YoonGi hizo un sonido ahogado con la garganta y se alejó rápidamente de su cuerpo, moviendo sus ojos hacia los suyos en señal de desesperación. Su corazón se había parado por un segundo y ahora estaba dando millones de vueltas alrededor, presionándole el pecho y quitándole todo el color a su rostro. JiMin desvió la mirada, rebuscando unas llaves en su bolsillo y entregándoselas con un intento de calma e indiferencia.
—Anda abriendo el auto, YoonGi.
Vio que el muchacho asintió, hizo una reverencia y salió corriendo, perdiéndose entre el montón de gente, y finalmente se volvió hacia el capitán de deportes. El rostro de JungKook pasó por una especie de diez expresiones distintas antes de que abriera los labios.
—¿Qué te pasa?
El más bajo colocó un semblante inexpresivo y se pasó la mano por la nuca, contrayendo la frente.
—Venía a comprar cosas... Él trabaja en mi casa, ya lo has visto antes, por eso vino conmigo. Necesitaba quién me cargara las bolsas y las pusiera en el auto.
—Estaban de la mano...
—¿De qué hablas? —JiMin elevó una ceja, sin dejar de mirarlo.
—Cuando llegué, estaban tomados de la mano.
—Claro que no, deja de hablar estupideces, Jeon.
JungKook dejó caer la mandíbula con exageración, como si su equipo estuviese siendo goleado ante sus propios ojos y no pudiese creérselo. Se exaltó un poco, dándole una palmada en el hombro.
—¿No te has dado cuenta? ¡Te estaba tomando de la mano, loco! Estaba agarradito de tu mano y con la cabeza recostada en tu hombro, todo acarameladito. ¿Cómo puedes dejar que haga eso?
—¿Te has fumado o algo anda mal en tu cabeza? No estábamos de esa forma.
— No me digas que...
JiMin sintió que una corriente sacudía sus huesos y su cabeza.
—¿Qué? ¿Qué no te diga qué?
El ícono de fútbol se quedó sin decir nada un buen rato y luego sus músculos se suavizaron, soltó las bolsas y estalló en carcajadas, abriendo más sus grandes ojos.
—¡Tu empleadito está flechado por ti! —se vaciló, dándole otros dos golpes en el hombro —. No puedo creerlo, JiMin, ¡tu empleado está tocado por ti!
—Oh, mierda.
Oh, mierda, de verdad.
El aire le volvió a los pulmones y su sangre empezó a circular por sus venas con normalidad otra vez, recobrando cada parte de su cuerpo. Sí que era estúpido; a pesar de que medía casi dos metros y corría como el diablo, su cerebro no iba tan rápido como sus piernas.
—Pues qué lástima, no puedo hacer nada, ¿no?
—No, solo no te le pegues mucho o la gente va a pensar otra cosa —recogió las bolsas del suelo, viéndole con ironía —. Wow, Park JiMin, no puedo creer que estés tan bueno que hasta los hombres caen. Mejor me cuido, no me vaya a terminar enamorando de ti.
Se siguió carcajeando a sus anchas, sacudiendo sus hombros anchos, mientras se colocaba unas gafas negras y mostraba su fila de blancos dientes.
—Casi me había dado infarto. Pensé un montón de locuras, pero mejor no te las digo o me colgarás —echó un vistazo a su reloj y se arregló la chaqueta—. Es tarde, me quito, tengo que ir a comprar unas cosas y luego irme a entrenar en dos horas. ¿No vienes al partido? Vamos, JiMin, no seas así, tú sabes que es importante. Puedes traer a tu nuevo fanático si quieres, mientras más gente, mejor. Quién sabe y termina uniéndose al grupo de porristas.
Volvió a reírse y JiMin lo miró sin ninguna expresión, porque no le encontraba nada de gracioso a la situación ni a ninguna de sus palabras. Absolutamente nada.
—No, solo venía a comprar algo, ahora tengo que largarme a casa. Iré para el próximo sin falta.
—Bien, así quedamos, si no cumples, te mato —se alistó, dándole un golpe en la espalda – Oye, luego me cuentas qué pasó con lo de Hyuk.
