Capítulo 31.

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Makis.

Dos horas antes.

La gringa parecía esquiva, incluso podría decir que de alguna manera parecía que no quería verme, porque solo se había centrado toda la mañana en correr en una dirección contraria a donde estaba y apenas me había saludado. Así que ahí me encontraba, mirando como mi mejor amiga comenzaba a alejarse un poco de mí, manteniéndose tan alejada que me dolía, hasta que vi esa cabecita castaña moviéndose con fluidez entre las muchas personas.

—¡Makis! — Sophie venía corriendo, sin aliento y alterada. — ¡Makis, ven!

—Princesa. — Susurré haciéndole una seña a Camila para que estuviese atenta a la lancha. — ¿Qué estás haciendo acá? — Murmuré cuando la tuve frente a mí, recibiendo un abrazo efusivo. — ¿Soph, con quién has venido? — Intenté ver su carita, pero la niña solo se apretó con más fuerza contra mi barriga, entonces descubrí que la niña venía sollozando. — Sophie, necesito que me mires. — Como pude me tiré sobre mis rodillas para tomar su carita llena de lágrimas. — Sophie, ¿cómo llegaste acá? ¿Con quién has venido?

Los ojitos tristes de la niña me recordaron tanto a los de su madre, llenos de un dolor que era apenas contenible y que no tenían reparos en dejar salir en alma para que quedara expuesta al mundo, derramando sus emociones hasta el punto de tener ese centro suave en el centro de las manos de cualquier persona que le diera un poco más de amor.

—Tienes que decirle... — Sollozó antes de abrazarse con fuerza a mi espalda. — Tienes que decirle que no se vaya.

—¿Quién? — No comprendía a que se refería, pero algo definitivamente la estaba torturando. — Soph, necesito que te calmes y que hables conmigo, es la única manera en que podré ayudarte.

Por primera vez fue ella quien me miró sin ningún tipo de persuasión, completamente rota y desesperada porque yo le diera una solución a eso que le estaba molestando. Su labio temblaban y las lágrimas seguían cayendo como su estuviera siendo torturada brutalmente.

—Tienes que decirle a mi mamá que no se vaya. — Murmuró. — A ti te escuchará.

—¿¡Qué!?

—Mamá se quiere ir, Makis. — Sollozó. — Se va a embarcar y nos dejará solos. — Aún conmocionada con la noticia solo pude negar aturdida. — La escuché, yo la escuché.

La frese se repetía una y otra vez, apenas permitiéndome salir de ese estado catatónico. — Soph. — Susurré el nombre de la niña. — ¿Por qué vienes a contarme esto a mí?

—Porque mi mami te ama, Makis. — Confesó inmediatamente. — Mi mami está enamorada de ti.

Esa sola conciencia de que la niña supiese todo me atemorizó y casi me hizo querer huir. — Creo que estás confundida princesa.

—¡No lo estoy! — Se defendió furiosamente. — ¡Yo la escuché, se lo dijo a mi abuelita!

—Creo... creo que se refería a la señora Alex. — Intenté persuadirle, solo porque estaba aterrorizada de que ese hermetismo con el que habíamos tratado todo lo ocurrido entre nosotras se viese desarmado por un pequeño error. — Ella no está enamorada de mí, Sophie.

—¡Lo está! — Las mejillas de la pequeña comenzaron a ponerse rojas de la rabia, mientras las lágrimas se seguían deslizando con fluidez por el lugar. — La escuché, yo la escuché cuando se lo dijo y también las veo. — La niña estaba tan alterada que apenas podía controlar su tono de voz. — Te mira como miraba a mi mamá. — Los sollozos de mi princesa comenzaron a hacerse más fuertes y descontrolados, mientras que su cuerpito comenzaba a temblar, casi tanto que temí porque se estuviera colapsando frente a mis ojos. — No dejes que se vaya, no... no... no quiero perderlas.

Mar de amores. (G!P) - [Makia] (Ventino)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora