Prólogo

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Encontrarse con personas que viven encerradas en lugares sombríos contra su voluntad, que son obligados a sufrir un dolor que ellos no buscaron, conocer aquellas personas que sienten que su sueño más querido es el que más los hiere, esas personas que viven solo porque son cobardes en acabar con su vida, puede ser la desgracia más grande que se puede cruzar en tu vida.

La habitación lleno de melancolía, solo era iluminada por el rayo de luz de la luna, este se asomaba lentamente por aquel pequeño orificio de la ventana, el alma de dos cuerpos y el pensamiento belicoso se ahoga lejos del aire frío de la noche, el silencio invadía toda la habitación, un silencio, un gran silencio, un silencio aterrador empezaba a crecer dentro de su cabeza y él solo buscaba romper esa sensación de soledad y allí estaban, en esa habitación tan cerca uno del otro; sin embargo, condenados a sus respectivos destinos que podrían estar separados por el mundo entero, o tal vez por la vida y la muerte.

—Gracias, gracias por estar conmigo en este momento. No pensé que tú serías la única que se quedaría junto a mi —dijo Jhak sentado en la silla, mirándola con tristeza y con miedo de que se aleje de a quien los ve.

Jana entornando sus ojos verdes, perdidos de una hermosura maligna, el cabello todo alborotado, recorría la habitación y tocaba con tanta delicadeza cada objeto que había en ella, para después mirarlo y sonreírle.

—No todo es como parece ¿No crees?, Después de todo, esto es solo una estupidez — dijo Jana un tanto desconcertada.

—Aun, ¿me culpas de lo que sucedió? —Respondió Jhak, mientras en su mirada solo existía un vacío y remordimiento, se veía como un chico que de alguna manera solo buscaba morir y vivir en un holocausto de amor.

—Si te culparía estaría esperando algo a cambio, pero yo de ti, no quiero nada, es solo que —miro fijamente a los ojos de Jhak penetrando su alma y lo que salió después de sus labios carnosos, era algo que él nunca pensó escuchar de ella— es solo que no quiero seguir viendo a una persona tan miserable como tú.

Jana tenía una mirada fría, que solo reflejaba odio e ira, pero a la vez una inmensa tristeza. Ella creía que, si se alejaba de él, Jhak por fin seria libre de esas cadenas de sufrimiento; pero él era el lugar donde todo comenzó para ella, y sin él, apenas podría saber quién era; sin embargo, no podía vivir así, fue el destino, o tal vez las personas culpables de aquel trágico acercamiento.

—No, ¡No puedes hacerme esto! ¡No ahora!, porque si tú me dejas, estaré completamente solo — Sus lágrimas caían con desesperación por todo su rostro, en ese momento lo que alguna vez dibujó en su mente se destruía convirtiéndose en nada, tenía ese sentimiento de desesperación, soledad y tristeza, todo su sueño se desmoronaba y se hundía en ese mar de sangre que por tanto tiempo dejó de visitar, una voz temblorosa y baja salía de él —No soy nadie... esto...yo...yo no quise hacerlo, soy un cobarde, soy un...

—Primero ¿Las lágrimas que derramas acaso son sinceros? —Interrumpió Jana dando un suspiro —Y debes estar equivocado, para comenzar no puedo dejarte solo, porque nunca regresé. En un momento dado de mi vida, mi mundo se desmorono por ti; sin embargo, puedo ser así de fría, mientras veo tus lágrimas caer y ya te dije, no te culpo de nada, solo quiero alejarme de ti, de tu sufrimiento, de tu destino.

—¡¡¡No fue mi culpa!!! Jana tú... ¡¡¡Tú sabes!!! ¡¡¡Sabes lo que pasó!!! ¡¡¡Esto no es mi culpa!!! — grito con desesperación, mientras se arrastraba como un perro a las piernas de ella en busca de alguna luz que podría ayudarle a salir de ese tormento de soledad.

—Tan miserable como siempre, solo eres una persona que no merece vivir, aunque es divertido hacer todo esto, tener este papel me encanta, solo yo sé lo mucho que sufres —dijo Jana entre risas, ella hecho un vistazo a sus piernas donde el joven estaba tocándola con desesperación para no dejarla ir; pero Jana sacudiendo su pie bruscamente botó a Jhak dejándolo en el suelo y luego dio un suspiro dramático, como si éste fuera uno de los pocos momentos que hubiera experimentado en su vida, sin más que decir salió de la habitación desapareciendo por completo.

—La vida no tiene sentido sin ella — Argumento Jhak entre lágrimas tirado en el suelo a lo que llamaría su espacio de soledad — El hombre vive y luego muere, lo que sucede en medio no tiene sentido, ¿no tiene sentido? ¿Entonces por qué duele tanto? — Se toco la cara con suavidad y empezó a secar sus lágrimas para luego echar un suspiro y dejo que el silencio invadiera la habitación.

Unas Palabras desesperadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora