III

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Ran amaba el control que tenía sobre su ser amado. Por qué así había sido desde la primera vez que se entregaron en cuerpo y en alma, y así continuaría hasta el final. Ran estaba convencido de ser el alma gemela de Nahoya, era su razón de ser feliz. Por lo mismo ambos tenían sus reglas al practicar el sexo. Ran amaba torturar a Nahoya, eran conscientes de aquello. Tener el cuerpo de su amado en estado tembloroso y siendo embestido era una una experiencia única. Una imagen que siempre había soñado era la de su amado siendo sumiso, ahora se encontraba creando un nuevo recuerdo respecto a aquella fantasía.

Ran, sin dudarlo, aumentó la velocidad del juguete al máximo. Tener el control era un momento glorioso para él, ser testigo de las reacciones del cuerpo de Nahoya era todo placer. El cuerpo de Nahoya reaccionó una vez más por la vibración, nuevamente su miembro despertó por la calentura. Ran estaba totalmente hipnotizado por el espectáculo que estaba presenciando. Embistió la entrada de Nahoya a un ritmo acelerado, sus propias acciones lo estaban afectando.

—ah... ahh... Ran... amor... ahhh... vamos mi amor te necesito...sé que también me quieres

Aquella súplica lo hizo darse cuenta que su propia erección, ya no soportaba, estaba a punto de explotar entre sus pantalones. Ran enojado con su propio cuerpo dejó escapar un sonido de molestia. Era totalmente cierto, necesitaba a su amado. Nahoya sintió la ausencia del juguete en su entrada y sonrió para si mismo, lo había logrado al fin. Nahoya suspiró al saber que Ran por fin lo haría suyo.

Ran se apresuró a desligarse de los tirantes que apretaban sus pectorales, dejó al descubierto el tatuaje que atravesaba su pecho hasta su muslo. Se dispuso a desabotonarse el pantalón y a deslizarlo hasta los muslos para liberar su erección. Prefirió mantener su camisa puesta. Solo bastó que Ran rozará su miembro sobre los glúteos de Nahoya para que este dejara salir un gemido dulce y armonioso. Ran sostuvo las caderas del otro y deslizó su pene en medio de los glúteos de Nahoya, amaba escuchar gemidos, sin poder soportar más de una sola estocada se adentró en su amante.

Los gemidos de Nahoya empezaron a liberarse sin control. Ran no quiso perder el tiempo. Empezó a embestirlo una y otra vez sin medir su fuerza. El cuerpo de Nahoya empezó a moverse de arriba hacia abajo rápidamente, esto a razón del vaivén torpe y duro que estaban llevando al cabo. 

Ran tenía en mente una cosa la imagen hermosa frente a él: su miembro entrando y saliendo de la entrada de Nahoya. Sus glúteos estaban totalmente enrojecidos a razón de los azotes. La espalda arqueada de su amado y sus manos esposadas eran todo un poema frente a él. Ran dejó caer su peso sobre el cuerpo de Nahoya, estaba ansioso. Ran tomó el miembro de su pareja y empezó a masturbarlo al ritmo de sus propias estocadas, con su mano libre se dedicó a tomar el hombro de Nahoya para ayudarse a adentrarse mucho más en el cuerpo del otro.

Los minutos pasaban lentamente, el vaivén impulsó la propia cama a chocar contra la pared una y otra vez, la misma empezaba a crear rajaduras en la pintura. El sudor entremezclándose con el aire caliente era la perdición de la pareja. La habitación olía a sexo. El sonido de los cuerpos chocando impulsaron a Ran a querer más. Las embestidas lograron llegar al punto dulce de Nahoya ocasionando en él un orgasmo y una liberación repentina sobre la mano de su amante. Lo había logrado una segunda vez. Ran poco después se liberó dentro del cuerpo de Nahoya. El semen una vez más empezó a inundar y marcar el cuerpo de Nahoya, era tan caliente y viscoso que sintió cómo se adentraba en lo más profundo de su cuerpo. Estaba tan feliz que nuevamente dejó escapar gemidos que pronto fueron acallados. Ran había tomado su quijada con firmeza para girarlo lo suficiente para besar sus labios. 

El vaivén de Ran cesó lentamente hasta finalmente parar por completo, Nahoya de igual forma se dejó derrotar por el cansancio y cedió a que sus piernas cayeran sobre la cama. Ambos quedaron en silencio por un momento hasta recuperar el aliento. Ran estaba tan complacido que empezó a dejar besitos suaves sobre la espalda de Nahoya. El otro dejó escapar suspiros por cada toque que sentía.

Secretos Parte I: Confidente [Ran x Nahoya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora