Cuando éramos pequeños, es seguro que en alguna ocasión escuchamos la palabra "pagano" y en algunos de los casos, dicha palabra despertaba un miedo en lo hondo de nuestros frágiles y jóvenes corazones (sobre todo de aquellos que fuimos criados bajo las enseñanzas de la Iglesia Católica pero aplica para casi todos los derivados del cristianismo) e inmediatamente en nuestra mente se formulaba la imagen de un grupo de personas bailando alrededor de una enorme pira cantando en un idioma extraño a entidades de formas monstruosas y terribles.
Cierto es que aunque muchos crecimos con esta estremecedora concepción del paganismo, al crecer y madurar la mente, el concepto deja de perder ese sentido "satánico" y conforme vamos averiguando más sobre el estilo y forma de pensar de aquellos antiguos humanos que practicaban los cultos paganos, más va creciendo la curiosidad y empatía hacia ellos. También crece el distanciamiento del individuo con la fe en la que fue criado (o incluso una total separación).
Los cultos paganos siempre tienen ese "algo" que llama, que despierta la curiosidad y el interés de las personas y que en los casos de cultos Neopaganos, ha provocado conversiones con total paz a diferencia de la manera en que el cristianismo fue forzado a entrar en las tierras donde éste no es originario. Es de llamar la atención el crecimiento que ha tenido en los últimos años. Si bien, el intento de las personas por recuperar y revivir sus antiguas tradiciones comenzó desde el siglo XIX en Europa y entre cuyas máximas muestras podemos listar El Vuelo de las Valquirias de Richard Wagner o Tors strid med jättarna (Thor en la batalla contra los Gigantes) de Mårten Eskil Winge, en los últimos años y sobre todo desde la uso cotidiano del Internet y la mayor disponibilidad de textos, libros y escritos que se han podido compilar o incluso rescatar; ha crecido enormemente el número de personas que se autodenominan como Paganos.
En la América Latina, si bien esta atracción por los pobladores originarios, sus costumbres, tradiciones y sobre todo sus dioses es bastante nueva (me atrevería a decir que menos de 50 años, si olvidamos el penoso incidente del gobierno mexicano de cambiar a Santa Claus por el mismísimo Quetzalcóatl en el ya muy lejano 1930), es esto mismo lo que provoca que el fenómeno sea mucho más tangible en las generaciones más jóvenes. En éstas, se deja ver cada vez un mayor rechazo hacia su educación cristiana y una mayor apertura hacia la moral y la fe de los antiguos dioses y cuyos efectos se dejan ver con un creciente número de canales de difusión, información e historia sobre los nativos, su forma de vida y creencias en las redes sociales. Incluso en los videojuegos se ha dejado ver el interés extranjero por las culturas mesoamericanas (teniendo por ejemplos recientes el videojuego Mictlan, aún en desarrollo o la inclusión del personaje Kotal Kahn y la raza de los Osh-Tekk en la franquicia Mortal Kombat).
Aunque la imagen del pagano que el judeocristianismo ha impuesto a lo largo de los tiempos es la de una tribu de desquiciados bailando alrededor de una pira mientras sacrifican a un animal (o persona), el paganismo según su variante regional tiene cada uno su propio grado de complejidad y es muy importante que éstas deban ser analizados con total imparcialidad, por más inusuales o barbáricos que puedan parecer los ritos o costumbres que tengan los pueblos. Es importante recalcar este punto porque si se analiza con el velo que el cristianismo ha impuesto es obvio que el juicio será parcial y se evitará el ahondar en los motivos o propósitos de las practicas que se realicen. De este modo es como surgió el mito de que en los pueblos mesoamericanos se sacrificaba gente de manera indiscriminada, difundido a conveniencia por los clérigos ibéricos durante el tiempo de la invasión cristiana de América para justificar la destrucción de decenas de naciones que poblaban lo que hoy se conoce como México.
Es necesario también aclarar que, aunque antiguas, las culturas mesoamericanas precristianas estaban conformadas por personas, con sus propias virtudes y defectos que deben ser juzgados con los criterios morales de su tiempo. No podemos tachar de barbáricos o de elevados a los actos que tuvieron lugar hace varios siglos, cuando la mentalidad colectiva y regional de las personas tenía paradigmas completamente diferentes a los que establece la moral moderna. La extracción del corazón o el desollamiento pudieran ser algo muy chocante y escandaloso hoy en día, así como aquellas personas pudiera juzgar de manera muy negativa ciertas prácticas modernas que pudieran ser catalogadas como actos degenerados o de perversión: Cierto es que en algún tiempo en el futuro, las costumbres de los tiempos modernos pudieran ser calificadas a su vez como retrógradas o conservadoras. Este punto se aclara con el propósito de eliminar ambos extremos de las perspectivas que se tienen sobre las antiguas tradiciones: Los antiguos no eran bárbaros incivilizados y tampoco eran seres superiores e iluminados, sólo eran personas con cosmovisiones fruto de su tiempo.
Si bien el sincretismo ha sido un factor muy importante en la conservación de las antiguas tradiciones y costumbres (tema que sin duda se abordará eventualmente), éste fenómeno apela al regreso de las culturas en un estado más puro, adaptado a los nuevos tiempos y nuevas formas de pensar pero conservando las raíces que hacen que la mayoría de los cultos paganos, que el cristianismo se encargó de casi erradicar o asimilar, eventualmente brillen con el mismo esplendor que tuvieron durante miles de años.
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Neopaganismo de Bolsillo
SpiritualMaravíllate con la riqueza de la mitología mesoamericana y su cosmovisión.