Capítulo segundo. ~ ¿Un corazón de oro o de oscuridad?

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Ahora situemonos en un lugar al que podríamos denominar como el mismísimo paraíso.

Cada uno de los días del año innumerables soles de un color dorado como el oro daban luz y calor a esre lugar, pero sin llegar a ser una molestia.

Extensos prados de color verde recorrían el pequeño pueblo que se situaba en el centro de este lugar.

En lo más alto se situaba un hermoso castillo de colores cobrizos, el cuál daba repetidos destellos cuando la luz de alguno de los muchos soles que había en el cielo azul lo iluminaban.

Sí, esto es el cielo. ~

Narra Siralos:

Sin duda este era un día espléndido en mi hermoso mundo, todas las personas que aquí habitan parecen estar verdaderamente felices, ¡y eso hace que yo también lo esté!

Aunque, en este caso, no lo hace enteramente. ¿Por qué? No sé la razón, pero últimamente he estado teniendo una serie continuada de... ¿Cómo decirlo? Pesadillas.
Prefiero no recordarlo, pero no puedo evitarlo.
No suelo recordar exactamente lo que recuerdo, a pesar de ser un dios, pero, es como si algo no me permitiera hacerlo.

Ah... Qué horrible.

Me desplomé en mi habitual asiento, donde podía contemplar desde lo más alto cada una de las bellas casas de mis habitantes.

— Aah... Tanta paz. Quisiera poder aprovecharla... — Y suspiré melancólicamente.

Sentí como unos pasos suaves se acercaban lentamente hacia mí.
Pude identificar perfectamente quién era; Igls Unth.

Esa forma de andar tan característica de ella me lo hizo saber de inmediato. Además, sentía como sus enormes pechos rebotaban, acompañando su paso. Boing, boing, boing... --- Quiero decir, ehm... Mejor olvidarlo.

— Padre, ¿por qué suspiras? ¿Acaso ocurre algo? — Cuestionó con gran serenidad Igls, manteniendo, como solía hacer, sus párpados cerrados mientras esbozaba una limpia sonrísa.

Yo me levanté al instante, dirigiéndome hacia su posición.

— No te preocupes, querida... ~ Me encuentro perfectamente. —
— ¿Seguro? Se te nota algo deprimido. —

No podía seguir ocultandoselo a Igls, así que terminé contándole la verdad.

— Me descubriste, chica lista. ~ — hice una leve pausa, riendo. — Sí, en verdad me encuentro un poco mal. Es extraño... He estado teniendo unos malos sueños. —

— ¿Pesadillas... ? — la atención de Igls pareció crecer al escucharme hablar sobre esos malos sueños. — ¿Con qué soñabas, padre? —

— Si te digo la verdad, no consigo acordarme. —

— Intenta acordarte, al igual que te acuerdas de echarle todos esos productos de "belleza" a tu cabello. —

— ¿Me estás llamando maricón? —

— No, no, qué va. —

— Eso es ironía. —

— Nooo... Claro que no es ironía. —

— Aah... Como sea, olvídalo. Te diré de lo poco que me acuerdo. — tomé aire, para así comenzar con mi relato. — Normalmente estos sueños suelen acontecer por la madrugada, cosa que me impide dormir el resto de la noche.
Son de corta duración, y acostumbro escuchar voces pidiendo socorro y lamentándose... Incluso, en una ocasión, vi como si una figura se precipitara al vacío. — en un tono de voz apagado concluí.

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⏰ Última actualización: Mar 25, 2015 ⏰

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