PARTE UNO

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—Hermano, ¿soy hermoso?

—Lo eres, Lucifer.

—¿Por qué no puedo tocar tus alas?

Michael revolvió el cabello rubio de su hermano.

—Porque nacimos en eones diferentes.

Los ojos del segundo arcángel viajaron hacia las alas resplandecientes de Michael, las contempló por un rato. Vio el tenue brillo verde en ellas, luego se dio vuelta dispuesto a marcharse. Su brazo fue sujetado. Michael lo tomó de la mano y la llevó hasta su mejilla.

—No puedes tocar mis alas, pero hay otras partes de mí que puedes tocar. —Con una sonrisa, despacio movió la mano de Lucifer hasta su cabello.

Los ojos de Lucifer parecían dos gotas de rocío iluminados por los rayos solares. Una sonrisa se dibujó en sus labios.

Padre creó a Michael, su primogénito. Una de las primeras criaturas. Cuando Michael existió, lo primero que vio fue un espacio blanco y luego a Padre. El tiempo no existía, aún no. Michael lloró, estaba solo. Luego Padre creó los Valles, un lugar donde su hijo pudiera estar y cuidar.

Michael podía ver lo que aún no existía, tenía cierta conexión con su Padre. Unas inmensas alas fueron otorgadas porque Padre sentía que su hijo estaba incompleto. Grandes alas, majestuosas y dos espadas para que pudiera levantarse en su nombre, para honrarlo.

Michael estaba en las aguas del Valle cuando Padre envió a Lucifer con él. El chico estaba desorientado, caminó como se le fue pedido hasta que pudo ver al arcángel castaño. Michael levantó el rostro y miró a su hermano. Rubio, de ojos azules, su piel marmórea y sus alas bañadas en plata. Le sonrió, pero Lucifer no reaccionó.

Lucifer estaba absorto en el porte de su hermano mayor, su cabello castaño, sus ojos color miel y sus grandes alas blancas con un resplandor verde, era fascinante.

—Bienvenido, hermano.

La voz de Michael era masculina, grave.

Michael cerró los ojos. Lucifer dio varias vueltas con pasos lentos, admiraba todo de su hermano. Michael estaba bañado en una luz pura y celestial, sus alas se extendieron. Lucifer quiso tocarlas, acercó su mano con cuidado, pero cuando tocó las plumas una intensa sensación le recorrió la mano. Dolor.

—Michael —llamó. Su voz era dual, masculina y femenina.

El primer arcángel estaba en trance. Lucifer se sintió extraño, pero un extraño desagradable porque su hermano lo ignoraba. Molestia.

—Michael —de nuevo dijo su nombre con un poco más de potencia.

Michael abrió los ojos y le sonrió.

—Lucifer, ven.

Le enseñó las aguas. Sus dos espadas estaban dentro. Mojó de nuevo sus manos y le pidió a Lucifer que hiciera lo mismo. Lucifer estaba indeciso, pero decidió hacerlo. Fresco. Michael cerró los ojos de nuevo, luego, le pidió a Lucifer que lo esperara, él iría con su Padre por un momento. Michael se elevó y extendió sus alas. Lucifer quedó anonadado.

Si Michael hubiera sabido lo que pasaría después, jamás habría dejado solo a su hermano. Lucifer fue condenado. Su destino había sido marcado.

La madre de Lucifer, La Estrella de la Mañana, esa vil traicionera y sus hermanas, usaron artimañas para engañar a Lucifer y condenarlo, a estar maldito para siempre y convertirse en la futura Bestia.

Michael aulló de dolor cuando atravesó a la mujer y a sus hermanas. Se llevó a Lucifer.

Lucifer supo que algo significativo iba a dar lugar. Su Padre le había dado la espalda cuando más asustado estaba. Lleno de miedo, lloraba. Su único consuelo fue su hermano Michael.

LUCIFERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora