Sin saber cómo ni por qué, Nash no podía quitarse de la cabeza a aquél misterioso individuo que vestía de negro y andaba tan rápido cuando pasó por delante de su casa. De alguna forma le resultaba familiar, pero pensó que era imposible porque en realidad se había asustado un poco cuando lo había visto pasar. Aquella noche volvió a tener el sueño que se repetía desde que se mudó a aquella casa. Al principio no le gustaba, incluso se planteó la idea de buscar otra casa en Winth, pero algo se lo impidió. En el sueño, una sombra grisácea la llevaba a través de diferentes dimensiones hasta que llegaba a la más elevada, la séptima, y allí le esperaban siete personas. Cada persona le presentaba una de las siete maravillas antiguas del mundo y ella tenía que elegir cuál era la más bella. Además de ella y estas siete personas, había también un guardia que vestía de rojo, y cuando parecía que se decidía por una de las maravillas, sus miradas se cruzaban y ella despertaba.
