Roderick
______________Ver a Brigitte era como ver un espejo; una versión mejorada de mi persona. Y sinceramente, amo ese sentimiento; por más que a veces quisiera tener el poder de alejarme de ella y no volver a escuchar su voz corrigiendo mis cálculos de matemática, siempre volvíamos al ventanal. Alguna fuerza invisible unía nuestros caminos en millones de intersecciones.
A sus 9 años, Brigitte era una niña brillante en todos los aspectos, o por lo menos eso creían las personas que veían su vida a lo lejos, muy absortos en sus propias existencias para notar como ella gritaba por ayuda, por alguien que la escuchara. Para los maestros, era una la alumna más aplicada y responsable, con una mente increíble para su edad. Para los amigos de sus padres, una pequeña tranquila y respetuosa, alguien con quien comparar a sus propios hijos. Para Boris y Brenda, un ser que solo servía para presumir frente sus conocidos. Nunca habían apreciado nada de lo que hacía su hija, tampoco como si les importara. El "¿como fue tu día?" al llegar de la escuela, los cuentos antes de dormir, las buenas noches, aprender a hacer galletas con sus padres, un abrazo cuando estaba afligida, una palabra de apoyo cuando todo parecía venirse abajo, el simple "¿estás bien?"...Nada de eso había existido en la infancia de la ojiazul.
Pero Brigitte no era débil, y a su perspectiva, que alguien viera todos sus vacíos emocionales era su mayor vulnerabilidad; era como entregarle un arma cargada al enemigo y rogar por que le disparen. Por ende comenzó a construir sus muros, convirtió su mente en una fortaleza indestructible que nadie tendría el permiso o la opción de atravesar. Si alguien pasaba la entrada, sería apartado de su vida por más que eso le rompiera el corazón. Pero yo no estaba dispuesto a admirar la maravillosa construcción a lo lejos, me dispuse a conocer cada pequeño rincón del palacio.
Al comienzo pensaba que nunca encontraría alguna similitud con la chica de la biblioteca, pero algo me impedía alejarme. Algo muy dentro de mi no quería volver a pasar las tardes recluido en mi dormitorio. Quería conocerla, por primera vez en mi vida quería quedarme en un lugar, quería quedarme con una persona.
Pero volviendo en el tiempo, sí, las actitudes de Venedikt no eran una simple ola de cariño que lo había invadido. Luego de unas semanas en la ciudad, el lo confesó. No toda su vida en Inglaterra era la ciencia. Allí, tenía otra familia; Una en la que era un padre presente y amoroso, una en la que una niñita de ojos almendrados que no pasaba los 3 años vivía mi sueño. Dejó los papeles de divorcio sobre la mesa y le rogó a Amandine, la mujer más buena que alguien podía encontrar, que los firme. Luego, todo lo ocurrido vuelve a mi cabeza como como un mal sueño. Ver a mamá llorar desconsoladamente en las escaleras mientras el que antes llamaba padre sacaba sus cosas a la calle, sin siquiera inmutarse en el pequeño de 8 años que estaba viendo todo, sin nisiquiera fijarse en mi. Antes de irse, tuvo el descaro de mostrarme a mi "hermosa hermanita que vivía con tu otra madre" por una foto
- Seguro la amarías - dijo Venedikt - Y a Amelia también, ella es un sol y te aceptaría como su hijo-.
Ciertamente, siento pena por la mujer inglesa. Por lo que había escuchado entre los gritos de la noche anterior, el psicólogo le había contado la triste historia de como su amada esposa e hijito alemanes habían muerto en un accidente de tráfico, incluso había derramado lagrimas con tal de agregar dramatismo. Pero por más pena que sintiera, la odiaba, ella nunca sería mi madre, y esa niña nunca sería su hermana. Sabía que no debía culparlas, ellas victimas de Venedikt tanto como mi madre y yo, pero sentía como si ellas me hubieran robado todo.
Ciertamente nadie se interesó por como estaba atravesando todo esto, si mal no recuerdo, solo mi maestro de música preguntó como me sentía. Él y Brigitte, quien cada tarde que pasábamos en el ventanal me preguntaba si estaba bien, como si supiera todo lo que me estaba ocurriendo. Pero nunca presionaba, solo esperaba al día en que finalmente me abriera, me hacía saber que ella estaría ahí cuando pase.
Lo que más quería era poder olvidarme de todo lo que había ocurrido y volver a ser el de antes, pero ese día, junto con el auto de tono rojizo de ventanas polarizadas que llevaba a Venedikt lejos de mí, se fueron mis viejas fantasías de "un mundo donde vivía con mis padres en un reino mágico con dragones y tenía que salvar a todos"; junto con mi padre se fue el Roderick que esperaba en el pórtico expectante de cualquier ruido de motor, esperando que llegara mi héroe; se fue mi amor por diciembre, mi sueño de conocer Londres, mi felicidad al ver la nieve, cualquier cosa que me recordara a Venedikt ahora era mi más cruel enemiga.
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hate, fear and love letters
Ficțiune adolescenți"El tiempo, el tiempo es capaz de destruirlo todo. Él puede llevarse cualquier cosa, arrasando con los corazones rotos y dejando tristes lágrimas derramándose... Pero Roderik nunca pierde, y no dejaría que sus acciones tentaran al tiempo a arruinar...