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Mi día comienza camino al mismo instituto, después de haber reanudado el sueño de la misma manera, con el mismo despertador y su molesto repetitivo sonido, con la misma rutina de toda la mañana y a pesar de todo hago el máximo esfuerzo por mantenerme de buen humor, pienso qué a pesar de esta vida monótona puede pasar algo bueno, dando un poco de esperanza a mi vida rutinaria.
Sigo haciendo el mismo fallido intento de querer llevar mi vida de una manera normal, intentar soportar a la mierda de sociedad con hipocresía y veneno que suelen escupir... humanos, quizás mis palabras den a entender que estoy amargada, pero no es así. Simplemente estoy cansada, las situaciones que se presentan día con día en una vida sin ningún toque de color termina cansándote, extrayendo las esperanzas de ella.

Estoy a una cuadra del instituto, mis ojos ya perciben a toda la gente haciendo lo mismo de siempre,  platicar con sus amigos, reírse y convivir.

-¡poche, que bonita cara traes! ¿te despertaste con el pie derecho hoy?- habló Laura mi mejor amiga, haciendo burla de la cara de perro que traía.

-Estoy de un humor perfecto como para aguantar tu sarcasmo todo el día- respondí fulminadola con la mirada, soltó una carcajada.

-Vamos ya que se hace tarde histérica, espera- dijo frenándome con la mano- ¿sabias que ya llego la profesora de inglés?Me lleva la mierda- acaricio su frente en clara señal de estrés.

Laura era una papa hablando inglés y en consecuencia todos los profesores terminaban hartos de ella, porque además de ni siquiera lograr entablar una insípida conversación en este idioma, hablaba demasiado en clase, colmando la paciencia de cualquier profesor que entrara al aula.

-No me había llegado la noticia pero gracias por avisar mi pequeña chismosa- reí -no te estreses, te voy a ayudar para que mínimo pases una prueba.

Entrando al salón todos tenían un desastre, realmente me cuestionó si esto es una preparatoria o una primaria.

Nos sentamos en los lugares de la orilla cerca del escritorio del profesor gracias a que Laura está un poco ciega y por si ya es poco no entiende nada, no es lo mejor estar atrás.
-De verdad no entiendo porque no hay chicos sabrosos en esta escuela, creo que la vida  desea que muera soltera- me decía Laura estresada.

-Pronto te llegará un novio te estresas demasiado- dije riendo.

-¡Claro! como aquí si hay mujeres lindas tú no te quejas perra- me miró con los ojos entrecerrados.

-Que te puedo decir soy una suertuda- guiñé un ojo molestándola.

-Siy ini sirtidi- soltó en un fallido intento de imitarme.

-Que madura- hablé sería ahogando las ganas de reír -no me culpes a mí de que tú tengas gustos tan compli...- me quede muda mirando en dirección a la puerta, había una mujer de pie mirando detenidamente a cada uno de nosotros. Demasiado atractiva, con curvas que lograban hipnotizar a cualquiera que fuera audiencia de su andar, linda cara con unos ojos marrones tan profundos... tanto como el océano, cabello castaño un poco rebelde que caía elegantemente por sus hombros, usaba una camisa de botones blanca en la cual se podían distinguir perfectamente sus pechos, vestía una falda negra de tubo un poco arriba de sus rodillas ajustada y unos zapatos altos que se encargaban de tornear sus piernas.

Cuando logré reaccionar de la hipnosis en la que había caído pude ver a Laura viéndome confundida para luego dirigir su mirada a la hermosa mujer que ahora se encontraba entrando al salón.

-Buen día, mi nombre es Daniela calle, ahora su nueva profesora de inglés- únicamente podía mirarla o más bien admirarla atenta sin perder ningún detalle.

Sobre Tu Mirada Caché. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora