✿ ❘❘ 𝗣𝗘𝗥𝗙𝗨𝗠𝗘 𝗗𝗘 𝗥𝗢𝗦𝗔𝗦 ─ Haitani Ran

No. 8

Su cuerpo comenzó a despertar, le indicaba que abriera ya los ojos. Se removió ante la idea y apretó la almohada que tenía entre sus brazos, ésta se quejó cosa que le pareció extraño, ¿por qué una almohada se quejaría?

Terminó por abrir los ojos de par en par, aclarando su vista.

— ¡Ahhh! — gritó apartándose y empujándolo, lo que hizo que ella cayera al suelo.

— ¿Qué...? ¿Por qué estás en el suelo? — preguntó con voz ronca, tallando uno de sus ojos.

— ¡Más bien, ¿qué haces en mi cama?!

— ¿No te acuerdas lo que pasó anoche?

Frunció el ceño y al hacer memoria logró recordar el momento vergonzoso que protagonizó la noche anterior; quedando ella dormida abrazada y sobre él.

Su cabeza se sentía mareada y adolorida, de nuevo.

Se levantó hacia su buro, abrió uno de los cajones y sacó una caja de medicamentos. Tomó una botella medio llena que estaba en el pequeño mueble y bebió agua para poder pasarse las pastillas.

— Maldición. — carraspeó y le dio la espalda. — Pero qué mierda hice.

— No fue tan grave, sólo te quedaste dormida.

— Sobre ti. — tapó su rostro con ambas manos.

— Parecías un koala.

— Agh, cállate.

— Uno muy bonito.

— ¡R-Ran! — tomó un cuaderno del mueble y se lo lanzó. Él rió ante su acción. — ¿Y por qué no te fuiste?

— Te aferraste mucho y lucías cómoda, no quería despertarte.

— Qué considerado.

— ¿Qué tomaste? — cambió de tema.

— Son unas pastillas que me recetó el doctor pero al parecer debo conseguir otras, estas están dejando de ser efectivas.

— ¿Estás enferma o algo así?

— No tengo que respoderte. — buscó su celular con la mirada y lo encontró sobre la cama.

Se inclinó sobre Ran a tomarlo, ya que estaba justo a su lado. Él lo tomó antes y lo alejó de ella.

— Dámelo.

— Responde.

— No quiero.

— Entonces no te lo doy.

— Ran, ¿por qué me haces la vida tan complicada?

— Tú la haces complicada, cariño, a mí dame lo que quiero y no tendrás problemas.