3. Oh, oh, nuevos problemas

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Mi escritorio estaba lleno de hojas, lleno de papeles y proyectos. Suspiro pesadamente, estaba a tope con los documentos y trámites para ingresar a la universidad.

Decido salir de mi habitación un momento, necesito un break.

Cuando salgo al pasillo el frío choca con mi cuerpo. Mi habitación estaba calentita, el cambio de temperatura me hizo tiritar de escalofríos.

Bajo las escaleras, caminando en dirección a la cocina.

Cuando estoy a medio camino de la escalera, siento la presencia de Eris. Ella pasa por mi lado rápidamente, una mochila sobre su hombro.

-¿A dónde vas? - pregunto sin mostrar interés, mientras sigo mi camino.

-Qué te importa - responde grosera, mientras toma una manzana de la mesa del comedor. Ruedo los ojos.

-Créeme, no me importa - respondo mientras tomo una botella de jugo, escucho como Eris bufa - pero tu madre me va a preguntar por ti, y supongo que no le estás avisando a dónde vas - digo, para luego tomar un poco de la bebida en mis manos, mientras me apoyo en la pared de la cocina con tranquilidad.

-Ignórala - dice mientras guarda sus llaves en su mochila.

-No soy tú para ignorar a la gente - digo despegándome de la pared, con intensión de subir a mi habitación nuevamente.

-Voy a casa de Padme - anuncia para luego salir de la casa, cerrando la puerta con fuerza.

-Ash - digo con hastío y sigo mi camino.

Ahora resulta que la molesta es ella por no ayudarla la vez anterior. No me jodas.

Fruncí el ceño, la pelirroja cada vez estaba peor. Cada vez era más irritante.

Subo a mi habitación, me vuelvo a sentar, veo en mi escritorio una bolsa de papas fritas sellada. Se suponía que papá me las había comprado para poder merendar mientras hacía los papeles. Eso fue hace como tres días.

No mentiré. Quería abrir la bolsa y comer siquiera una papa.

Estiré mi mano en dirección al empaque, lo abrí y antes de meter mi mano en la bolsa me detuve. Suspiro y bajo la mano, tomo la bolsa y la tiro al cesto de basura al lado de mi escritorio.

Presiono mi sien con mis dedos índice y medio, tratando de evitar que me duela la cabeza. Sin éxito.

-Debes comer - me decía mi conciencia, cerré los ojos con fuerza como si eso quitara mi dolor.

La idea de bajar y comer algo en la cocina cruzó por mi cabeza.

-No te atrevas a hacerlo - otra voz en mi cabeza sonó, eliminando mi idea. Pero la voz era conocida y dolorosa. Sé a la perfección que es imposible, pero la voz era la de mi madre y aquellas palabras e intenciones se oían como las de ella.

Tan reales y dolorosas, tanto que te pueden atravesar el corazón sin piedad.

-Come - me vuelve a decir mi conciencia. La idea vuelve a cruzar mi cabeza.

Niego rápidamente, como si eso fuera a disipar el hambre y el dolor.

-No - digo con firmeza para seguir haciendo los papeles y rellenando los trámites.

Mi mano se vuelve rápidamente en sobre el papel, escribiendo aquel argumento de psicología. Una de las cosas que te pedían en tus archivos para ingresar a la universidad, un examen de psicología. Este era solo una parte de lo que consistía.

La pregunta consiste en: "¿Por qué razón, válida, escoges esta carrera?"

Excelente pregunta, Dorothy. Pero, ¿qué diablos debería contestar?

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