2

5 1 0
                                    

Sands

-Eres un idiota- Ambar reía mientras yo intentaba contarle lo que quería hacer con la vecina nueva - ella va a huir de ti..

Sus ojos me miraba con ese brillo lujurioso de siempre, ese que me avisa que ella estará dispuesta para mí a cada hora.

-Ella ni siquiera sabe que vamos a hacer- le sonrío y me siento en la cama apoyando mí espalda en el respaldar- pero ¿Podemos dejar de hablar de ella?

Ambar asiente y acerca su rostro al mío, mis ojos se dirijen a sus labios para luego volver a sus ojos en un vaivén. Ella sonríe y se sienta sobre mí regazo, pongo mis manos en su cintura y cuando por fin va a besarme la puerta de mí habitación es tocada.

-No estoy, no tengo, no te presto, tampoco lo haré -digo antes de que la persona que esté detrás hable- lárgate.

-Cállate y abre la puta puerta- mí hermano se adelante y la abre el, Ambar ni se inmuta- carajo..-escucho que murmura por lo bajo.

-Estoy ocupado -mi mirada es indiferente- ya me viste, ahora vete.

-No, lamento interrumpir su polvo chicos -su sonrisa es falsa- pero Ambar, preciosa, debes irte.

Ruedo los ojos y dejo a la chica sentada en mí cama, para ir por detrás del idiota de Liker.
Bajamos las escaleras y lo primero que mí boca suelta es una maldición. ¿Acaso uno no puede hacer cosas tranquilo? Papá me mira desde el pie de las escaleras y yo no doy ningún otro paso, ni siquiera hablo.

-Sands, que bueno verte hijo.

Ashton Dashvert, un alemán que vive para su trabajo y convicciones. Con ojos grises como una tormenta que no para, con una altura que intimida a cualquiera, cabello igual de oscuro que el mío y una sonrisa amarga que te hace feliz o te destruye.

-¿Que haces aquí? -me mantengo sereno-

-No lo sé ¿Quizás estoy de vacaciones? -se acerca más a mi- salúdame maldito bastado -es un susurro bajo que me hacer soltar una carcajada

-No has cambiado -pongo una mano es su hombro- pero tendrás que disculparme, tenemos que irnos.

-¿Irnos? -la confusión en su rostro es algo divertido de ver-

-Si irnos, Ashton -sonrío antes de gritarle a Ambar que baje- ella es una amiga.

La presento cuando la chica de esta a mí lado, se dan un saludo y nosotros procedemos a marcharnos.

El camino a la feria es tranquilo, pero mí amiga rompe el cómodo silencio cuando sus dudas llegan.

-¿Que harás con la chica nueva? -pregunta sonriente-

- Voy a hacer que me confiese sus pecados -una media sonrisa se coloca en mis labios-

***

Heriz

Los nervios me invadían, mis manos sudaban, mí nuca picaba y todo tenía una razón, el. El que me haya dicho que nos viéramos en la feria me tenia los pelos de punta, ni siquiera sé en dónde estoy.

La feria se extiende a lo largo de todo el centro del pequeño pueblo, lo cual es difícil encontrar a las personas aquí. Hay tanta gente que mí ansiedad social lucha por no salir a flote, me mantengo tranquila o eso intento mientras camino viendo las tiendas artesanales que hay en la feria.

La plaza del pueblo está iluminada con bombillas que emanan una luz blanca la cual le da claridad al lugar, decido sentarme en una banca al lado de un pequeño jardín, para esperar al chico de ojos claros. Quien logro visualizar a lo lejos saludando a la misma chica de la universidad, lo que me hace preguntar si será su novia.

Sands camina con calma y saluda a todo aquel que lo salude, cuando llega hasta mí lugar me inspecciona con la mirada.

Me pone nerviosa.

Con una sonrisa ladina toma haciendo a mí lado y pasa uno de sus brazos por mis hombros -dime Heriz - joder, su voz.- ¿tienes pecado que aún no hayas confesado?

-¿A qué viene la pregunta?- dirijo mis ojos a los suyos.

- Quiero llevarte a un lugar -sonríe- pero para eso, debes decime.. ¿Tienes pecados no confesados, Heriz?

Su mano acaricia mí rostro y los nervios aumentan, ¿Que se supone que diga?. En un estúpido intento de sonar igual de coquetea y misteriosa que el, digo.

- Dime tu, Sands -murmuro intercalo mí vista desde sus labios hasta sus ojos- ¿Cómo quieres hacer que confiese?

Abre sus labios para decir algo, pero es interrumpido por su teléfono y se aleja unos cuantos pasos para atender, los suficientes para que no pueda oír su conversación.

Pasa con el aparato en su oído por varios minutos, en los que me distraigo viendo instagram hasta que el chico termine de hablar.

Un mensaje de WhatsApp llega a mis notificaciones y decido entrar a la aplicación para ver de quién se trata.

Dylan

~Oyeee! Te extrañamos aquí, ¿De verdad no volverás?

Su mensaje me saca un sonrisa triste, yo también extraño estar allá. Mí vida en aquel era diferente, conocía todo el lugar y a todas las personas. Salía cada noche a divertirme, ahora todo es muy distinto.

Heriz

~Yo también los extraño, quisiera volver.
   Pero ya sabes..

Mí momento de mensajería con mí mejor amigo se ve interrumpido por el chico de ojos interesantes que me sonríe.

Sands toma mí mano y me hace poner de pie, sin decir palabra alguna comienza a caminar. Damos unos cuantos pasos cuando cambia la posición de su mano, que pasa de estar en mí muñeca a entrelazar nuestros dedos.

- ¿Hacia donde vamos? -el dirije su mirada a mí y luego la regresa al camino- ¿Puedes responderme?

Luego de articular aquella pregunta el me acorraló en una pared, no sabía en donde estábamos.

Habíamos caminado durante minutos y ¿Ahora me acorrala? En un intento de hablar, mis palabras no logras salir se mí boca. Ya que mí acompañante abre una puerta a mí costado, con la cabeza me hace una seña para ingresar y le hago caso.

-Bienvenida.. -su voz susurrando en mí oído me eriza la piel- aquí voy a hacer que confienses tus pecados.

Mí vista sigue el vaivén que sus manos dan por mis brazos, una luz tenue se enciende iluminando el lugar. Lo primero que puedo ver es una cama, hay estantes.. y dos puertas.

Sands vuelve a tomar mí mano y su mano libre toma mí cuello, pegándose desde atrás puedo sentir todo su cuerpo.. todo.

-Con solo tus ojos sobre mí me has calentado como el mismo infierno, Heriz -su voz es ronca, sexy..- ¿Juegas?

Doy un giro quedando frente a el y en sus ojos se desatan la lujuria y el deseo, estoy segura que en los míos es lo mismo. Aunque intento ocultarlo.

Acerco mí rostro al suyo unos sentimientos, en sus labios se forma una sonrisa que promete un viaje al mismo cielo. La mano que solía tener entrelazada a la misa se desliza por entre medio de mis pechos y luego la deja en mí cintura.

La mano que estaba en mí cuello pasa a estar en mí nuca en un movimiento lento y cuando sus manos estan en donde el las quiere, me pega a su cuerpo en un movimiento rápido.

Acerca sus labios a mí oído -Claro que quieres jugar- susurra -estás tan caliente como yo- carajo, si- así que... A jugar.

Fin del capitulo

-

-

Hola, nuevamente.

¿Desaparecí? si y me disculpo espero que no vuelva a pasar.

 Aquí esta el nuevo capitulo... 

Nosotros y lo malo (Próximamente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora