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¿Cuándo fue exactamente el día en que todo se fue a la mierda? Shuji lo tenía más que claro, fue el día en que Kisaki falleció. Aunque claro, ya había pasado un tiempo, eso no quitaba a Hanma del deprimente vacío emocional que sentía; Sin Kisaki, su mundo había perdido su color nuevamente. Y no tenía razón alguna para seguir con vida.

Entonces, ¿Por qué seguía vivo?

Ni él mismo lo sabía, quería llenarse de la esperanza de encontrarar algo en su aburrida y monótona vida que le permitiese continuar pero no lo había en absoluto. La última llama de esperanza se había extinguido con Kisaki, las tonalidades grises volvieron a abrumarlo otra vez y no había forma de evitarlo. Tal vez solo tendría que lidiar con eso en lugar de perseguir el fantasma del recuerdo de Tetta, pero seguía aferrándose a su memoria que comenzaba a fallar. Estando en su sucia y desordenada habitación lo único que podía hacer era pensar en que habría sido de ellos si hubieran concretado el plan como lo esperado. Solo podría hacer eso, pensar, ya que nunca lograría concretarse.

El recuerdo del destrozado cadáver de Kisaki en la carretera, de sus extremidades que habían tomado una posición grotesca al romperse por el impacto, en definitiva fue una muerte dolorosa. Aún así, entre lágrimas aseguro que fue una muerte digna, a pesar de que se trataba de todo lo contrario y que cualquiera podría burlarse de su final. Él nunca lo haría, ni de cerca Shuji podría faltarle el respeto así a su compañero pero veces lo odiaba, lo culpaba por su insistencia en ir tras Takemichi aún cuando sabía que todo estaba perdido, si tan solo lo hubiese detenido allí su final podría haber sido evitado. Pero no tenía forma de saberlo, ¿No?

Ahora lo único que podría hacer es repetir lo mismo de todos sus días desde que había fallecido; colarse en su casa, al pequeño altar de la sala que estaba en el segundo piso y encender el incienso por él. Hanma podría jurar que ellos ni se tomaron la molestia del luto, debido a que después de que su cremación pospusieron su entierro en la tumba familiar por trabajo. Se supone que solo serían unos días, pero los días se volvieron semanas y así mismo se convirtieron en meses. Ya no podría contar cuánto tiempo había pasado, solo sabía que hasta muy tarde en la noche nadie llegaba a la casa y así podría pasar tiempo frente a esa urna blanca perfecta.

Sabía que a su compañero no le hubiera gustado la idea de acabar así, recordó las veces en que hablaba sin pena de lo horrible que era su familia consumada por el trabajo, sabía que no le gustaría acabar olvidado por ellos nuevamente. Por eso mismo no quería dejarlo solo.

─No tienes que preocuparte, Kisaki, de todos modos yo puedo estar aquí por ellos... ─dió una corta sonrisa a la foto junto a la urna, pasando su mano con suavidad sobre la mesita delante suyo─ aunque creo que debes estar cansandote de que te repita la misma historia una y otra vez, ¿No?

“¿Por qué sigo hablándole? Es patético, no es como si pudiera responderme” pensó, soltando una risilla tan suave que podría ser confundida con un susurro o un sollozo. Pero en lugar de solo parar, continúo dejando a las palabras brotar de su boca como el humo de su cigarrillo, sin detenerse.

─Sigo preguntándome, ¿Qué se supone que planean hacer contigo? Es algo deprimente que estés aquí solo ─alegó frunciendo en entrecejo al hacer referencia a la familia del difunto, ni siquiera los conocía pero esa actitud en ellos le provocaba náuseas─, me gustaría encargarme de eso pero... Ya sabes, ellos son tu familia mientras que yo solo fui una herramienta para tí, no debería intervenir en algo tan privado.

Sinceramente, ¿Cuándo le importo a Hanma ese tipo de cosas? En su aburrida vida, él tomaba las cosas cuando y como quería. Desconocía la razón por la cual aún no tomaba una decisión egoísta como siempre. Tal vez se trataba de que no sabía en absoluto que debería hacer con una urna llena de lo que alguna vez fue quien le divirtió. Nada en la tierra lo traería de vuelta y aunque quisiera el simbolismo de cumplir una última voluntad de Kisaki, que desconocía si siquiera tenía una, no le haría cambiar nada.

