Magia Negra [Black Clover × OC]

Capítulo 2: Prueba Bautismal

   La base de los Toros Negros ardía a espaldas del Capitán, a quien no parecía importunarle el incidente en lo absoluto, mientras que del interior del edificio se podían escuchar gritos ensordecedores, pero para su sorpresa no eran de auxilio.

   –¿Hay... Gente peleando?

   –¡No me voy a rendir aún! –Asta escupió la tierra que había tragado durante el aterrizaje, poniéndose nuevamente en pie con un ligero salto y listo para embestir contra las llamas.

   –¡Idiota, así te vas a quemar vivo!

   Pero ninguno de los que se encontraba en el exterior parecía querer hacer ademán de detener el avance del chico, Ena incluida entre ellos. Antes de que su despreocupado compañero pudiera adentrarse en el mar de fuego, una bola de susodicho elemento salió disparada en su dirección desde el interior de la base, tanto Ena como Asta consiguiendo evadirla por unos escasos milímetros.

   –¡Ya estoy cabreado! ¡¿Estás preparado?! –Eran los mismos gritos provenientes del interior, una voz áspera y ronca.

   –No, pero peleemos.

   –¡Muere!

   Dos chicos se encontraban peleando en el salón principal. Uno de ellos tenía un peinado irregular, con mechones negros y lilas, donde en su raíz se podía observar una cicatriz asomar por su frente. Su contrincante por el otro lado, era un chico rubio de ojos azules, que parecía la mar de energético a pesar de la situación en la que se encontraba, riéndose con sonoras carcajadas. El chico de la cresta había sacado un bate de béisbol de su Grimorio, bañándolo con lo que parecía ser Magia de Fuego mientras que, golpeando el libro con fuerza, hacía que pequeñas bolas de susodicho elemento salieran despedidas en su dirección, semejantes a la que por poco golpea de lleno a Ena y Asta. Sin embargo, el chico de ojos azules parecía utilizar Magia de Rayo, manteniéndose a flote en el aire gracias al uso de esta, esquivando los ataques del chico de Magia de Fuego sin mayor esfuerzo.

   –¿Y este escándalo? –Era una voz de procedencia femenina. Inmediatamente Ena se encontraba arrepintiéndose de haber mirado. –He bebido demasiado... Me duele la cabeza...

   La mujer se encontraba en ropa interior.

   Al apartar la mirada en un momento de pánico, se topó con una chica de pequeña estatura devorando una montaña de dulces que le duplicaba su propio tamaño, felizmente ignorando el caos que se desarrollaba a su alrededor.

   –Sigues siendo tan guapa como un ángel, mi querida hermanita Marie. –A su lado se posicionaba un chico hablando a través de un espejo con una notable hemorragia nasal. –¡Cerrad el pico, idiotas!

   –¿Qué demonios sucede aquí? –Miles de alarmas habían comenzado a sonar en la cabeza de Ena al observar la confusión que se desarrollaba a su alrededor.

   Lamentaba no haberse marchado con el Capitán Fuegoleón. Realmente hacían honor a su título como la peor Orden pues parecían ser la mismísima personificación del caos. Asta parecía tan asombrado como ella, pues ninguno de los dos parecía querer dar crédito a lo que estaba sucediendo ante sus ojos. ¿Eran así el resto de Órdenes? No, debía ser un pensamiento ilógico, sus Capitanes desprendían demasiada calma y compostura, aunque ellos se encontraban con el caso excepcional del Capitán Yami.

   –¿Acaso tengo monos en la cara, mocosa? –Espetó el hombre con molestia al sentir la mirada de la chica sobre él.

   –En absoluto... –Respondió con cierto nerviosismo.

   –Otra vez... –Finral dejó escapar un suspiro agotado, situándose junto a Ena a la par que Gordon a sus espaldas.

   A su izquierda, Asta había dado un paso al frente nuevamente, apretando los puños y tomando una bocanada de aire hasta inflar sus mofletes.