Cap. 10.- ¿Fin del juego?

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**1 de Diciembre, tres años después **

La vida no tenía sentido desde la muerte de Aron. Sé que están pensando "Fue hace mucho, supéralo y sigue con tú vida" Pero no es tan fácil como ustedes piensan. No cuando he tenido tres agradables años de pesadillas constantes y una visita inesperada que no falta una sola noche. Parezco un zombi a la vista de los demás. Las ojeras debajo de mis ojos son tan profundas que me costaba no compararme a mí mismo con un mapache.

Hace frío en la calle, estamos en época invernal. Odio estas fechas porque extraño demasiado pasar la navidad acompañado. Una pelota chocando contra mi pie me sacó de mis pensamientos. Miré hacia un lado y por un momento mis ojos se abrieron con sorpresa y dejé caer la bolsa de mis compras al suelo.

Eran un par de niños con ropa de abrigo. Me hacían señas y me gritaban cosas que no podía escuchar. Un pequeño pelinegro tenía tomado de la mano a un castaño que parecía estar a punto de llorar. Sonreí inconscientemente por primera vez desde la muerte de mi mejor amigo. Era como si estuviera viendo una fotografía de ambos juntos. Traté de mantener la compostura y me agaché a recoger la pelota para pasársela.

Pero en cuanto levanté la mirada el pelinegro había dejado al castaño al otro lado de la calle y venía hacia mí. Escuché el sonido de un claxon he intenté gritar lo más fuerte que pude. Pero ningún sonido salió de mi boca y mis piernas no se movieron ni un centímetro. Solo pude ver como el auto había atropellado al pequeño sin que yo pudiera evitarlo.

— ¡Es tú culpa! ¡Es tú culpa que muriera!— el castaño corrió hacia el cuerpo del pelinegro mientras lloraba intensamente.

—No, yo no...No era...no...— yo no quería que eso pasara. No quería que ese niño muriera.

—Si lo es...—esa voz me erizó la piel. Mis pies fueron liberados de esa fuerza que los mantenía fijos al suelo y me giré encontrándome de frente con Aron—. Fue tú culpa que yo quisiera suicidarme...—negué lentamente y caminé hacia atrás chocando con la pared—. Acompáñame, es lo menos que puedes hacer...—su mano ensangrentada se deslizó por mi mejillas—. Libérame.

Mi cuerpo se deslizó por la pared hasta que terminé sentado en el suelo. Observé mi mano, estaba temblando. Estaba acostumbrado a las miradas de las personas sobre mí. Deben pensar que estoy loco, pero es fácil decirlo cuando no están pasando por lo mismo que yo. Las visiones... las visitas de Aron... ya no quiero esto.

 Junté mis cosas como pude y caminé hacia mi casa sin mirar a nadie. Chocando con las personas y esquivando cualquier obstáculo que se me atravesara en el camino. Cuando por fin llegué a casa llevé las compras a la cocina y las dejé sobre la mesa. Mi cuerpo cayó al instante de rodillas en el suelo y las lágrimas resbalaban por mis mejillas.

— Por favor... déjame en paz, ya no puedo con esto...—Susurré en un último intento por seguir una vida normal.

—Si quieres libertad sabes lo que tienes que hacer—no hacía falta voltearme para saber de quién se trataba.

—Lo sé... solo dame un día más— me limpié las lágrimas con la manga de mi chaqueta y me levanté. Aron ya no estaba, así era siempre. Solo venía a atormentarme y se iba.

Me quité mi chaqueta dejándola sobre la silla y me remangué las mangas de la camisa. Tenía cosas que hacer en la cocina, solo esperaba no tener ningún inconveniente como el de la última vez.

**Tres horas después**

Lo había logrado, tenía la mesa lista. Había preparado varios platillos que nos gustaban a ambos y un pastel en el medio. Lo mejor es que no había tenido ningún accidente. Tal vez por primera vez el fantasma que me atormenta tiene consideración conmigo. Me lavé las manos y apagué la luz para prender las velitas.

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⏰ Última actualización: Mar 24, 2015 ⏰

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