─Me pregunto si me permitirias cumplirte una última cosa, como llevarte a algún lugar. Aunque, siendo sinceros, no puedo recordar si alguna vez mencionaste algún lugar al que desearas ir ─Se golpeó la cabeza con el puño, todo ese sentimentalismo y cosas sin sentido que empezaban a llenar su cabeza lo hacían sentir mareado. Presionó su mandíbula con fuerza en una clase de lucha por no derramar ninguna traicionera lágrima. Lo extrañaba, extrañaba al egoísta y manipulador Kisaki Tetta. Genuinamente lo hacía.

Esos pensamientos casi extremos de melancolía que colmaban su corazón no le dieron tiempo a oír los pasos que se adentraban desde la puerta principal hasta la sala. Permitiendo a los dueños de la casa encontrarlo en esa posición tan vulnerable, logrando verse casi perturbados por la imagen de un vago colándose en su casa y llorando frente al altar de su hijo.

─¡¿Qué carajo haces aquí?! ¡Sal de mi casa, ladrón de mierda! ─el iracundo hombre avanzó con sus fuertes pasos hasta él, haciendo que al final Shuji cayera en cuenta de la situación.

De forma inesperada, en vez de huir, sus manos en un rápido movimiento se aferraron a la urna blanca con las cenizas de Kisaki dentro. Ni siquiera lo pensó dos veces, solo la tomó por mero impulso y solo tras eso su cerebro decidió retirarse antes del que gran hombre frente a él le diera una golpiza. Aunque siendo sinceros, él podría derribarlo casi de un golpe, después de todo era un pandillero que podía pelear contra más de uno a la vez. Un golpe inesperado en el estómago lo hizo tambalear un poco.

─¡¿Qué haces?! ¡Devuélvelo! ─esta vez fue una mujer desesperada la que grito apenas esquivo el primer puñetazo que el hombre le habría lanzado.

─¡¿Devolverlo?! ─Hanma podría estar casi ofendido por la exigencia mientras recobraba el equilibrio─ ¡Usted nunca se preocupó por su hijo ni cuando estuvo muerto! ¡No quiera actuar como una madre consternada ahora, vieja bruja!

Hanma sabía a la perfección que sus palabras no tenían sentido alguno contra el pedido de una madre, nadie empatizaria con él si estuviera viéndolo, pero en su retorcida mente se dió la razón a si mismo para asaltar una tumba, por así decirlo. Pero no era como si en realidad le importase ir contra la moral y la ley nuevamente. Le importaba un carajo, justo ahora lo único que tenía en mente en asegurarse de llevarse a Kisaki con él. Y así lo hizo.

Pareció olvidar por un momento que estaba en el segundo piso de la casa cuando se aventó por la ventana con la urna aferrada entre sus manos y abrazada contra su pecho como si de oro se tratase. Por una fracción de segundo, durante la caída creyó ver la imagen de Kisaki sobre él; dándole una pequeña sonrisa como casi nunca lo hacía, parecía agradecido.

─Saki... ─pero lo más probable es que solo fuera su imaginación tratando de hacerlo sentir mejor por el crimen que estaba cometiendo.

Cuando la gravedad hizo trabajo y su espalda chocó contra el frío suelo un gran dolor llenó todo su cuerpo, casi perdió el aire por dos segundos antes de darse cuenta de que no tenía el tiempo para sentirse adolorido. Se alarmó por un instante tratando de asegurarse con desesperación que la urna con las cenizas siguiera en una pieza, apenas lo comprobó, sus pies no hicieron más que apresurarse a levantarse y tomar velocidad al correr lejos de esa casa saliendo por el jardín trasero de la residencia que daba una rápida salida a la calle.

Corrió tan rápido como pudo aún a sabiendas de que no habría casi nadie corriendo tras suyo, ademas de que dudaba que los padres de Kisaki corrieran más rápido que él. Abrazó con más firmeza las cenizas a su pecho en ese juego de velocidad hasta su propio apartamento, no soltaría ahora ni nunca a su querido amigo. Lo sostuvo con fuerza, como la vez en que escapó con él en motocicleta y lo tomó por la cintura con firmeza. La misma firmeza que no debió perder provocando que su moto cediera haciéndolos caer.

En definitiva, no lo dejaría caer nuevamente.

THE BEACH | hankisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora