epílogo

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Los tres adultos de cabello negro ingresaron al ascensor, en silencio. Los mayores llevaban bolsas de supermercado mientras que el menor, cargaba con una torta de cumpleaños. Se mantuvieron en silencio por unos segundos, hasta que la única mujer de los tres, suspiró.

—Echo mucho de menos a Tae —Jennie lloriqueó, mientras se movía inquieta en el espacio pequeño—, No lo veo hace mucho.

Jimin desde el otro extremo del ascensor, la miró mientras enarcaba una ceja.

—Querrás decir, mi Tae —Enfatizó.

Jennie bufó.

—Bah, Jiminie. A lo mejor Tae sí sea tu alma gemela pero él es el jodido amor de mi vida, así que quédate callado.

Jungkook, el último pelinegro y el que estaba al medio de los otros dos mayores, tosió falsamente. Los demás lo miraron de inmediato, serios y enarcando una ceja. El menor les sonrió, irónico, mientras miraba desde Jimin a Jennie y viceversa.

—¿Ustedes se acuerdan con quién Tae está casado, verdad? —Su sonrisa falsa e irónica siguió intacta—, ¡CONMIGO! Así que déjense de lloriquear y proclamar a MI esposo como suyo, gracias, saludos.

Maldito ascensor que nunca llegaba a su piso, que compartía con su esposo de hace años, con su hijo perruno y su hijo humano que cumplía tres añitos.

Jimin rodó los ojos.

—Qué pésimo amigo eres Jungkook, en serio, tus hyungs no te criaron así, debes de compartir —Le recriminó, mientras negaba con la cabeza como si el menor fuera un niño y había hecho una travesura.

Jennie asintió con la cabeza, mientras le fruncía el ceño.

—Sí Jungkook, nosotros lo vimos primero, hazte a un lado.

El menor tiró su lengua contra su mejilla interna, molesto y celoso. Sabía que Jennie y Jimin de verdad no estaban enamorados de Taehyung, pero era virgo, posesivo y celoso. Era su Taehyung, su esposo, su guitarrista favorito. Maldita sea.

Gracias a Diosito, el ascensor abrió sus puertas y los dos pelinegros mayores salieron de el correteando, felices y ansiosos por llegar al departamento de los Jeon-Kim y ver a su mejor amigo. Jungkook, resignado y apretando la mandíbula, los siguió, alcanzando a ver justo como su esposo salía para recibirlos y como era acaparado por dos pares de brazos largaduchos y pálidos.

Mío mío míoooOOOOooOOoOooO.

El ahora castaño, que dejó hace mucho tiempo sus cabellos azulados, rio levemente, mientras recibía un apretado abrazos de los pelinegros y ciertos besitos en el cabello y mejillas.

Aww, qué tierna imagen era a decir verdad. No se veían hace un tiempo, Jennie y Jimin habían estado de gira por el quinto álbum de BlackPink y Taehyung no había ido, haciéndose cargo de su pequeña familia.

Muy linda imagen, sí, muy tierna. Sería una pena que...

—¡Ya basta! Déjenlo respirar, Dios santo —El pelinegro que faltaba por dar mimos a Kim Taehyung reclamó, haciéndose escuchar furioso.

El guitarrista carcajeó, viendo a su esposo celoso y aún cargando la torta de cumpleaños de su hijo.

—¡Ah, Jungkook-ah! ¡Comparte, ¿quieres?! —Reclamó Jimin, gritando levemente.

—¡Sí, Jungkook, en serio! ¡Hazte a un lado, déjanos ser felices con Tae! —Recriminó Jennie.

Desde adentro del departamento se asomó Yoongi, teniendo a su sobrino jugando con una cadena que llevaba puesta el mayor en brazos y viendo a su novio hacer un espectáculo. A un lado suyo, apareció Lisa, también siendo público al ver el escándalo de su novia.

Tanto como Jimin y Jennie se quedaron callados, viendo a sus novios serios y esperando algo. Los pelinegros sonrieron de manera inocente, acercándose para poder saludar de buena manera a sus respectivas parejas.

Rosé solamente rio, acercándose para tomar la torta de los brazos de Jungkook e ir a dejarla a la cocina.

El fan número uno de Taehyung al verse libre, tomó rápidamente por la cintura a su esposo y le besó. Suavemente, dulcemente, como si no se hubieran visto en años, cuando realmente fue hace dos horas.

—¿Cómo está el amor de mi vida? —Le preguntó sobre sus labios, el castaño se sonrojó.

—Mucho mejor ahora que estoy con el amor de mi vida.

Ambos se sonrieron, y dándose un besito fugaz en los labios, ambos se adentraron al departamento para poder finalmente celebrar a su hijo.

La fiesta fue bonita, la decoración estaba preciosa, tanto como los hyungs y las chicas habían llegado temprano para poder celebrar a su pequeño sobrino, la inspiración de cada uno.

Bae, en brazos de su padre cantante, chillaba feliz al ser recibidor de tanto cariño. Fue ameno, tranquilo, siendo simplemente los dos grupos y los padres junto al hijo perruno y al bebé que recibía otro añito de vida.

Ya cuando todos se hubieran retirado a sus propios hogares, después de haber ayudado a ordenar y a limpiar, la familia Jeon-Kim fueron a la habitación matrimonial, teniendo a su pequeño retoño entre los dos padres y el bebé perrito durmiendo a los pies de la cama.

—¿Eres feliz, Jungkook? —Taehyung le preguntó en un susurro.

El pelinegro lo miró a los ojos y después miró a su hijo que estaba entre ellos, con los ojos cerrados y su respiración calmada, dormido.

—No me arrepiento de nada del mundo el haberte mirado a ti en vez del grupo que se presentaba en esos premios, Taehyung. Soy demasiado feliz.

El castaño le sonrió, y le acarició el cabello, sus ojitos cerrándose suavemente por el cansancio.

—Te amo, amor mío —Le susurró.

Jungkook tomó su mano y le dio un beso en el dorso, luego entrelazó sus dedos y apoyó ambas manos en el estómago de su hijo.

—También te amo, mi guitarrista favorito.

—También te amo, mi guitarrista favorito

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El guitarristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora