–Todavía me pregunto si los estúpidos cedieron o no a las amenazas. –dijo Helena en tono sarcástico.
–Sigue soñando Helena, sigue soñando.
–Claro, como es mi mayor ilusión...
–La afectada de la cabeza resultó ser otra. Deja el sarcasmo, por favor.
–¡Es que aún nos tienen aquí, en este lugar de mala muerte! Muero de hambre y sed, quiero dormir, pero todo me perturba. No recibo luz solar, estoy totalmente incomunicada... ¡Es una atrocidad!
–Tu pensamiento fue un poco egoísta.
–Lo siento, estoy alterada.
–Perdonada.