Capítulo 9 - Despedida Tras Despedida

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Madre e hija bajaron a ver a Dorothy, quien se encontraba en la camilla del hospital, esperando a ambas. 

─ Veo que ya te a contado, cielo. Lo lamento. ─ dijo esta a su nieta.

─ Gracias abuela, no te preocupes. ─ contestó la chica aún secándose las lagrimas de su rostro. 

─ Bien, creo que es hora de que te vayas, Rhea. Te dejare en casa y luego me quedare aquí con tu abuela. ─ intervino la madre.

La chica asintió y no puso pegas. Lo único que quería ahora era tumbarse en su cama y gritar con el cojín puesto en la cara; aquello a veces la relajaba.

Madre e hija ya se despidieron para verse al día siguiente, por lo que la chica se fue a su habitación y se tumbo en la cama.

─ Parezco la muerte. ─ dijo Rhea.

─ No digas eso. Lamento lo de tu padre. ─ contestó Kyle.

La muchacha solo se quedó en silenció. No quería seguir recordando lo de su padre, no en aquel momento. En aquel momento solo quería tener a alguien a su lado.

─ ¿Porque no puedes ser real? 

─ No lo se. ─ replico el chico.

─ Imagínate-lo, si fueras real podríamos hacer tantas cosas... Podríamos bailar en un gran prado, perdernos por un bosque, cantar bajo la lluvia, tirarnos cuesta a bajo con un carrito de la compra... Sería maravilloso. ─ dijo la chica con una sonrisa en la cara.

─ No lo dudo. Me encantaría hacerlo. ─ contestó el chico que se poso al lado de Rhea.

─ Eres demasiado bueno para ser real, y yo al ser tan mala tengo que existir en este mundo asqueroso. 

─ No digas eso, Rhea. A mi me pareces maravillosa, solo que estas pasando por un muy mal momento. Realmente eres divertida, inteligente, perspicaz, sincera, amable, y muchas cosas más buenas que te podría decir, pero si no, no acabaríamos. 

─ Claro, lo dices solo para animarme. ─ dijo la chica con una pequeña carcajada.

Kyle se puso enfrente de la muchacha, mirándola a los ojos.

─ No, no lo digo solo para animarte, lo digo porque es verdad. 

La chica se quedó contemplando a su amigo. Para no ser real Kyle siempre le motivaba muchas veces. Con el se sentía a gusto y en paz. 

Rhea le soltó una pequeña sonrisa al muchacho, que hizo que este se contagiara con la misma.

La noche pasó y los pájaros comenzaron a cantar una dulce melodía. 

─ Buenos días, Rhea. Despierta, recuerda que tu madre te vendrá a buscar pronto. ─ soltó Kyle a primera mañana.

─ Cinco minutos más. ─ replicó ella.

─ Por mi esta bien, pero tal vez a tu madre no le haga mucha gracia. 

─ Agh, ¿no tienes un botón de apagar como las alarmas?

─ Ya te gustaría a ti, ¿no? ─ contestó este con una pequeña carcajada.

Rhea se preparó para salir y se fue fuera, esperando a su madre, que esta cuando llego la subió en el coche y se fueron al hospital. 

Al llegar a la puerta donde se encontraba Dorothy, habían un montón de médicos. 

─ Disculpe, caballero, ¿porque hay tantos médicos aquí reunidos? ¿Ocurre algo? ─ preguntó Freya a uno de los trabajadores de allí. 

─ Pues mire, una señora que esta aquí ingresada le acaba de dar un ataque al corazón. Acabamos de conseguir reanimarla pero me temo que mucho tiempo más no sobrevivirá. 

Rhea y su madre se miraron, como si en aquel momento la una supiera que estaba pensando la otra. Así que ambas entraron a empujones dentro de la sala para ver si su querida Dorothy estaba bien. 

─ ¡Abuela! ─ gritó Rhea preocupada.

─ Oh, habéis llegado. Que bien. ─ contestó ella con una voz suave. 

Uno de los médicos le preguntó a Freya si eran familiares de Dorothy por lo que esta dijo que si, así que el señor les dejo un tiempo para que se despidieran de la abuela, ya que pronto la señora no seguiría con vida.

─ ¿Mamá, como estas? ¿Que ha pasado? ─ preguntó Freya. 

─ Simplemente un ataque al corazón. Al parecer me tendré que ir un día antes, ya sabéis que yo siempre he sido mas que puntual. ─ dijo la abuela intentando dar un toque de humor a la situación. 

─ Pero no puedes irte, ¿que voy a hacer yo sin ti? No, esto no puede estar pasando. ─ contestó Rhea con lagrimas en los ojos.

─ Cariño, a todos nos llega la hora, y, yo ya tengo mis añitos... es hora de un adiós, ¿no crees?

─ No, mamá, no puedes irte. ─ intervino Freya.

─ Os quiero mucho a las dos, sois lo único que tengo en la vida, y si me dieran la opción de volver a repetirla, lo haría con los ojos cerrados. 

No, esto no podía estar pasando. Dorothy se iba a morir. Rhea estaba asustada, no quería que su abuela se fuera, ella la quería. 

─ Tienes que dejarla ir, Rhea. ─ dijo Kyle a la chica.

─ No puedo, no puedo dejarla ir... ─ contestó ella sin importar que los demás la vieran hablar sola.

─ Rhea no puedes aferrarte a todo aquello que amas. Se que es lo único que tienes pero, no todo dura para siempre. Me temo que tu abuela ya a cumplido su misión aquí, ayudarte a crecer. 

La chica reflexión, ella sabía que el chico tenía razón pero ¡joder! no quería que su abuela se fuera. Tras llantos y llantos, mientras de fondo escuchaba a su madre suplicar a su abuela que no se marchara, ella tan solo soltó la mano de Dorothy captando la atención de la misma.

─ Asta luego, abuela. Descansa. ─ le dijo Rhea a su abuela mostrando una sonrisa llena de lagrimas. 

Ella le sonrió y luego soltó la mano de su hija, que estaba a su lado contemplando aquella escena. Dorothy cerró los ojos y su corazón dejó de latir. Finalmente la señora se fue. Finalmente Dorothy falleció. 

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