Axel

8 0 0
                                    

El blanco nunca me ha gustado. Siempre lo había relacionado a momentos oscuros de mi vida. A veces, el color negro no solo significa oscuridad, y otras, el color blanco no siempre significa pureza.

Volví la cara cuando el doctor Anderson llamó mi atención por tercera vez en lo que llevábamos de hora. Cada día se me hacía más difícil mantener mi atención en algo más que no fuera un punto fijo cualquiera.

Un punto donde pudiera dejar mi mente volar y olvidarme, por un momento, de todas las cosas que atormentaban mi cabeza día sí y día también.

-Hoy te noto más despistado de lo normal ¿me equivoco?- me dijo el doctor mientras escribía en su libreta.

-Usted sabrá- me eche más atrás en mi asiento. El solo me miró y de nuevo escribió algo en su cuaderno. Siempre me había preguntado que tendría escrito en ese cacho de papel.

-Axel creo que...- me levanté antes de que siguiera hablando.

-Esto es ridículo ¿no crees?- me rasque la nuca mientras lo miraba- usted no puede ayudarme y está claro que yo no quiero estar aquí-el me miro- ¿porque no solo me hace un papel de esos donde dice que estoy bien para enseñarselo a mi médico y terminar con esto de una vez por todas?- me volví a sentar.

-Porque no estás bien Axel- se apoyó en la mesa.

-¡Usted no tiene ni idea de si estoy bien o mal!- dije mientras daba un puñetazo a la mesa y me levantaba- estoy bien- abrí los brazos- estoy mejor que nunca- fingí una sonrisa.

Estaba mal. Jamás había estado tan mal como lo estaba ahora y sabía que eso solo empeoraría. Siempre lo hacía.

-La semana que viene nos veremos a esta misma hora- dijo mientras se levantaba y me indicaba la puerta.

-No va a haber semana que viene- dije cogiendo mi abrigo y dirigiéndome a la puerta.

-Aquí a las ocho en punto- me abrió la puerta.

-No voy a...

-No llegues tarde- y dicho eso me cerró la puerta en las narices.

Maldito viejo sabelotodo. Estaba claro que no iba a volver.

Salí de la consulta mientras me cerraba el abrigo, últimamente en Londres hacía más frío de lo normal, y eso me agradaba, pero no tanto como para sonreír.

Me dirijo calle abajo hasta acabar en una de las calles más transitadas de la ciudad.

El caos de las calles, las luces, los coches, las aglomeraciones... todo me hacía sentirme cada dia mas vacio, y cada dia me sentia con menos ganas de salir de mi apartamento. La única razón por la que lo hacía era por Adam, mi mejor amigo.

Era la única persona que me entendía, él siempre había estado a mi lado, ,  y más aún desde lo sucedido, . Él fue quien tuvo la idea de que yo fuera al psicólogo.

Sinceramente le agradezco esa idea, pero también le odio por ella. Solo lo hacía para que dejara de insistir.

Seguí mi rumbo hasta la calle Regent Street, donde, al llegar a mi portal, supe que algo no iba bien. Nada bien.

Subí las escaleras hasta el tercer piso, y mis dudas fueron resueltas cuando vi a una chica de pelo rubio, ojos verdes y estatura media. Era Jessica, mi novia, o por lo que se que va a pasar, próxima ex-novia.

Jessica llevaba una gabardina roja que le llegaba un poco más arriba de las rodillas, un pantalón blanco conjuntado con su jersey blanco, y llevaba una especie de boina roja en la cabeza.

Jessica en cuanto escuchó mis pasos se dio la vuelta, y la mirada que me dedico resolvió todas mis sospechas.

-Hey- dije mientras la miraba y me rascaba la nuca.

How to safe a lifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora