Era una noche oscura, fría y lluviosa cuando abandonaron al pobre Boulder. Los que habían sido su familia lo rechazaron y lo mandaron a la calle. Aquel perro sabía que no había sido culpa suya, sino de ese estúpido gato.
Cuando llevaba casi un año con sus dueños, mientras le paseaban, vieron a un pequeño gatito abandonado detrás de un contenedor verde en un callejón sin salida. Como era adorable, decidieron cuidarlo hasta que llamaran a un veterinario. Pero eso nunca ocurrió.
Se encariñaron de él en cuanto le vieron por primera vez. Poco a poco Boulder se hizo cada vez más invisible para sus dueños, y dentro de unos días, se cansaron de él.
Más que triste se sentía frustrado y enfadado, lo único que quería era que la gente lo quisiera, pero en vez de eso iba por las solitarias calles vagabundeando, mirando las caras de desprecio cada día y, por si fuera poco escapando de los de la perrera, porque aunque su vida era ya muy mala no quería estropearla más.
Al día siguiente, a Boulder le rugía mucho la tripa y fue a buscar algo de comida, de repente olió un olor muy fuerte y siguió el intenso aroma que le llevó hasta un restaurante al aire libre que contenía barbacoas de ladrillos con piedras ardiendo y encima una bandeja donde ponían todas las salchichas, chorizo, morcilla...
Al ver las piedras ardiendo, sintió una atracción hacia ellas. Se acercó a la barbacoa, donde estaba el cocinero para ver si podía darle algo, pero en vez de eso lo rechazó, como hacen todos los humanos.
-¡Aparta chucho!- dijo mientras le daba una patada para que saliera de ahí.
Boulder se iba enfadando más aún, sintiendo una atracción muy fuerte hacia aquellas piedras con fuego. No sabía muy bien por qué, pero lo que sí sabía era que quería comer una deliciosa salchicha.
Esperó hasta la noche, antes de que viniera la gente a cenar, para así tenerlo todo recién hecho. Si algo no soportaba, era la comida fría.
Cuando no había nadie en la barbacoa saltó hacia la bandeja pero...¡No estaba!
Calló encima de las piedras, que estaban ardiendo y, aún así, no sentía ningún dolor en las patas, al revés, se sentía más poderoso y, sin darse cuenta, desarrolló un poder oculto. Se estuvo preguntando cómo era posible tal cosa hasta que el cocinero interrumpió sus pensamientos.
-¿¡Pero otra vez tú!?- dijo histérico, después, llamó a la perrera.
Boulder estaba harto y dejó que el fuego se apoderara de él, convirtiéndose en un perro de estatura más o menos grande. Tenía los ojos rojos como la sangre y parecía estar hecho de rocas juntadas con lava. En la espalda, tenía unos pinchos muy puntiagudos.
Al verlo, el cocinero salió corriendo, pero no fue suficiente para la furia de Darkbould y lo mató.
A simple vista, podía parecer un perro normal, pero si le enfadas te aseguro que no será el mismo.
499 palabras
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Ideas Locas
RandomHola! Aquí os traigo unos microrrelatos para el concurso de Ideas Locas de G.Vidal. Espero que os gusten!!