🌷 Flor

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HeeSeung despertó un poco más temprano ese dia, debía dirigirse a la bodega en el nivel tres y hacer una revisión de nuevos objetos. No sabía como, pero semanalmente aparecían en ese lugar cientos, o millones, de objetos que debían ser identificados y clasificados.

Era un trabajo complicado en verdad, pero el pelinegro no se mostraba molesto siquiera un segundo. La curiosidad de saber que tipo de objetos aparecerían le superaba, además, ¡en cualquier momento podría devolver cada uno de ellos a sus respectivos dueños!

Tendría solamente tres horas para trabajar antes de las diez, asumía que SungHoon volvería ese día, y realmente quería verlo.

Mientras tarareaba una canción cualquiera, el chico de sonrisa de hoyuelos se dispuso a ordenar y clasificar todo a su paso. Habían objetos sumamente interesantes, otros comunes y algunos clasificados como 'basura'. Realmente quería tomar su tiempo y poder jugar con ellos, analizarlos e incluso usarlos, pero tenía el tiempo contado y limitado. Todo sea por ser capaz de ver a SungHoon sonreír una vez más. Sin mencionar lo mucho que le interesaba saber más y más de ese extraño visitante.

Faltaban pocos minutos para las diez, por lo que bajó a la recepción, luciendo una amplia sonrisa de oreja a oreja. Cuando las puertas del ascensor se abrieron, llegó a sus oídos el característico sonido de la campana en la puerta, encontrándose con los ojos confusos del castaño.

— ¡SungHoon!— El mayor alzó su diestra, dedicándole una sonrisa de hoyuelos característica de él.

— Hola Hee. ¿Estabas ocupado?

— Oh, nada importante.— HeSeung hizo un ademán, ladeando su mano con parsimonia mientras caminaba en torno a la recepción, desde el día anterior que tenía listo el cuaderno donde apuntaba el registro del castaño, llenando sus datos en cuestión de segundos.

— ¿Qué traes hoy?

Las mejillas del menor se tiñeron con un sutil pero adorable color rosa, mordía su labio inferior y sus orbes buscaban el suelo como si fuese lo más interesante del mundo. Le daba un aire infantil y tierno, a pesar de tener 24 años ya.

HeeSeung sonrió, empezaba acostumbrarse por completo a las acciones del menor. Su timidez, los momentos de silencio, esas ocasiones donde sonreía y lograba detener su mundo entero, lo misterioso e interesante que le resultaba. Todo empezaba a tornarse en una agradable rutina, y a pesar de llevar poco tiempo desde el día que SungHoon se asomó a ese lugar, el pelinegro sentía que le conocía de toda una vida.

Aunque no supiera nada de su vida en el exterior.

El castaño extendió su temblorosa mano, entregando a HeeSeung la fotografia de una simple flor. Específicamente se trataba de una rosa roja, voluptuosa y enorme, con pétalos perfectos y un color brillante. Una obra de arte por parte de la naturaleza, no había duda de ello. Pero... ¿quién creería tan importante una simple flor?

HeeSeung buscó una llave, de las olvidadas que creía jamás usar, obviamente existía un nivel para "flora", abandonado en su memoria.

Entraron al elevador, y el silencio prevaleció. SungHoon continuaba con esos aires introvertidos, causando un poco de disgusto en el mayor, quien deseaba fervientemente conocerlo más allá.

— Y... ¿Puedo saber por qué esa flor causa un rubor en tus mejillas?

SungHoon sintió aún más vergüenza recorrer su ser. Sabía que tomarse tantas molestias por un objeto así era estúpido y carente de razón.

— Es... una flor especial. No es una simple rosa.

— ¿Ah? Quiero saber!- Los ojos del mayor se iluminaron, dando un par de saltos emocionados y causando que el ascensor se moviera de un lado a otro de manera poco natural en su funcionamiento. — ¡Siempre salto aquí! No te preocupes por el movimiento.— añadió, percatándose del rostro en pánico del castaño.

— B-Bien.. .— el menor buscó fuerza para proseguir con el tema de la flor, el rosado en sus mejillas tornándose un tanto rojo.— Esa rosa me la dio el amor de mi vida.

HeeSeung no supo la razón, o siquiera lo notó, pero esa brillante sonrisa en su rostro se fue eliminando poco a poco hasta que un rostro inexpresivo tomó control. Había algo en sus palabras que le estremeció, y no en un buen sentido.

— Llegamos. — Una vez las puertas se abrieron, HeeSeung volvió a sonreír. No prestaría atención a ese extraño sentimiento, ahora se enfocaría en esa habitación espaciosa y simulando ser una enorme lanura de césped verde y cielos azules. Plagado de todo tipo de flora, desde los árboles más grandes hasta las flores silvestres más diminutas. El color abundaba en ese lugar, era simplemente hermoso.

Los ojos de SungHoon se iluminaron, acompañado de una amplia sonrisa de oreja a oreja. Sin dudarlo corrió hasta el interior de la habitación, inundando su ser de la tranquilidad y frescura que brindaban las plantas. HeeSeung dejó escapar una risa, y no dudó en acompañarle, cual niños pequeños en época de otoño con el deseo de lanzarse contra los montones de hojas secas, ambos simplemente rieron y jugaron. Subían a los árboles en retos para ver quien llegaba más rápido a la cima, se acuclillaban para ver a detalle la belleza de algunas flores, o simplemente se observaban el uno al otro unos segundos antes de reír.

La preocupación por aquella rosa había quedado de lado, nada más que ellos existía en esos momentos. Los corazones de ambos se sentían cálidos y a gusto.

Pronto llegaría la hora en que SungHoon debía partir, por lo que iniciaron su búsqueda. Era difícil saber con exactitud la rosa que el castaño había perdido, pero él sabría cual era. Con solo verla, la belleza y delicadeza de la flor le transmitiría el amor en su corazón.

— ¿Es ésta?

— Uh...no

— ¿Y ésta?

— No.. .

— ¿Qué tal ésta otra?

— Tampoco.

Ambos suspiraron con frustración. Una vez más, el objeto no apareció y el tiempo se les agotó. SungHoon pasó una mano por los cabellos de HeeSeung, sonriendo con amplitud.

— Aunque no lo encontraste, me has hecho muy feliz hoy.

El corazón del pelinegro se aceleró a mil por hora, al igual que sus ojos se llenaron de un brillo inusual.

Sin decir más, hicieron el recorrido habitual de vuelta a la recepción. El castaño se despidió con un animado ademán en su diestra, dejando a un HeeSeung completamente confundido.

— ¿Por qué debes irte tan rápido?— musitó en su soledad. Por alguna razón la presencia del menor era de suma importancia para él en ese instante.




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lost and found  失去     Donde viven las historias. Descúbrelo ahora