo, como su nueva humana, y descocado como debía ser.
Con el gato tuvimos que esperar a que se hicieran las 08:00 para ir a la veterinaria más cercana, dónde lo dejé para una revisión, baño y castración. Cuando ví la hora salí disparada hacia el bosque, el lobo no tardaría en aparecer por allá.

•••

Al llegar, el lobo no había llegado, así que me recosté bajo los rayos de sol. Pasaron unos minutos y algo bloqueó la luz.
Frente a mí estaba un hombre alto, de pelo castaño que se notaba a kilómetros que no se alejaba del ejercicio.
Cuando recuperé la consciencia, me levanté rápido del suelo, dispuesta a correr. Me dispuse a tomar carrera pero el hombre me agarró el brazo, dirigí mi vista hacia su cara y un sentimiento de familiaridad me embargó.
-¿Lobito?- el hombre asintió- ¡Pedazo de pelotudo, casi me matas de un infarto!¿¡No vas a pedir disculpas!?- Le grité mientras lo golpeaba-.
- ¡Perdón!¡Perdón!¡Perdón!- Dijo al mismo tiempo que se cubría-.

•••

- Entonces... -lo miré pícaramente- ¿Viniste buscando mi ayuda?- El lobo, que ahora sabía que se llamaba Ian, quería ayuda para encontrar a su compañera-.
- Sí, ya tengo varios años, y creo que puede ser humana- Tenía las manos en sus bolsillos mientras caminábamos hacia el pueblo-.
-¿Entonces los mates son reales?- lo miré entusiasmada-.
- Sí.
-¿Cuántos años viven?
- Los betas, como yo, unos 600 años- Dijo como si fuese lo más normal del mundo-.
-¿Estoy frente a un fósil?- Ian entrecerró sus ojos.- Era broma, Sir Ian Legrand- Se me escapó una risotada, pero él no entendió nada-.
-¿Legrand?- volteó a mirarme confundido.-
-Si te lo explico ya no tiene gracia.- lo miré aburrida- Pero bueno... Te vas a quedar en casa mientras buscamos a tu adorada-.
Seguimos charlando mientras llegamos a la casa, le comenté sobre Morningstar y que debía buscarlo, porque ya eran las 10:00, también sobre Rita y mi nuevo trabajo. El me comentó sobre los Holt y como se habían cobrado las vidas de cachorros de su manada, ahora entendía aún más su reacción.

Cuando íbamos saliendo de la casa hacia la veterinaria, nos topamos a Rita pagando el taxi, Ian se presentó como "Ian Beckham", que al parecer era su nombre real. La mujer quedó encantada al enterarse que la casa estaría más llena, también le entusiasmo la adopción del carboncito de Morningstar. Al despedirnos de la mujer, retomamos el camino, la veterinaria quedaba a unas 5 cuadras de la casa, pero tendríamos que volver en taxi por todas las compras totalmente (in)necesarias.

Al llegar, el médico nos indicó que con Morningstar todo estaba bien y que sólo seguía un pelín drogado. Aquellos dos, gato y lobo, estaban más juntos de lo que esperaba. La bolita de pelos se le refregaba y ronroneaba, estaba celosa. Mientras mi gato me seguía engañando compré sus cosas, unos tres kilos de comida, su collar y plaquita, una cama, un par de juguetes y una jaulita transportadora. Todo el chiste me costó unas trescientas libras, todo para que el animalito prefiriera al lobo.

La vuelta a casa fue de lo más cómica, Ian le indicaba al taxista como llegar a la casa porque ninguno sabía la dirección, al mismo tiempo que el carbón con patas quería escapar de la jaula para ir a los brazos del castaño. El castaño le pagó al conductor mientras, en español, yo le decía que no era necesario.

Una vez abajo del auto, con la multitud de cosas, Beckham se dedicó a entrar todas las pertenencias del minino. Ya acomodados, incluyéndolo a Morningstar que ya recibía cariños por parte de Rita. Me paré viendo a todo el tumulto de gente que estaba en el café a metros de la casa.

-Debe de ser el Duque, la gente en el pueblo lo adora.- Dijo Ian, mientras comía una manzana- Él es un cambiaformas también, es nuestro Alfa.- Hizo una pausa mientras miraba la manzana- Te lo voy a presentar.- Tomó su abrigo.

-¿Qué?- lo miré más confundida que de costumbre- ¿Voy a conocer a un miembro de la realeza vestida así?- El lobo me miró de arriba a abajo, sin encontrar a qué me refería- No quiero.

Por si no se los había comentado, el hombre frente a mí me sacaba dos cabezas y ni hablar de que su fuerza era el triple de la mía. Cuando entendí que me estaba moviendo ya estábamos a dos metros del tumulto de gente, el lobo seguía tironeando de mi brazo y ya nos encontrábamos sumergidos en el gentío.

De pronto lo vi, un hombre pisando los cuarentas, de gran porte y aún más alto que el lobo junto a mí. Y el sueño de la otra noche volvió cuando posó su mirada en mí. Me solté de Ian y empecé a correr.

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