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Cloé

Mientras sentaba sentada en el coche con Francisco (mi chofer), de camino al instituto, petaba a mensajes a mi mejor amiga, la cual iba a acompañarme durante mi primer día de instituto para que lo llevara lo mejor posible.

-¡Olivia! ¿Por qué no me contestabas? -Le gritaba yo cuando por fin cogía la llamada. -Francisco miro por el retrovisor asustado por mi grito y le pedí perdón con una sonrisa tímida.

-¡Lo siento! No estaba con el móvil. Estoy por el metro del instituto, ¿Dónde estás?

-Acabo de salir de mi urbanización, estoy en el coche.- Le decía con un tono bastante apático, estaba cada vez más ansiosa al pensar que estoy de camino a clases.

-Perfecto, nos encontramos en el parque del instituto, ¡Chao!- Soltaba ella emocionada, se le notaba la sonrisa al hablar.

Colgamos la llamada. Ahora salía del coche y despedía Francisco con la mano.

Me movía por la calle del instituto como un transeúnte más, mientras me acercaba al parque de al lado donde había quedado con Olivia, miraba a mi alrededor. Se me hacía demasiado raro todo, era como un mundo nuevo. Notaba las miradas sorprendidas de conocidos al verme por primera vez en 3 meses. Notaba que algunos tenían la intención de acercarse y hablarme, pero nadie se atrevió.

Me había tomado el orfidal que me dijeron que tomara estos primeros días antes de ir a clase, pero aun así, muchas cosas rondaban por mi cabeza. Demasiadas. Empezaba a agobiarme. Marcos, Kano, y toda la gente del instituto... Mi ansiedad empezaba a crecer como un árbol, así que, traté de calmarme lo mejor posible con las técnicas que me habían enseñado estos últimos dos meses.

Estaba ya en el parque y veía de lejos a Olivia. Iba tan acicalada como siempre, hoy iba "arreglada", explicaré esto; Olivia tiene el mejor gusto para la ropa que nunca he visto y como yo digo, a veces va "con rollazo" y otras "más arreglada". Pues bien, hoy iba "arreglada", llevaba unas Vans blancas impecables, unos pantalones largos de cuadros blancos y negros adornados con un cinturón negro simple; una camiseta negra simple y accesorios bastante envidiables (gafas más caras que toda mi outfit junto, y anillos y collares dorados preciosos).

-¡Cloé!- Según gritaba mi nombre corría hacia mí y ya podía sentir la falta de oxígeno que iba a sufrir en cuanto me abrazase. -No sabes cuánto me alegro de volver a verte sin que tenga que estar en el hospital... - Me decía al oído con su dulce voz que me daba esa calma que nadie más era capaz de darme, mientras me estrujaba con todas sus fuerzas.

Los primeros segundos me encontraba tensa, pero luego, simplemente cerré los ojos, relajé todo mi cuerpo y me limité a seguir el abrazo, fue como un alivio. Fue como haber estado con todos y cada uno de mis músculos tensos y el abrazo de Olivia me los hubiera relajado de repente, sentía que podía caerme en sus brazos si quería, que todo iría bien.

Al terminar el abrazo volví a sentir algo de tensión pero algo aminorada. Olivia me cogió de la mano y echó a andar dirección instituto con una gran ilusión en cada uno de sus pasos.

-¿Qué tal estás?- Me preguntaba al notar la tensión de mi cuerpo.

-No lo sé, tengo miedo.

-¿Miedo a qué?

-No sé, es raro, son demasiados pensamientos juntos. Simplemente me gustaría al menos ser invisible, por lo menos estos primeros días.- Le contestaba tratando de explicarme lo mejor posible aunque era algo complicado.

-Bueno... piensa que la ciencia todavía no nos ha podido dar el poder de la invisibilidad -Hizo una pausa en la que empezó a rebuscar algo en su bolso, al encontrarlo me lo mostró. Era una bolsita muy pequeñita que en su interior contenía algunos ansiolíticos.-Pero mientras tienes esto...

-¿¡De donde coño has sacado tú eso?! -Me sorprendía demasiado que mi mejor amiga tuviera esa bolsita, sobre todo cuando ahora estaban siendo mucho más precavidos con la venta de esta droga por culpa de muchos adolescentes que la estaban utilizando como diversión.

