El aire puro tiene propiedades mágicas. Sé que no se ha estudiado todavía pero alguien debería. Cuando el padre de Irina dijo que deberíamos ir a su casa, no esperaba aparecer en este lugar en medio de las montañas y sentir el sol en la cara.
—¿Esto es tu casa? —no pude evitar preguntar.
En cuanto lo dije, me di cuenta que la palabra resultaba totalmente ridícula. Eso no era una casa. Era un castillo, una fortaleza, una mansión, pero si esto era una casa, yo vivía en una caja de cartón sucia. Si esto era una casa, la Gran Muralla China era una valla.
Anonadado por los altos muros, columnas decoradas y bellísimos jardines, me perdí lo que aparentemente fue un largo proceso de confirmaciones de seguridad, con Irina y su padre haciendo movimientos precisos y cuidados. Este último se retiró y anunció que haría unas gestiones particulares. Pensé que eso sería todo pero dentro de la casa, las indicaciones de seguridad se repitieron hasta el punto en el que cuando Irina sugirió que bajáramos a relajarnos junto a la piscina exterior hasta que su padre volviera, pensé que estaba bromeando.
Pero no, una hora después, aprendí que la familia Britt tenía un pequeño almacén lleno de trajes de baño de todos los tamaños, y que podías tomar una como regalo para disfrutar de la piscina.
Irina parecía preocupada por mantener el ambiente relajado e incluso me consiguió un cuaderno de dibujo y algunos lápices, sabiendo que me gustaba dibujar.
Se dedico a dirigir a James nuevamente con su forma de caminar mientras sus empleados nos traían diferentes tipos de bocaditos y mi amigo re-descubría cómo ingerir comida humana.
—Es un gran paisaje, ¿verdad? —se acercó a preguntarme Emmeline cuando nos dejaron algunos refrescos—. Extrañaba estar al aire libre.
Era un gran paisaje, pero no era eso lo que estaba dibujando. No había visto una sirena desde que era pequeño y mis padres nos llevaron al parque de diversiones más famoso de Igereth por mi cumpleaños; sin embargo, Emmeline estaba dando vueltas en la piscina y no pude evitar dibujarla con una cola de pez y ponerle estrellas marinas en el cabello. Sería una sirena increíble.
El Kyle de hace tres días, encerrado en una habitación con su mejor amigo transformándose en vampiro, jamás se hubiera imaginado estar aquí, tarareando mientras dibujaba la sirena más bonita que pudiera imaginar.
—¿Puedes cantar más fuerte, Kyle? No todos los presentes tienen un oído vampírico.
Di un respingo y Emmeline rió más fuerte.
La recordé en su vestido blanco por la fiesta de Halloween y empecé a cantar Ifigenia. Intenté seguir coloreando las escamas pero una sensación extraña no me dejaba continuar.
—¿Qué? —salté al darme cuenta que todos me miraban.
A Irina le tomó un par de segundos responder.
—Kyle, ¿alguien te ha oído cantar?
¿De dónde venía esa pregunta?
—Mi familia, a veces. ¿Por qué? ¿Qué pasa?
De repente, James estaba a mi lado, dándome golpecitos en la cabeza.
—Eso fue increíble. No sé qué haces queriendo trabajar en la cofradía cuando podrías sacar a Krathog del negocio. Olvida eso...podrías sacar a cualquiera, podrías acabar con la maldita industria.
Me tomó varios segundos poder encontrar mi voz después de eso. Sabía que no cantaba mal, pero tampoco al punto de que se burlaran de mí.
—Tú también cantas increíble —le lancé a Irina—, te escuché en Halloween.
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El símbolo del hechicero (Igereth #3)
FantasiaÉl: Se niega a considerar que la persona que más odia sea la que debe intentar salvar. Ella: Va a hacer todo lo posible por mantener a todos vivos. Todos: Van a tener que huir en medio de lo que parecen planes para una guerra cercana. ¿Lograrán sobr...