Capítulo 12

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Leah.

Atentado.

Observo los últimos requisos de un día lluvioso en Londres. El cielo gris y el leve viento me obligan a subir la capota de la chaqueta esperando a que el coche de Kylian se estacione frente a casa. 

Bajo del coche seguida de Luc y ambos esperamos en el umbral de la puerta de roble oscuro.

—Buenos días, jóvenes—saluda Edith, la ama de llaves de la casa de mis padres. La regordeta mujer tiene el pelo rubio atado en una coleta apretada y lleva un bonito vestido negro con volandas en las mangas y encima un simpático delantal de pasteles y confeti.

—¿Cómo estás, Edith? Me alegra verte—le digo dando un paso en su dirección y dándole un apretado abrazo.

—Mi niña, ¿por qué no te has pasado últimamente por aquí? —sus dedos se enredaron en mis antebrazos alejándome de ella para observarme mejor—. ¿Has estado alimentándote? ¿Has estado trabajado demasiado? Los morados bajo tus ojos te delatan mi niña. ¿Estás bien?

Niega repetidamente con desaprobación.

«No, no estoy bien, Edith. Aunque no tuve que aguantar a la insoportable familia Baker durante el vuelo, me duele la cabeza, estoy cansada y arta de todo. Y para colmo, no logro sacar a Alex Melbourne de mi cabeza»

Sonrio para tranquilizarla y acuno su mejilla entre mis dedos.

—Estoy bien, Edith, no tienes porque preocuparte.

—Por mí puedes preocuparte todo lo que quieras—dice Luc entrando a la casa—. No he comido en cinco horas y me encantaría uno de tus pasteles de chocolate.

Abre los ojos exageradamente haciendo círculos en su estómago con su palma.

—Por supuesto, Lucki—le dice agarrando sus mejillas entre sus dedos apachurrandolo—Bienvenido a casa.

—Gracias, Edith, te he echado de menos—le dice Luc abrazándola.

Kylian entra por la puerta y ve a Edith. Abre sus ojos y sonríe.

—¡Mi vieja!

Edith se suelta de los brazos de Luc antes de volver a ser envolvida por los de Kylian que la alza del suelo y la mueve de un lado a otro. Edith se ríe sonoramente acostumbrada a los asfixiantes brazos de mi hermano.

—Espero que no hayas echo ninguna travesura sin mi supervisión, Kyliansito —le dice Edith golpeando sus brazos cuando él la vuelve a ponerla en el suelo.

—¿Travesuras? ¿Yo? Esa palabra ni siquiera está en mi diccionario, vieja—contesta digno.

Todos rodamos los ojos.

—¿Qué hacen todos en mi casa?—pregunta una voz descendiendo de la escaleras.

Todos observamos a Nick bajar con pasos tranquilos de la escaleras, con las manos metidas en sus pantalones. Su abundante cabello castaño está todo enmarañado—siempre lo traía así sin importar que—y sus ojos de diferentes colores brillaban en la penumbra.

—¡Hermanito! Pero como has crecido. Ven que te doy un abrazo—le dice Ky corriendo en su dirección y rodeándolo con los brazos.

Nick lo empujó haciendo una mueca.

—Que me has visto hace tres semanas—se queja alejándose de él y caminando hacia nosotros.

Ky sonrió divertido antes de volver a lanzarse en su dirección y subir sobre la espalda de Nick que enseguida pierde el equilibrio y ambos caen al suelo rompiendo en estruendosas carcajadas.

Placer Prohibido © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora