Capítulo 1: Una nueva brisa

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Primero que todo, gracias por todo el apoyo que recibió la historia con tan solo el prólogo. Espero que les siga gustando la continuación.

No hay mucho que decir, así qué arrancamos.






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Y entonces, todo tomó color.

Se levantó con el corazón a toda marcha y con respiraciones irregulares. Aturdido todavía por aquel sueño buscó de entre su alrededor a la rubia.

Tuvo la suerte de que justo estaba llegando junto la peli blanca.

—Lumine...

—Oh, fue menos de lo que pensaba —se alegró de ello, no quería cargar al pecoso hasta llegar a la ciudad de la libertad—. ¿Estás bien?, ¿qué fue eso?

—Estoy bien, respecto a lo otro —pensó sus palabras meticulosamente—. Parece que mi poder no fue robado del todo, creo que tocar esa estatua lo hizo reactivarse, aunque solo una parte.

—¡Genial!, y... ¿cuánto recuperaste? —preguntó Paimon.

—Menos del 15% —contestó desanimado—. Al menos no lo perdí permanentemente —agradeció en voz baja.

—Humm, yo solo adquirí lo poderes de anemo, supongo que es porque somos de diferentes mundos —levantó los hombros restándole importancia y le lanzó una manzana al peli verde.

—Gracias —se levantó de la sombra del árbol de donde lo habían puesto y fue tras sus compañeras de viaje—. ¿Ahora que sigue?

—Iremos hacia Mondstadt, la ciudad de la libertad —respondió animada la guía—. También es considerada la ciudad del viento, ya que sus habitantes veneran al dios Anemo. Y como Lumine logró adquirir los poderes de esta estatua hay un posibilidad de encontrar algo del dios Anemo que nos ayude.

—Entonces no perdamos más tiempo —alzó el brazo y tomó a Izuku fuerte del hombro para empezar a empujarlo hacia la ciudad.

Lastimosamente, la manzana de la que el Midoriya apenas había dado un mísero bocado, cayó al piso y rodó sobre la tierra <<adiós, manzana-kun>> con lágrimas despidió a quien fue su compañero más precoz.

Al caminar durante unos minutos, llegaron a un pequeño bosque. No dudaron en atravesarlo para llegar al otro extremo.

Sin embargo, a tan solo la mitad de camino, Paimon los detuvo.

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