La sala que ocupaban era más grande que la usual, y hacía que todo se sintiera veinte veces peor. Melida se encontraba paseando de un lado a otro, como si su energía interior necesitara ser liberada.
—Debimos ir con ellos —repitió por quinta vez—, quizás encontramos algo que pasaron por alto.
—El Maestro estará aquí en cualquier minuto y tenemos que informarle de la situación —mumuró Nizeq—. Tenemos que asumir nuestra responsabilidad, Melida.
—No habría nada más que informar si estuviéramos allí y consiguiéramos traerlos de vuelta.
—Gothrem debía traer un rastreo mágico encima, no podíamos mantenerlos aquí por siempre, vendrían a buscarlo. Mantén la calma, no ha sido culpa nuestra que el ritual no funcionara.
Lanzó una mirada de costado a la otra persona que los acompañaba. El hombre le frunció el ceño.
—El ritual se completó, seguí todos los pasos, he hecho una verificación mágica y...
Se detuvo al darse cuenta que Nizeq, con sus sentidos vampíricos, había desviado la mirada hacia la puerta. Melida dejó de pasear de un lado a otro.
Las puertas se abrieron para dar paso a una figura encapuchada ante la que los tres, inconscientemente, agacharon la cabeza.
—El ritual no ha funcionado y se han escapado los prisioneros —resumió efectivamente. Una silla fue invocada frente a los tres mientras el encapuchado se acercaba—. ¿Yurek?
—El ritual fue completado, señor. Hice una verificación y los resultados demuestran que...
—Que Abunek nos traicionó —interrumpió el hombre para sorpresa de todos—, tenía familia en algún lugar que ha ocultado de nosotros....o no lo sabía y lo pasamos por alto. De cualquier forma, imperdonable.
Soltó un suspiro cansado, pensando que aquella noche había estado en La Casa Presidencial, listo para asumir el mando, listo para liderar un ejército, y sin embargo estaba de vuelta en este castillo lidiando con más problemas. Se tumbó sobre la silla.
—¿Yurek, podrás ubicarlo?
—Deme una semana, mi señor, encontraré la localización de su sangre sobre este mundo, tengo exactamente la combinación de hechizos que necesitamos y ya puse dos en curso.
Hubo un asentimiento y Yurek sintió que su vida volvía a tener un propósito. Esta vez no fallaría.
—¿Nizeq, Melida?
—Seguimos el rastro al Bosque de Capitela pero no estaban ahí, desaparecimos a locaciones comunes en las que pudieran haber intentado como sus casas o de vuelta a Beckendorf, pero no los encontramos, pensamos rastrear en conjunto...
Una mujer con un embarazo en estado avanzado ingresó a la sala.
—Leticia — susurró el hombre sobre la silla como bienvenida, a pesar de que no esperaba la interrupción.
—Los han encontrado, mi señor, en el bosque de Diringher. Llamaron al cónsul en persona a revisar el caso.
—Un suegro bien conectado —rió el Maestro—. Leticia, cada vez más demuestras ser alguien digno de confianza. Vuelve a tu puesto y envía un mensaje encriptado si sucede algo más, no vale la pena arriesgar lo que has conseguido viniendo en persona. Además, en tu estado es mejor no ponerte en peligro con portales ni desapariciones a larga distancia.
—Sí, señor, sobre todo respecto a lo último que escuché...
Todos se inclinaron en su dirección pero Leticia no miró a su Maestro, sino a Nizeq, cuya sonrisa se ensanchó al darse cuenta que se fijaba en él.
—Quizás Nizeq podría contarle mejor lo que le hizo al joven Gothrem, señor.
—Sentí algo luchar contra mi veneno —murmuró, perdiendo la sonrisa en cuanto el Maestro se volvió hacia él—, por eso no...
—Han sido trasladados, no logré descifrar la ubicación pero imagino que no debe pertenecer a la cofradía sino a las familias reales. Y sí, alguien estaba luchando para sacar el veneno: Irina Britt.
—¿Y qué opinas, Nizeq? —preguntó el Maestro comprendiendo rápidamente la situación.
—No podré saber si lo consigue durante un tiempo, toma algunos días mientras su fuerza se asienta para que pueda sentir a un subyugado.
—¿Y si tuvieras que apostar?
Nizeq sonrió y el Maestro sintió cómo los ánimos de la sala subían.
—Apostaría a nuestro favor.
ESTÁS LEYENDO
El símbolo del hechicero (Igereth #3)
FantasyÉl: Se niega a considerar que la persona que más odia sea la que debe intentar salvar. Ella: Va a hacer todo lo posible por mantener a todos vivos. Todos: Van a tener que huir en medio de lo que parecen planes para una guerra cercana. ¿Lograrán sobr...