Le mostró una sonrisa poco sincera y regresó a seguir con su camino. Si hubiese insistido un poco más, hubiera terminado diciéndoselo. Al fin y al cabo, era JungKook. Solo bastaba con que lo amenazase con que no iría más a ninguno de sus partidos o que mostraría alguna de sus fotos cuando era niño y se quedaría calladito como un niño de cuatro años. Así de simple; no era para nada como Tae o NamJoon, que solían sobre reaccionar con cualquier cosa. ¿Y si volvía y se lo decía? Consideró la opción durante medio minuto, pero luego se echó para atrás. YoonGi debía de estar ya esperándolo en el estacionamiento.
Bajó las escaleras hasta el subterráneo y lo encontró abriendo la puerta de su enorme deportivo, que estaba entre muchos otros vehículos y familias que reían y llevaban sus bolsas de compra. Se acercó con una sonrisa y YoonGi se giró, encontrándose con su mirada.
Estaba pálido y su rostro era la preocupación y el miedo encarnado.
—JiMin, ¿qué te dijo?
Se apresuró hasta donde estaba y JiMin lo tomó del brazo, acercando sus labios tentadoramente a su rostro, al mismo tiempo que sus brazos envolvían su cintura y jalaban su cuerpo hacia sí.
—No lo sé, se respondió solo, ni siquiera me insistió. Cree que estás flechado por mí y nada más.
—Cielos, espero que no piense o crea nada. Si lo hace, tienes que negarlo, porque si se entera, puede tomarlo a mal y luego vas a tener problemas.
—Cómo te gusta hacerte líos en la cabeza. Si me hubiese seguido insistiendo, le hubiese dicho la verdad, así que si vuelve a sacar el tema...
—No lo hagas, si se lo dices, los demás se enterarán y no sé qué pasará.
Sus labios se fruncieron en un gesto de ansiedad y JiMin apretó más el agarre.
—¿Quieres saber cuánto me importa que se enteren?
—¿Cuánto? —sus hechiceros ojos lo observaron de esa manera que podía hacer detener el tiempo y le derretía hasta los huesos.
—Nada.
Retrocedió con velocidad y lo acorraló en menos de tres segundos contra el lateral izquierdo del vehículo, mientras sus manos se encargaban de abrir la puerta y su boca capturaba la suya, apoderándose del dulce y electrizante sabor de toda su cavidad.
—No me importa nada —dijo, mientras lo sentía reírse contra su boca y lo elevaba de la cintura, empujándolo hacia los asientos traseros—. Nada, YoonGi, nada.
Se subió como pudo sin separarse de sus labios, acomodándose en la amplitud de los asientos. Sus labios se hundieron en su cuello, aspirando su aroma y trazando un húmedo camino de besos hasta su barbilla, volviendo a reclamar su boca con necesidad.
No cabía duda que su cuerpo era su lugar favorito para estar.
—JiMin, fuera ya, tenemos que llegar a casa.
El menor intentó alejarse de sus labios, quitando sus manos que estaban envueltas en su cuello y riéndose cuando lo empujó más fuerte y JiMin profundizó el beso, mordiéndole el labio suavemente.
—Yoonie, tienes un nuevo afán por golpearme, ¿no? —su respiración se aceleró cuando ambos se carcajearon y sus hábiles manos empezaron a moverse a través de su torso, llegando hasta el borde de la camiseta—. Te dije que deberíamos esperar hasta que llegáramos al auto y ahora estamos en el auto, ¿sabes qué significa eso?
Sus manos se introdujeron bajo su camiseta y YoonGi jadeó, retrocediendo y mirando todo su alrededor una y otra vez con una sonrisa graciosa, avergonzada e incrédula. Su cabello revuelto, sus mejillas sonrosadas, sus labios húmedos e hinchados; todo él era tan atractivo que podía pasándose el día observándolo sin cansarse ni preocuparse por nada más.
—¿Aquí, Minnie...?
Se inclinó sobre el asiento delantero, colocando un poco de música y se volvió, guiñándole un ojo y dándole una de esas miradas que un cazador daría a su presa.
—Sí, aquí.
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Inocencia Pasional [ j i m s u ]
FanfictionHay cinco cosas que vuelven loco a JiMin. 1. La forma en la que el rostro inocente de YoonGi se torna carmesí cuando él le susurra cosas indebidas al oído. 2. Cómo YoonGi desciende la mirada cada vez que lo siente cerca. 3. Cómo YoonGi se resiste cu...