Capítulo 3.

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"Por fin llegó el sábado y tuve tiempo de limpiar la casa. Ninguna silla estaba en su sitio, ningún libro en el rincón adecuado ni la ropa guardada en el armario. Antes de empezar, pensé en que no me vendría mal una ayuda, pero como sabía que no iba a caer del cielo, me puse manos a la obra. Limpié el polvo, ordené los libros, puse las sillas en su sitio y lavé la ropa sucia. Guardé la limpia en el armario y me quedé observando mis zapatos de tacón rojos. Sólo recordaba haberlos usado una vez, para una fiesta de inauguración de una empresa, puede. Eran demasiado incómodos, y no me sentía yo misma subida en ellos. Pero en ese momento, fuera por las pocas ganas de seguir con las tareas, fuera por simple apetencia, me los calcé. Caminé al principio lentamente, acostumbrándome al dolor y a la altura. Cuando parecía que lo tenía controlado, me di cuenta de que la ventana estaba abierta, y fuera estaba el hombre del otro día, aquél que pasó por delante de mi casa con paso acelerado y mirada oscura. Me caí. No se cómo fue, ni qué paso después, solo recuerdo que cuando abrí los ojos estaba allí, en mi casa, tumbada en el sofá. Sentía una presencia, pero pensé que seria cosa del golpe. No, en realidad no, era aquel hombre. Pensé que me vio caer y vino a ayudar, pero todo me resultaba extraño."

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⏰ Última actualización: May 24, 2015 ⏰

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