First time 『Kacchako』

ғɪᴠᴇ

La casa de Uraraka no estaba cerca del hospital pero aún así caminó todo el trayecto hasta el lugar, por la distancia ya se había vuelto de noche y un tierno, pero frío viento lograba silenciar los pensamientos que por una vez invadieron la mente de Bakugo. 

Las zapatillas contra el asfalto retumbaban suavemente junto a los insectos nocturnos que la noche daba la bienvenida, su respiración no era visible solo porque una mascarilla negra cubría la mitad de su rostro para ocultar su identidad. Bastante le había costado salir del hospital sin ser seguido, mucho más le costó pasar desapercibido por las calles siendo que su rostro estaba en todas las noticias, porque a los medios solo le importaba vender cómo uno de los héroes más fuertes se había vuelto loco y ahora era considerado un villano más por la gran mayoría de los ciudadanos. 

Le era muy extraño esconderse de la vista pública, le era muy extraño usar sudaderas que cubrieran su cuerpo y cabello para que las personas le dejaran de mirar con miedo, y no es algo que le haya molestado siempre, porque por su carácter era algo que pasaba, pero desde que los ojos de Uraraka se encontraron con él con tanto terror ya no podía ver a los ojos a otras personas sin verla reflejada, sin sentir la necesidad de correr a ella y abrazarla, pero sabe que no puede, saber que su presencia es tan dañina ya que no puede estar a su lado, pero sabe también que es al único que esa terca mujer que tanto ama va a escuchar. 

Ni siquiera sabe si la voz va a salirle si está ahí, ni siquiera sabe qué tiene que decir. 

Mierda, estaba aterrado, ni siquiera cuando pensó en perderla se sentía así, ni siquiera cuando literalmente ha casi muerto en las misiones, nunca pensó tener tanto miedo solo porque ella le tenía miedo, solo la quería bien, la quería de vuelta, quería decirle cuán importante era para él por una vez en su maldita vida como siempre debió hacer y no dejar que ella fuera la que lo leyera cuando las palabras no querían salir de sus labios, solo quería tenerla de vuelta en sus brazos y sujetarla con tanta fuerza que ella le pidiera un respiro riendo y él negarse a soltarla como el terco que era para al final reír junto a ella.

Sin saber cómo era posible para su destrozada alma, una lágrima salió sin su permiso desde su ojo derecho tan lento que si no hubiera sentido húmeda la mascarilla no se hubiera dado cuenta que salió, solo ahí notó que era poco lo que estaba respirando, que se estaba apagando, que se estaba perdiendo en recuerdos que aunque eran sumamente importantes no eran realmente una prioridad en ese momento, solo necesitaba llegar y obligarle a tomar las malditas terapias para poder recuperarla, para poder verla de nuevo, porque solo había pasado un tiempo pero sentía que se la habían arrebatado por completo, sentía como si estuviera vacío por dentro, como si ya nada tuviera algún sentido sin ella riendo a su lado como todas las noches cuando llegaba hecho polvo. 

Solo quería recuperar eso, solo quería ver su felicidad de nuevo. 

Bakugo inspiró todo el aire que sus pulmones no querían dejar entrar para luego soltarlos en un suspiro entrecortado, necesitaba controlar sus sentimientos, debía mantenerse calmo, tal y como había aprendido mientras estaba infiltrado, necesitaba apagarse, apagarse tanto para no sobre reaccionar cuando Uraraka lo rechazara. 

Volvió a caminar con más prisa que antes, debía llegar antes de que Uraraka se durmiera o no podría hablar con ella para nada. 

La luz de una tienda le hizo detener su paso apurado, una idea nada ortodoxa llegó a su cerebro y no dudó en entrar, ya tenía la solución, ya sabía qué tenía que hacer. 

Después de un rato, y con una bolsa en su mano llegó a la casa de Uraraka, donde tocó la puerta tan suavemente como pudo para ser escuchado solo en el primer piso, por suerte los periodistas no habían dado con la casa de Uraraka, seguro estaban en la suya, después de todo ellos no ocultaban para nada su relación desde hace un largo tiempo.