Capítulo único

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Dentro de una típica ciudad como cualquier otra sin nada único que observar, un día feliz para algunos exceptuando a nuestra protagonista con cabellera negra que estaba realizando su rutinario recorrido hacia su domicilio, recordando las palabras pronunciadas por su hermano.

-Inútil-Murmuro para sí misma, dirigiendo una mirada vacía al lugar que su familia llamaba "hogar". Al abrir la puerta, frunció el ceño dirigiéndoselo a la persona que se encontraba frente a ella, dejo escapar un suspiro para después ingresar.

- ¿Acaso te comió la lengua el gato? –La persona frente a ella le dirigió una sonrisa burlona mientras colocaba sus brazos tras su espalda balanceándose levemente –¿No piensas saludar a tu hermano? –Pronuncio mirándola tan directamente, el sujeto sabio la reacción que provocaba en su hermana.

-Déjame en paz, no quiero discutir –Respondió la pelinegra intentando seguir su rumbo normal hacia su habitación.

Su hermano se movió hacia un lado para después acercar su mano hacia su rostro y soltar una pequeña carcajada.

-Cierto, me olvide que las raras no saben hablar y mucho menos defenderse-La chica simplemente trato de ignorar el comentario de su pariente sanguíneo para cerrar la puerta de su habitación tras de ella.

Se acercó a una de sus repisas para después sujetar entre sus manos un pequeño muñeco de trapo que se podía ver que se encontraba en buenas condiciones, usaba un pequeño traje que simulaba ser de la realeza con una cabellera azulada y unos ojos tímidos.

-Eres él único que me entiende, Tamaki –Soltó un suspiro la pelinegra para después abrazar al pequeño muñeco que tiene entre sus brazos, pues le recordaba a héroe favorito de su serie favorita, infantil pensaban algunos por  el hecho de que ella considere a ese pequeño pedazo de tela ser su mejor amigo o su primer y único amor, ¿Es muy tonto no?-Tal vez, solo tal vez alguna vez podamos conocernos-Dio un pequeño salto hacia su cama para caer sobre esta teniendo en brazos a su pequeño amigo.

Sus pensamientos se encontraban revueltos, simplemente quería descansar un poco ¿Acaso era mucho pedir?, solamente quería un momento para poder olvidar esas palabras que su propia familia le decía. Se quedó unos minutos observando un punto fijo en la habitación sin conseguir conciliar el sueño, por lo que se acercó hacia la pequeña mesa de dormir y busco unos segundos dentro de este para después sacar un pequeño estuche transparente. Y sacar una pequeña píldora, e introducirla en su boca e intentar tragarla, para después volver a acostarse en su cama y abrazar a su muñeco de trapo.

-Espero soñar contigo mi Tamaki, tal vez en mis sueños podamos estar juntos-Murmuro antes de cerrar los ojos y empezar a sentir sus parpados pesados para sin darse cuenta caer en los brazos de Morfeo.

No sabemos con exactitud cuánto tiempo transcurrió hasta que nuestra protagonista abrió sus ojos observando la superficie de su techo pudo notar que no tenía el mismo color de siempre, para después observar su litera en la que estaba acostada y llevarse con la sorpresa de que sus sabanas no sean del mismo color que antes. Poco le importo eso al no ver a su pequeño amigo al lado de ella, busco bajo la cama con la esperanza de encontrarlo en ese lugar, pero eso no paso. El primer pensamiento que cruzo por su cabeza provocó que frunciera el ceño instintivamente.

-Si mi estúpido hermano entro aquí y tomó a Tamaki, le tendré que volver a enseñar a no tocar mis cosas-Nuestra protagonista camino decidida hacia la puerta con la intención de recuperar a su pequeño muñeco, sin embargo, al girar la perilla pudo observar que el lugar que estaba frente a ella no era su casa. Delante de ella se encontraban una multitud de personas con una vestimenta extraña que la miraban directamente.

-Oh-Oyó como la mayoría de los presentes pronunciaba mientras la miraba detenidamente, una mujer con ropa diferente a los demás se acercó hacia ella, y la apego a ella para brindarme un abrazo-Que bueno que este despierta, sus padres estaban preocupados por usted-La protagonista podía sentir sus sentimientos en ese abrazo, podía sentir la calidez de esa mujer.

Tal vez en mis sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora