Capítulo 5. Marrón.

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Hace un par de meses que conozco a Daniel y parece que han pasado años, me acostumbré tan rápido a su presencia a mi vida que olvidé lo que se sentía no conocerlo. Nos hemos visto casi a diario y hemos tenido varias citas en distintos restaurantes.

Hoy debo viajar a casa de mis padres, en realidad no es un lugar muy lejano pero hace mucho que no los visito. Nuestra relación no es mala, pero tampoco podría decir que es lo suficientemente buena como para ser tan cercanos, además, desde que terminé la universidad mi objetivo siempre fue independizarme y pronto lo logré.

Tengo una ligera sensación de incomodidad, pero estoy dispuesta a intentar algo distinto, este tiempo he abierto más mi mente y mi perspectiva de la vida ha cambiado, he comenzado a dar más valor a todo lo que me rodea y mi familia no debería ser una excepción.

El motivo de mi visita no era grato en absoluto, debía asistir al funeral de la hermana mayor de mi madre. No me agradaba la situación porque me doliera el fallecimiento, sino por lo contrario, me parecía muy hipócrita estar presente cuando en realidad nunca conviví de buena manera con esa mujer; tenía muy malos recuerdos de ella, toda mi adolescencia inventó cosas sobre mí y me contaba calumnias sobre quién era mi novio en ese entonces. Solo iba asistir por apoyar a mi madre, después de todo, soy su única hija y con esto solamente le quedaríamos mi padre y yo.

Cuando por fin llegué sentí un poco de nostalgia, tenía al menos dos años de no estar en ese lugar que no solo fue dónde crecí y llevé toda mi formación; también había sido el escenario de todo tipo de recuerdos de las experiencias básicas de la vida.

Caminé rumbo a la funeraria observando todo y recreando en mi mente esos preciados recuerdos; al pasar por el parque fue como revivir desde mis primeros pasos y caídas hasta mi primer beso en aquella banca frente a la fuente. También seguía ahí el puesto de helados al que acudía con mi mejor amiga al salir de la secundaria todos los días ¿Qué será de Olivia? La última vez que la vi fue el día que me mudé.

Llegué a al lugar, la nostalgia de inmediato se volvió desagrado. No era solo por los desagradables momentos que pasé con mi tía, nunca me había gustado el ambiente de un funeral; el fuerte olor a velas, los continuos rezos inentendibles y las personas que lloraban en cada rincón de la habitación, todo era fatal.

No tarde mucho en encontrar a mi madre, estaba cerca de una foto de su hermana, lloraba y se lamentaba en voz baja, no sabía que decirle, me limité a abrazarla para consolarla. Aún dentro de su tristeza me recibió con una sonrisa y correspondió el abrazo. Ella me ama y yo nunca le había puesto atención a ese amor.

-Te he extrañado mucho, mi niña.- Me dijo llevándome del brazo hacía un pequeño jardín que había en la funeraria, ella sabía que no estaba cómoda en ese lugar.

-Perdón...- Fue todo lo que logré decir. No me arrepentía únicamente de no venir antes a visitarla, en esos momentos y dado a que estaba en un funeral, estaba pensando en lo corta y cambiante que es la vida, estaba lamentando el no valorar lo suficiente la presencia de mi madre.

Llegó mi padre y no pude decir más. A él tampoco le agradaba mi tia así que llevaba todo el rato paseando en los alrededores, no quería estar presente pero no era capaz de dejar sola a mi madre.

-Ay Camille, con qué situación tuviste que venir a vernos.- Me dijo mientras me daba unas palmadas en la espalda. Yo aún abrazaba a mi madre.

-Perdón papá, vendré más seguido a verlos.- Sonreí.

-No te creo, pero qué más puedo hacer, estoy orgulloso de quién eres y que estes construyendo tu vida tan bien.-

Estuvimos en el lugar por un par de horas más y nos fuimos a casa, necesitaba cambiarme de ropa y descansar un poco, el ambiente fúnebre es muy pesado.

Entré a mi habitación, estaba intacta. Había pensado que mis padres le darían otro uso o al menos desmantelarían. Me di una ducha corta y tomé una de mis viejas pijamas. Antes de salir a cenar me quedé unos minutos contemplando las cosas que había en mi habitación; había una ventana junto a mi cama con un par de plantas que aún vivían gracias a mi madre, uno que otro poster en las paredes, una foto con Olivia y una foto con Elías, mi exnovio.

Salí de mi habitación para cenar con mis padres y me quedé platicando con ellos al menos hasta media noche, teniamos mucho para contarnos.

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⏰ Última actualización: Oct 08, 2021 ⏰

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