II. Eʅ AʅႦα

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–Octavio, Octavio despierta –Alguien me estaba sacando de mi inconciencia.

–Échale agua y listo –Sugirió una voz masculina.

–Ay cállate Manuel –Le respondió ella. –Octavio, por favor despierta.

Con pesadez abrí mis ojos, Gabriela estaba allí, con su mirada preocupada, manos cálidas, y su voz temerosa.

– ¡Despertó! –Chillo contenta y se abalanzó para abrazarme. Detrás de ella esta Manuel, con una sonrisa maliciosa, y un balde. Me tira agua fría.

– ¡¿Qué haces imbécil?! –Me levanto, estoy en el patio de mi casa.

–Resucitándote carnal –Responde Manuel en burla.

–Mira qué también me mojaste, estúpido –El agua junto a la tierra, formaron barro en el atuendo de la morena.

– ¿Cómo llegué aquí? Anoche... Claudia... ¿Claudia? ¿Dónde está? –Miraba por doquier, un día despejado y soleado estaba con nosotros, el sol del alba estaba en mi rostro.

–Ella está hablando adentro con los líderes –Responde Gabi.

– ¿Los líderes? ¿Ella cómo está? ¿Qué paso? –Me preocupaba todo.

–Tranquilo, tranquilo, no pasó nada, los encontramos y pues... –Manuel, con su mirada, la acallo.

–Gabriela no pudo contener su lengua, le fue a contarle a Doña Carlina lo que pasó... Y entonces ella no tuvo más remedio que... –

–Avisarles a las madres –Complete.

–Perdón... –Habló insegura.

–No te preocupes, lo hecho, hecho está, pero Claudia ¿Cómo está? –Empecé a caminar hacia la entrada del rancho.

–Ella se despertó bastante desubicada, estaba muy débil –Comento la chica.

–Pues, se desmayó un rato, como tú y ya después estaba... borracha, decía cosas sin sentido en latín ¿Cierto Gabriela? –Manuel nos seguía por detrás.

–Si –Confirmo Gabriela. –Después de una hora así, más o menos, empezó a recobrar el sentido común, y se puso bastante necia; ya sabes, luego llegaron las brujas madres.

– ¿Y se puede saber por qué estaba en el patio? –Era mucho más fácil estar dentro de la casa ahora que lo pensaba, tenemos que caminar muchos metros, hay que atravesar todo el rancho.

–Fue orden de las superiores, se tenían que encargar de Claudia primero, entonces nos pareció dejarte afuera –Explico Gabriela.

–Díganme que la idea fue de Manuel ¿Cierto? –Hablé con ironía.

–Primero, no hables como si no estuviera aquí; segundo, no estaría nada mal un "Gracias Manuel me salvaste la vida" –dijo dramáticamente.

–Tú no lo salvaste, fui yo –Corrigió Gabriela.

–Gabriela no me ayudas –La miro con recelo. –Y tercero... –

– ¿Ya vas a terminar? –Interrumpí con impaciencia.

– ¡Déjame terminar! ¡Y tercero! ¿Por qué piensas que lo de dejarte aquí fue idea mía? Yo jamás haría tal cosa.

–Si claro, como tú nunca haces nada malo, Manolito –Afirme sarcástico.

–Claro... nunca harías algo como lanzar agua fría con maldad, oh, no es cierto, lo hiciste –Se burla Gabriela.

Estábamos a punto de entrar a la vivienda, cuando nos gritan por detrás:

𝒞𝓁𝒶𝓊𝒹𝒾𝒶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora