(1) B R I A S H

10 1 0
                                    


—Colburn fue a Azgania— dice Novak mientras se mete un pedazo de pan a la boca.

—Lo felicito—me limito a decir.

—Estas celosa por que pudo entrar y tú no has podido.

—No voy a mentir.

—Entró gracias a su padre. Fue a hablar con un H.N—aclara.

No me extraña que gracias a su padre haya podido entrar. Su padre conoce a los reyes de Azgania, y eso ya significa que son una de las familias más respetadas de Ïxæs

—Maldito reino tan difícil de entrar— mascullo.

—See. Malditos ricachones.

—Que no se te olvide lo de malos—agrego.

—¡Si!, y lo malos que son.

Novak se para de la silla y agarra otro poco de pan.

—¿Cuando iremos a volar?—pregunta.

—No lo se. Tal vez este fin de semana. Las personas están volando muy frecuentemente y no quiero que mis padres me reprochen el por qué no puedo volar cuando hay gente cerca.

—Aish, malditas alas doradas—masculla.

—¡Oye!, no te metas con mis alas—le tiro un pedazo de pan.

—No empieces con la comida Briash—dice mi madre a lo lejos.

—Es que, todavía no entiendo como las personas se creen el que tú no naciste con alas Briash— admite Novak.

La verdad yo tampoco. Que una hada donde los dos padres tengan alas sería imposible que sus hijos salieran sin ellas, amenos que uno de los padres sean brujas o brujos, magos, o Axocars.

—La personas son muy estupidas Novak, no todas son tan inteligentes como tú— le aclaro.

—Que alago.

—Eso no quita que en otras ocasiones seas estupida Novak— me burlo y la miro para ver su reacción

—Hiciste que el alago desapareciera rápidamente.

—No puedo subir tu ego más de lo que ya lo tienes Novak.

Ella voltea los ojos y yo río.

—Ya me tengo que ir. Tengo entrenamiento de vuelo con tu padre en....

Mira el reloj de la pequeña sala.

—Siete minutos—termina de decir.

—Ya vete Novak.

Ella pone una cara de indignación.

—¿¡Me estás corriendo Briash!?— cuestiona con indignación.

—No me estás diciendo que tienes clases de vuelo estupida?.

—Cierto, cierto. Bueno, adiós Estupida y ¡Adiós señora Briann!.

—¡Adios Novak!—oigo decir a mi madre

Cuando Novak se va le pregunto a mi madre si puedo ir a la plaza a comprar fruta y ella me dice "si, pero sin volar hasta allá".

Por supuesto que no le hago caso, la plaza queda a media hora de mi casa caminando, y no pienso ir caminando.

Me hundo en el bosque y cuando veo que no hay nadie cerca saco mis hermosas alas doradas que brillan aun más con el sol.

Nadie sabe el porqué tengo alas doradas, ni porqué el color salió an mis 6 años y no a los 16.

Lo único que se, es que la bruja a la que acudimos para saber la razón del por qué tengo alas doradas dijo que no se las mostrara a nadie por mi bien y el de mi familia.

Golden WingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora