Cuando el sol yacía por las montañas y el cielo se empezaba a aclarar y tornar de color azul, morado y celeste, Jhak regresó a su casa, no hizo ni un ruido al tiempo que entraba.
Cuando pasó por la cocina, miró por la ventana para poder verla, puso su mano dentro de la polera que tenía puesta, luego se dirigió a su cuarto, y entre sus maletas buscó algo que protegiera a Jana del frío que, hacia fuera, luego de este sacó una manta con un diseño raro.
Jana pretendía estar dormida y como se encontraba entre los arbustos, ella casi no se llegaba ver con claridad, o al menos eso creía, ella habría sus pequeños ojos rasgados para ver si Jhak aún estaba viéndola, para su sorpresa él ya no se encontraba donde ella la vio por última vez, empezó a observar por todas partes asustada y angustiada, en esos instantes siente caer algo suave por su cuerpo.
Jhak desde la puerta de su casa tiró la manta en el cuerpo de ella y grito — ¡¡¡Hey!!! ¡Tonta, hace frío, por lo menos tapate con eso! — Sonriendo dulcemente cerró la puerta.
— Bueno espero que al menos no sienta frío, pero espera, creo haberla hablado con tanta familiaridad, ¿No la abre asustado? — Un poco confundido Jhak observó por la ventana para ver si aún seguía ahí, cuando la vio agarrando la manta y no hacer ningún otro tipo de movimiento que significaría que huiría, se calmó — ¿tendrá hambre?, me pregunto ¿desde hace cuento no come? — se dirigió a la cocina y de su despensa buscó todo lo necesario para poder prepararle un sándwich y poder dárselo con un vaso de leche, mientras de reojo la miraba por la ventana.
— Ese cabello blanco, largo y esponjoso que tiene, se le ve maltratada, sus ojos pequeños y chinitos, color verde no brillan como debe ser, sus labios rosados están resecos, su cuerpo tan delgado, se ve como si se fueran romper ¿Cuánto sufriste pequeña? — dijo Jhak con tristeza, e imagino varios escenarios donde veía a Jana soportando tanto pesar.
Sin expresión alguna Jana cogió la manta y se cubría con ella, podía sentir que sus manos, sus pies, todo su cuerpo estaba cada vez más cálida, por lo que ejerció una sonrisa ligera. Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que se inició uno de esos grises días plegados de nubarrones, las nubes grises vienen flotando con palabras ya usadas, es muy poluta e impura en la naturaleza, porque en ese momento los vientos violentos agitan a las nubes para traer la lluvia y acompañar la tormenta, llegaba las frías lluvias de abril, las gotas de agua se deslizaban sin cesar por las mejillas rosadas de Jana.
Jhak al darse cuenta de la tormenta que llegó inesperadamente, agarró la sombrilla negra que tenía cerca de la puerta y salió corriendo a través de la lluvia para estrellarse contra la persona que él veía sufriendo.
— En día como estos cuando llueve comparto mi sombrilla con alguien y si no tengo una, comparto la lluvia, dime Jana ¿Qué quieres compartir conmigo? dijo Jhak mirándola con ternura y estirando su mano con delicadeza hacia ella.
Jana miró con esperanza los ojos de Jhak, la forma de las manos ajenas la distrae e imaginó historias con esas manos y finales detrás de esas historias, un ciclo infinito.
Sin darse cuenta, ella estiró sus manos para sujetar las manos de luz que serían su salvación, su única salida de su mundo de dolor y sufrimiento, su mundo en donde se encontraba encerrada por muros, y esa mirada, solo esa mirada derribó por completo aquello que la tenía encerrada y así ella pudo dar un paso más a lo que llamaría su felicidad.
Jhak sujeto con fuerza, pero a la vez con delicadeza las manos de Jana, la ayudo a levantarse, luego la abrazo para que le transmitiera su calor al cuerpo de Jana y junto a la sombrilla, se dirigieron hacia la senda que llegaría a la puerta de la casa.
Llegaron todo empapados a la casa, Jana se sentó en la silla que se encontraba junto a la mesa donde estaba el sándwich y el vaso con leche, ella parecía como si estuviera pensando en algo, se quedó mirando a la nada, todas sus expresiones eran solemnes.
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Unas Palabras desesperadas
Mystery / ThrillerEl silencio nunca fue una opción, fue un privilegio; un mundo donde el deseo de la desesperación de gritar, llorar y confiar solo existía en el sueño de algún loco o al menos eso es lo que pensaba un joven.