La noche estaba cubierta por una gran manta de estrellas. Todas y cada una de ellas tan brillantes como el mismísimo sol.
Rhea, de 15 años, estaba en su habitación leyendo un libro. A ella le encantaba leer historias de fantasía o de terror, le hacían poder desconectar de todo, porque a ella la realidad le daba asco. El simple hecho de pensarlo le daban arcadas.
Podríamos decir que nuestra protagonista no es alguien muy destacada entre los demás. Es de media altura, con los ojos de un marrón oscuro intenso, cabello semi-largo de un color castaño, y lleva unas gafas de color negras. Su vestimenta tampoco es algo grandioso de ver, suele vestir con sudaderas (algunas tallas mas de la suya) y con unos pantalones anchos, ya sean de chándal o jeans.
Ella nunca tuvo muchos amigos. De echo solo tuvo una amiga, pero de eso ya hace tiempo; digamos que la chica tuvo un accidente y murió. Desde aquel entonces Rhea no volvió a socializar más con nadie.
La relación con su familia no es maravillosa, pero tampoco es horrenda. Vive con su abuela, Dorothy, y su madre; pero ella siempre esta trabajando por lo que su abuela se encarga de ella la gran parte del día. De su padre no se sabe nada, ni de la familia de el, ya que no hubieron buenos lazos nunca, y desde que el señor se fue un día no lo han vuelto a ver. Eso si, por parte de madre la muchacha tiene una tía, no se lleva especialmente bien con ella, pero tampoco es para tanto.
Rhea se acabó de leer el libro. Lo cerró, cogió aire y se le saltó una lagrima. A ella siempre le emocionaban estas cosas.
Antes de acostarse al fin, miró su móvil. Ella sabía que nunca tenía mensajes, pero ya era una costumbre hacer aquello.
"Ugh, los de clase otra vez" pensó para si misma.
A ella no le caían muy bien las personas de su clase, pero ella caía bien. Un poco irónico, ¿no? Apagó el móvil y decidió acostarse.
La luna se veía a través de su ventana, brillante y radiante como siempre. Se escuchaba un búho cantar, como si cuando ululara quisiera transmitir algo tan profundo, que si lo entendiéramos no sabríamos su significado. Se escuchaban algunos gritos de fondo, niños pequeños gritando a voz alzada como si no les importase que hubiese gente durmiendo...
Rhea intentaba conciliar el sueño pero no había forma. Se sentía triste, sin ánimos en aquel preciso instante. A veces le pasaba que no había hecho nada malo, o que le hiciera sentir mal, y de golpe y porrazo se sentía como un trozo de mierda. Pero aquella vez era distinta, aquella vez había caído tan y tan bajo, que su vida ya no tenía sentido.
Durante un tiempo la muchacha ya no se sentía bien, sin ánimos, desmotivada para todo, sin interés, borde y arrogante. Y supongamos que aquella noche ya fue el colmo de todo. Tanto tiempo aguantando ya no podía ser.
La chica se levantó de la cama y fue a la cocina. Abrió un cajón lleno de cuchillos y tomo el mas fino y afilado de todos. Por un instante se lo quedó mirando. Realmente quería hacerlo, realmente quería quitarse la vida, poder descansar en el sueño eterno, libre del estrés, sin problemas, sin nadie que la estorbe. Pero por otra parte no podía, no era capaz, algo dentro suyo le decía que no, que no lo hiciese.
De golpe empezó a llorar, sus ojos parecían meras cascadas en todo su esplendor. Soltó el cuchillo encima de la mesa y se abrazó así misma. Estaba harta de sentirse sola, de no poder contar con nadie, no poder llorar encima de un hombro, no poder contarle las cosas que le ilusionaban a alguien... ella solo quería sentirse querida.
Alzó la mirada tan solo un instante ya que algo oscuro se le posó enfrente suyo, y al ver lo que era se asustó, quiso gritar, pero mas tarde se dio cuenta de lo que era.
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Shinjuu
Fantasy"Todo esta en nuestra mente". Rhea, una chica de 15 años pasa por un mal momento. Se siente triste y sola, y por mucho que ella no lo sepa identificar, la cosa va a peor. Lo que ella no sabe es que su mente le tiene algo preparado. ( Créditos de la...