Parte 2

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La vibración de mi teléfono me hace despertar con aquél horrible sonido provocado en el velador. Abro los ojos con tal lentitud que todo se ve borroso, y extiendo mi mano hacia éste, para así cogerlo y deslizar mi dedo pulgar por su pantalla touch. Las 07:35. En quince minutos entro a clases y aún no estoy lo suficiente despierta como para entrar a la ducha, Dios. Alzo con rapidez mi pierna derecha para así despegar las sábanas empapadas de sudor a mi cuerpo. Con el pie izquierdo me apoyo en el piso, para luego así también apoyar el derecho y alzar los brazos al encerrado oxígeno de mi habitación y estirarme por fin. Y cuando estoy a punto de entrar al baño, el timbre suena. No sé quién pueda ser, de seguro hoy Vincent no va a la universidad, anoche tuvo que haberse dormido tarde. Mamá está de trabajo por Londres, así que, de verdad, no tengo la menor idea de quién se encuentra afuera.
Poso mi mano sobre la manilla y abro, no hay nadie. De pronto siento una presencia detrás de mi y siento también unas manos rodear mi cintura, y apegarme a éste.

— ¡Suéltame!

Doblo mi pierna, dando un intento fallido de golpe ante el anónimo. Pretendo seguir gritando, pero una de sus manos que anteriormente estuvo posada sobre mi cintura, es posada ahora sobre mi boca.

— Shh, ya cállate, tampoco soy un violador.

Reconozco su voz, es Vincent. Río y deja un beso sonoro sobre mi oreja. El miedo se va y un alivio se esparce por mi cuerpo. Y entonces la seguridad que me brinda la vez que estoy vuelve a mí. Y siento también aquella felicidad que reboza en mí estando a su lado.
Pongo una mueca de seriedad y volteo, para así mirarle fijamente  a los ojos y ver cómo contempla mi cuerpo con sus profundos ojos color miel. Bajo la mirada hacia mis piernas y noto la ausencia de mi pantalón de pijama. Sólo estoy en bóxers. Un sonrojado se torna por mis mejillas y se expande hasta mi cuello.

—Me asustaste, no vuelvas a hacer eso... No porque la manilla esté mala entras cuando se te dé la gana.

—Vale, perdón.

Murmura y noto cómo se pone nervioso. ¿De verdad se puso nervioso porque le dije eso?

—Tranquilo, fue una broma. —Dejo salir una corta y tímida risa, para luego coger su mentón y alzar su mirada. Y entonces noto la marca que ayer dejé en sus labios— Ehm, ¿por qué estás tan temprano aquí? ¿Madrugando luego de una paliza?

—Claro, una paliza creada por mí. Gordon no quiso darme el dinero acordado y se llevó con él su merecido. —Ríe también y luego sus labios hacen una dulce sonrisa— ¿No vas a ir a la universidad?

La universidad. Joder, lo había olvidado por completo. No alcanzaré a ducharme, da igual. Lo hice anoche luego de que Vincent se fue, si lo pensaba hacer ahora es porque anoche sudé como puerco. Pesadillas y más pesadillas.

—Cielos... Espérame aquí, ¿sí? No demoraré más de cinco minutos.

Me encamino a mi cuarto, no, más bien corro a mi cuarto. Y abro el armario, para así sacar una remera negra que en su centro tiene el logo de The Rolling Stones., y me la pongo. Cierro el armario y cojo unos pantalones de mezclilla que están tirados en el piso. Los sacudo contra el armario, botando un poco de polvillo, y me los pongo también. Camino al baño con los pies húmedos de agua derramada en el piso. Suspiro, soltando un leve gruñido, éste está siendo el peor viernes de mi vida. Cepillo mis dientes y echo un poco de enjuague bucal en mi boca, para así luego botarla por el lavamanos y sonreír ante el espejo.

— Qué chica más hermosa.

La voz de Vincent resuena en el baño, y sonrío al escucharle. Me pongo un poco de perfume y camino hasta la puerta de la habitación, para luego dirigirme a la cocina y de la nevera saco una bebida Sprite, y le lanzo una Coca-Cola a él.

— ¿Nos vamos ya?

Sonrío y él asintiendo con la cabeza, abre la puerta —de manilla mala— mientras a su espalda lleva colgando mi bolso con libros. Me encamino al ascensor  subo y detrás de mí, Vincent también. Las puertas se cierran y los recuerdos entran a mi mente. Sus labios chocando los míos y yo recibiéndole con mis dientes, mordiendo su labio inferior.
Llegamos al primer nivel y cojo su mano, mientras caminamos uno al lado del otro hacia la entrada. Al salir él suelta mi mano, para así abrirme la puerta y esperar a que suba.

—Qué caballero, muchísimas gracias.

Abro mi lata de bebida y la llevo a mi boca, bebiendo su contenido a la vez mientras Vincent entra del otro lado —al conductor— y echa a andar el auto. Muerdo levemente mi labio inferior y al querer dejar mi lata en el porta-latas, no puedo porque algo me lo impide. Llevo la mirada allí y suspiro. Hay colillas de cigarrillo.

—Qué asco me da, Vincent, lo sabes. Ya deja de fumar, te hace mal. Pagas a una maldita empresa para matarte, estás suicidándote lentamente. Estás acortando tu vida, mientras la mía sigue larga. No quiero que te vayas antes que yo. No quiero una vida sin ti, no podría. Ni aunque en un futuro llegaran robots siendo tu clon. Te quiero a ti en mi vida, a ti.

Sonríe y quita su mano de la palanca de cambio, para así llevar su mano a la mía que está posada sobre mi rodilla y la acaricia con su dedo pulgar. Con el paso del momento, quita su mano de la mía y la vuelve a dejar donde estaba. Pasa a tercera y maneja como un conductor profesional con rumbo a la universidad.

One more fightWhere stories live. Discover now