-¡Tranquila, loba! Me los han dado tus padres, son para ti, por si pasa algo, ya sabes...

-Dame uno ahora, o... si quieres un porro...- Le suplicaba para así tratar de relajarme algo.

Rodó los ojos inmediatamente -Sabes que no te voy a dar ninguno y sabes que no tienes que tomarte ninguno ahora y que no vas a fumar. Ya te has tomado la medicación por la mañana, estos son para emergencias. -Me decía con un tono imponente y una cara seria, segura de lo que estaba diciendo. Respiró hondo, hizo una pausa y luego me miró seriamente y empezó hablar. -Mira, Cloé, llevas tres meses aislada en un lugar en el que con cualquier mínima cosa te cuidaban y a cualquier mínimo agobio te daban terapia y drogas. Pero ahora has vuelto al mundo real, y sé que te parece un asco, y puede que se te haya olvidado un poco cómo funciona todo. Aun así sabes perfectamente cómo es esto y sabes que tienes que luchar contra el mundo y contra ti, me entiendes perfectamente, aunque entendería que quieras hacer como que no lo sabes... -Soltó algo desanimada. Aunque noté que no quería que me catara de ello, sentía algo de miedo y agobio, no sabía como iba a salir todo esto, toda "mi reinserción al mundo", y eso le asustaba.

...

Nos metimos a clase las primeras para así poder evitar a toda la gente que había en la entrada y los pasillos del instituto en los últimos minutos.

Escuchaba voces, risas, chillidos de fondo. Pero no sé como (y lo agradezco), conseguía que todos esos ruidos pasaran a segundo plano, ahora solo me fijaba en mi mejor amiga, ella estaba parada en la puerta de la clase, guardaba una mirada perdida en los pasillos, esperaba inquieta a que apareciese algunos de nuestros compañeros de clase.

No es nada del otro mundo, ir a clase y que dé la casualidad de que allí te encuentres con tus compañeros de clase solía ser lo habitual, digo yo, sin embargo, en el momento no sé quién lo estaba pasando peor: Olivia (con sus nervios de como sería mi encuentro con otro ser humano) o yo (con mi desgana de tener que gastar energías en entablar una conversación con cualquier persona que apareciese por esa puerta).

-Se acerca alguien... Es Guille.- Olivia cortó el silencio con el peor, pero más esperado cuchillo por las dos, el de que llegará la primera persona. Olivia simplemente lo dijo y me miró, al momento pude ver en sus ojos la preocupación, la cual intentaba ocultar con una sonrisa que aunque solo fuera una sonrisa, me reconfortaba.

-¡Vale! Primer afortunado de la mañana.- Vacilé levantándome de mi asiento para prepararme para la presencia de alguien más.

Al menos agradecía que fuera Guille, Guille llevaba en clases conmigo desde primero y sé que él me tenía aprecio y trataría de hacerme sentir cómoda... ¿El problema? El problema es que Guille (como la mayoría) no sabía nada de nada. No sabía la causa de mi desaparición esos meses ni de mi mal y apático humor los meses de antes y mucho menos de que hoy volvía al instituto, así que sería una sorpresa que aturdiría a todos.

En cuanto Guille apareció por la puerta, se detuvo de golpe al verme, tenía la cara de sorpresa que sabía que más tarde tendría todo el instituto. Luego, una tímida sonrisa se fue armando en sus labios mientras se acercaba a mí a pasos agigantados.

-¡Mi pequeña cushi cushi!- Antes de poder darme cuenta, ya estaba amortajada entre sus brazos.

-¡OYE, QUÉ LA VAS A MATAR!- Olivia gritaba al otro lado de la habitación como intento de salvación.

-Oh, Olivia. No... no sabía que tú... que estabas ahí, buenos días. Voy a la otra clase a saludar.-Él trató de sonar tranquilo, pero su intento fue en vano. Olivia solo rodó los ojos y contestó mientras yo aguantaba mi risa. Él desapareció por la puerta lo más rápido que se podía sin salir de la zona de "estoy tranquilo y me la sudas"

Sí que echaba de menos algunas cosas si lo pensaba bien, por ejemplo, esos momentos tontos en los que Olivia me fulminaba con la mirada por reírme de su sufrimiento.

Ahora solo quedaba ver como reaccionaba las otras 400 personas que me conocían, y no es broma... 

HAPPY REBELDÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora