1.27

1.9K 92 27
                                    

Estamos frente a frente. Yo le miro seria y él me mira serio. Donde anoche hubieron rastros de ternura y paz hoy reina el caos y la desesperación.

—No entiendo esta conversación.—levanta una ceja.

—Ni yo a ti. Daisy.

—Sí, si lo haces, lo que pasa es que quieres jugar a desesperarme.—me echo hacia adelante en el sillón apoyándome sobre mis rodillas.—No soy tonta, Mason.—digo serena.—No pienses que puedes jugar así conmigo, que puedes hacerme esto de decirme "dame lo mío" y luego tratarme como me has tratado esta mañana casi como si no hubiera pasado nada.—Resopla y asiente dándome la razón.

—Tienes razón, Daisy.

—¿Y este cambio repentino?—pregunto curiosa sin entenderlo.

—Yo...—resopla—agh... Soy un idiota, Dai...—se levanta para sentarse a mi lado y yo me quedo quieta mirando hacia el sillón en el que estaba él.

Narrador omnisciente.

El corazón de ella se desboca cuando puede oler su perfume y puede notar el calor que el cuerpo de él es capaz de desprenderle. Arde en deseo, en ganas de besarle y de hacerle entrar en razón. Ella nunca ha hecho nada malo. Ni siquiera ha tenido el pensamiento de qué pasaría si lo hiciera.

—Te prometo que jamás...

—No necesito promesas, cariño.—gira para coger la cara de ella y acercarla a sus labios. Un ligero roce que la haga caer. Un beso que calle el ruido en sus cabezas. Una llamada de urgencia en medio del desastre y el caos.—He sido un completo idiota por no creerte. Pero tienes toda la razón.

—Tan solo quería esto, Mase... Que me creyeras. Que no me miraras con odio en los ojos.—sus labios cubren los de ella, que saborea el salado de sus lágrimas.

Y mientras ella crea su propia telenovela en su cabeza. En la que no hay más peleas, en la que hay comprensión y comunicación. Él, piensa en cómo de jodido está. Porque aunque esto esté solucionado, aún quedan cosas por hablar en Cobham, con sus compañeros, que le han intentado ayudar y les ha mandado lejos. A Ben, por el puñetazo.

Se separan y ella pega su frente a la de él. Quiere esto. Así que él se lo va a dar. La carga en brazos y la lleva a la habitación. No pueden dejar de llorar. Deja su cuerpo sobre las sábanas, y le quita su sudadera que la dejo anoche. A pesar de que la dio un sujetador anoche, no lo lleva. Deja un sendero de besos que baja desde sus labios, hasta su ombligo pasando por la suave piel que hay entre sus pechos. Degusta el delicado y dulce sabor de su cuerpo, fusionado con sus lágrimas.

(...)

Mason's pov.

—Si fueras un animal, ¿cuál te gustaría ser?—pregunto jugando con su pelo. Estamos en St. James Park, mi espalda reposa sobre un árbol, tengo las piernas abiertas y ella está entre ellas, con su espalda apoyada sobre mi pecho.

—Me encantaría ser una mariposa. ¿Alguna vez te has parado a pensar en lo increíbles que son? Están consideradas como un símbolo espiritual para algunas personas. Hay millones y millones de animales, pero ninguno experimenta unos cambios tan complejos como los de una mariposa.—es la persona más curiosa que existe, y es algo que me atrae demasiado de ella. Sin embargo, odio que se calle y piense que me está aburriendo. La conozco tan bien...—Bueno, perdona, solo me has preguntado que cuál es mi animal favorito. Y mi respuesta es la mariposa.

—Sabes que me encanta oírte, adoro que me cuentes todas las cosas que sabes. Eres como una enciclopedia. Me encantas tú, sobre todo.—me río—anda, sigue contándome, por favor. ¿Por qué es un símbolo espiritual?

streets-mason mount.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora