Shame ||Wen Ning x Lan Sizhui|| COMPLETO

Especial por Halloween

ADVERTENCIA: está narración es un one shot totalmente ajeno al fanfic y probablemente cause tristeza y sentimientos de desolación.
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El poema de la novia abandonada.

Habían pasado alrededor de seis meses desde que no veía a Wen Ning.
En realidad las cosas habían estado mal desde mucho antes; alrededor  de dos años atrás, el general fantasma había dejado de frecuentar el receso de las nubes tanto como lo hacía antes.

La última vez que lo vio, Wen Ning le dijo: —Pequeño rábano, en unos meses serás todo un adulto. Me haces sentir verdaderamente anciano.

—Ning-shushu. ¿Vendrás para mí cumpleaños?

Pero Wen Ning solo le palmeó la cabeza y le sonrió con mucha ternura.
Yuan no era ningún tonto, sabía que algo andaba mal con Wen Ning, pero simplemente no se había atrevido a comentarlo con anterioridad, hace dos años, hace un año, seis meses atrás.

Genuinamente le daba miedo preguntar o hacer un comentario al respecto, pero algo en su corazón se estrujaba cada vez que pensaba en ello.
Su cumpleaños llegaría en la mañana.

Wei Wuxian le consiguió toda clase de golosinas, Lan WangJi le regaló un guqin, entre Zizhen, Jin Ling y JingYi le hicieron un montón de linternas que liberaron al atardecer, en honor a sus veinte años. Y al caer la noche celebraron la cena que Lan Qiren y Lan XiChen prepararon para él.

Todos eran regalos hermosos, pero allí, sentado en el gran salón del comedor, rodeado de sus padres, de sus tíos y de sus más cercanos amigos, Lan Sizhui se sentía profundamente solo.
Mirando todo el tiempo a la puerta, como si esperara algo, cualquier cosa, una señal mínima que le dijera que Wen Ning estaba cerca. Pero no había nada, nada pasó.

Por la noche no pudo conciliar el sueño, en su corazon deseaba que en cualquier instante alguien llamara a su ventana, y escondido de los ojos un Wen Ning curioso lo visitara y aunque fuese un momento muy breve y le diera un abrazo de cumpleaños. Yuan no quería linternas, ni un Guqin, ni una cena, tampoco quería golosinas, Yuan solo quería ver a Wen Ning aunque sea un segundo.

La mañana llegó pero Yuan no tenía energías ni ganas de nada. Solo sentía una tristeza profunda en lo más hondo de su alma.

Pasaron un par de días.

Pasaron las semanas.

Wen Ning se había ido sin dejar razón de su paradero.
La última vez que lo vió, lo había abrazado con mucha fuerza y le había contado cosas de cuando era un niño.

—Yuan, por favor no olvides a este viejo general.

Esas palabras resonaron como un eco doloroso en su cabeza. Ahora lo comprendía.

Wen Ning no iba a volver.

Aquella última vez fue la despedida.

Las lágrimas comenzaron a emerger de sus ojos como ríos espesos de un sufrimiento amargo.
Sizhui salió de la biblioteca y corrió por los pasillos sin importarle nada más.

—¡Wei! ¡Wei Wuxian! ¡WEI WUXIAN!

Gritó a través de los pabellones, no le importaba ser reprendido, en ese mismo momento estaba sufriendo.
Sin cuidado abrió la puerta del salón donde Wei Wuxian solía acompañar a Lan WangJi en sus labores.