Capítulo 5

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Leah.

Cruda realidad.

«No quiero moverme»

Me duelen todos los músculos.

Mis piernas dolían.

Mi espalda dolía.

Demonios, me sentía dolorida hasta en los lugares donde no debería sentir dolor.

Me renuevo con pesadez en la cama y me invade un coletazo de malestar en toda mi anatomía. Mis párpados se sentían pesados y mi boca terriblemente seca. Necesitaba un vaso de agua urgentemente.

Abrí mis ojos lentamente, me obligué a volver a funcionar de nuevo y despertar a mi cuerpo por completo.

De apoco fui consciente de mi alrededor, y cuando mi visón logro enfocarse a través de la sofocante luz que se filtraba en la instancia, me di cuenta que esa no era mi habitación de hotel, esa no era mi cama con dosel y la dulce decoración pastel.

Lo primero que ocurrió fue que me incorporé en la cama de un salto, apoyando mis codos y me sentí mareada al instante. Lo segundo es que la calidez de un brazo estaba pegado a mi costado.

Lo miré junto a mi y mi corazón dio un vuelco al tiempo que mis piernas se enredaban en las sábanas al incorporarme sientiendo el frío piso bajo mi trasero.

No, no, no, no.

Eso no podía estar pasado.

«Dios mío, ¿qué he hecho?»

Mi cerebro proyecta el tráiler de la noche anterior «Alex bailando conmigo, su cuerpo pegado al mío, su voz sexy en mi oído pidiéndome volver al hotel, yo aceptando, yo correspondiendo a su beso y teniendo el mejor orgasmo de mi vida»

«¡Madre mía!»

Sentí que me desmayaría. Carajo, sentía que me daría un infarto de un momento a otro.

Cerré los ojos con fuerza con la esperanza que de que todo fuera un sueño, pero cuando los vuelvo a abrir y vuelvo a verlo a él recostado sobre su estómago, durmiendo plácidamente me confirma que no, no es un maldito sueño. «¡Soy una maltida idiota! ¡Una completa zorra!» «¡Aarón!»«¿¡Como pude engañarlo!?»«¿¡Como carajos lo miraría a la cara y le diría lo que acababa de hacer!?»

Rompo a llorar.

«Carajo» repetí una vez más, con el miedo a lo incierto y la culpa, sobre todo la culpa, que me apretaba por dentro demorando todo a su paso.

Me incorporé con dificultad del piso, constriñendo la sabana que cubría mi desnudez.

«¿Como pude ser tan estupida?» No tenía que haberme dejado llevar.

Sorbi mi nariz y a medida que el estupor del momento abandonaba mi mente, reparé en nuevos detalles que no hacían más que confirmar lo obvio y aumentar las lagrimas en mis ojos.

Los muebles de estilo moderno, estaban tirados: una silla con cojines negros estaba volcada sobre una alfombra gris y mullida, que estaba prácticamente echa una bola sobre el piso de cerámica blanca con estrías doradas y una botella de whisky yacía vacía sobre ella, una lluvia de cristales centelleaba con los reflejos del sol, posiblemente de algún florero que se habia echo añicos contra el piso.

Había ropa por doquier, como víctimas de una masacre de un armario y podía distinguir la mía y la suya.

Gruñí y quise darme cabezazos contra la pared, arrancarme el cabello y salir corriendo.

Placer Prohibido © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora