8. Bajo Control

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Estaba sentada en mi cama, en posición de indio.

1..

Trataba de calmar mi respiración y las ganas de vomitar.

2…

Mi respiración no se calmaba, sentía la comida en la garganta.

3…

Solté un arcada, más no abrí la boca. Me resistía a vomitar hoy. No hoy.

4…

Sentía como la comida bajaba y subía por mi garganta, sin saber si iba a salir o no.

5…

Mi estómago no resistía los alimentos.

6…

Los jugos gástricos se sintieron en mi garganta, quemando.

7…

Respiré hondo, buscando que la comida bajara.

8…

Otra arcada. Las ganas de vomitar eran más fuertes.

9…

Una lagrima rodó por mi mejilla por inercia, sintiendo el ardor ya típico en mi garganta.

10…

La comida bajó a mi estómago, haciendo que deje de sentir el ardor por unos segundos.

Sobé mi cara con fastidio por mi misma. Quería comer sin culpabilidad, pero con tan solo verme al espejo me sentía insuficiente, me sentía mal al ver mi cuerpo y eso no podía cambiarlo de un día para otro.

Mi vista se fijó en la ventana, viendo el cielo oscuro de la noche, con eso la tristeza me invadió.

-¿Por qué me hiciste odiarme? – susurré con dolor.

“Debes dejar de comer como un chancho.”

“Si sigues comiendo así vas a engordar como vaca.”

“Nadie te va a querer si comes tanto.”

“Mira como has subido de peso.”

“Hija, debes dejar de comer tantas calorías, te enseñaré a contarlas.”

Solo tenía diez años, esas eran sólo palabras, pero que me duraron el resto de la vida.

Un leve choque contra mi ventana me hizo abandonar mis pensamientos. Me levanté de la cama y sentí como mi cabeza daba vueltas al instante. Me apoyé en la mesa de noche al lado de mi cama y me quedé de pie unos momentos, esperando que el mareo se vaya.

Cuando esto pasó, continué mi camino a la ventana para ver cómo desde el primer piso, Padme movía su mano saludándome, correspondí el leve saludo y moví la cabeza indicando que quería.

Movió las manos como si estuviera abriendo la ventana, lo cual yo hice.

-Hola – me susurró levemente cuando la ventana estaba abierta por completo.

-Hola.

-¿Vas a venir con nosotras a la cabaña? – consultó. Había olvidado por completo el hecho de la cabaña.

Asentí.

-Sí, ¿me esperan? Tengo que cambiarme – le expliqué, Padme asintió.

-Claro, Eris también se está arreglando – me indicó y retrocedió un poco para esperar.

-¿Quieres entrar? – consulté al verla sola afuera.

Negó.

-No, no te preocupes, alístate – me indicó con una leve sonrisa, yo asentí y cerré la ventana y las cortinas.

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⏰ Última actualización: Feb 25, 2022 ⏰

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