Reto masacre en el puticlub

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Rotundo

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Rotundo

Con inseguridad en sus pasos, y tratando de recordar todo lo que tenía preparado para decir, el contador Márquez toca la puerta del despacho de Tulio Funes Junior.

—Pase. —soltó Funes con su típica voz de autoridad cuando le tocan la puerta.

—Con permiso patrón, verá, usted ya sabe como está la situación en casa, y quería saber si existiría la posibilidad de hacer hueco para un aumento salarial. Los números son correctos, hice varias veces el balance y estoy seguro... No, muy seguro de que se puede permitir darnos un aumento. No me interesa hablar por todos en la empresa, pero sinceramente necesito de su ayuda económica. Hoy me llegó la noticia de que mi mujer está embarazada, ¿se acuerda de Estefanía?, sí, sí, ella, que tuvo que irse porque no soportaba el manoseo de parte de sus compañeros... No, no es reclamo, era para que recuerde. Ella perdió su otro trabajo y solo dependemos de mis ingresos. Ahora es más complicado, puesto que tengo que atender sus necesidades y recaídas... Usted que sabe lo que es tener familia, sé que comprende lo que estoy pasando. Especialmente hágalo por su padre, que en paz descanse, que además de ser mi anterior jefe era mi mejor amigo, como así también, yo era el suyo. ¿Podría reconsiderarlo?

Un violento silencio se produjo, antes de ser acribillado por un jadeo incontenible,

—No. Ah, por cierto ¿Puede venir este domingo a hacer recuento? —añadió Funes como de costumbre a fin de mes. 

—Sí, señor... El domingo vengo. —respondió con resignación el contador Márquez, cerrando los puños.

Se fue. Cerró la puerta. Funes mordiéndose los labios, inhaló profundo y volteó los portarretratos de su familia, su perro e hijas. Dejó sin girar la de Tulio Funes, padre. Esa cara de desilusión, la precariedad de la vestimenta oficinista del contador que se contrasta a la perfección con los nuevos Rolex con incrustados de Junior. De solo pensar en la esposa del contador consolando a Márquez cabizbajo llorando de la impotencia, hacía agua la boca de Funes.

Ese bulto latente y baboso pedía por salir de su encierro; allí mismo sobre el escritorio y las carpetas de balances se acarició hasta eyacular. Respiraba con dificultad, pero se las ingenió para desbloquear el celular con la mano izquierda (es decir, la desocupada) y fotografió la escena del crimen. Guardó la foto en la nube.

En la colección virtual podía leerse además, los siguientes títulos de fotografías de igual índole: "Despido del conserje Barbera - 2005", "Acuerdo con la distribuidora para recibir alimentos en mal estado - 2008", "Juicio ganado - Caso de acoso sexual sin evidencias - 2014", entre otras. Al montón se les sumaba la reciente captura: "Aún no se da cuenta de que no le reconozco los 30 años de antigüedad con la empresa - 2021".

Hoy sin embargo era un día especial, según se dijeron rumores, Funes se preparaba para recibir en privado a Alan, alias "El Analfabeta", para firmar el nuevo y flamante contrato del nuevo empleado. También se dijo por ahí que Alan estaba muy emocionado por encontrar un trabajo que admite a empleados con condiciones especiales.

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