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"No te cases con él."

Era el día más feliz de su vida por lo cual lo menos que esperaba escuchar de uno de sus mejores amigos era eso. Se estaba acomodando el blazer y mirándose al espejo cuando alguien había entrado al cuarto. Se quedó congelado y se quitó los auriculares que tenía, a pesar de haberlos tenido puestos había escuchado con claridad lo que el otro hombre había dicho. 

"¿Qué?" inquirió confundido, esperando haber escuchado mal. 

"No te cases con él." 

No importaba cuan bromista el menor fuera, Joshua estaba asustado de que esta vez hablara en serio. 

"Deja de bromear, Gyu. Mejor ayúdame a ponerme el moño." dijo con una ligera sonrisa el mayor. 

Pero la expresión que Mingyu portaba en ese momento le decía que no estaba por reírse pronto, y Joshua sintió el miedo subirle desde los pies hasta la cabeza. 

¿Por qué estaba bromeando ahora cuando era el día más feliz de su vida? Había luchado tanto para que aquel día llegara, para casarse con quien consideró desde el primer minuto su alma gemela. 

"¿Estás hablando en serio?" esta vez el rostro de Joshua perdió toda jovialidad. Se giró hacia el recién llegado que estaba parado tras él con los hombros tensos y una expresión neutra. 

"Lo digo en serio, hyung. No te cases, por favor." Volvió a suplicar el menor con un tono lastimero que no encajaba con su expresión vacía. Joshua lo conocía lo suficiente como para temer de él en ese momento. 

"¿Y por qué no debería casarme? ¿No seré un buen marido?" Joshua dijo volviendo a su tono gentil, y girándose de vuelta al espejo, era capaz de seguir viéndolo por el reflejo. 

"No es que no debas casarte, hyung, pero no con él. Cásate conmigo." Susurró el menor. Se había acercado lo suficiente como para sentir la respiración del otro contra su nuca.

Joshua tembló ligeramente cuando sintió los dedos del menor tocar su cintura, era un toque discreto e inofensivo pero seguía despertando en él cosas que creyó haber sepultado hace tiempo. 

"Deja de decir tonterías, Mingyu. Creo que será mejor que regreses al salón."  Respondió severamente Joshua, quien comenzaba a cansarse de las palabras indeseadas del otro. Alzó la mirada y sus ojos se conectaron mediante el espejo. 

Los fríos e inexpresivos ojos de Mingyu lo aterraron aún más, pero más lo aterró el hecho de que este no dijera nada y que no diera indicios de moverse. Sintió los dedos ajenos enterrarse más en sus caderas y eso fue demasiado para él. Tomó las manos del otro para alejarlas de su piel y al hacerlo, notó una mancha de sangre en la manga del traje ajeno. 

"¡¿Qué te sucedió?!" Exclamó consternado Joshua, buscando alguna herida en el brazo del más alto. "¿Estás herido?"

La sonrisa que se dibujó en el rostro de Mingyu hechizó completamente al mayor, quien sintió un deja vu bañarle. Era de aquellas sonrisas que el menor dibujaba cuando lograba algo. Tomó con delicadeza entre sus manos el rostro de Joshua, sin importar mancharlo de una gotita de sangre. 

 "Me corté con una hoja hace rato, no te preocupes." Tranquilizó con un tono dulce mientras acariciaba con parsimonia el rostro ajeno. "Por vuelve a mí."

Joshua suspiró sin poder alejarse del toque contrario. Por mucho que lo negara, había extrañado demasiado la calidez de Mingyu, su piel contra la suya y sentir sus labios en él otra vez. La nostalgia pudo haberlo hecho ceder, rendirse entre sus brazos y no salir a su ceremonia, donde su futuro marido le esperaba. Pero no podía hacerlo, no cuando recordó cuánto dolor Mingyu le había causado. 

Deko | Wonshua/MinshuaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora