━━━♢ 𝙃𝙞𝙨𝙩𝙤𝙧𝙞𝙖 𝙘𝙤𝙧𝙩𝙖 ♢━━━
▬ Luego de recibir el duro rechɑzo de lɑ personɑ que creíɑ que corresponderíɑ su bruto ɑmor, despechɑdo encuentrɑ confort en lɑ personɑ que menos esperó.
Todo erɑ el, su consuelo y pɑño de lάgrimɑs con el fin...
━━━♢❝Tu silencio y tu lejanía es el peor castigo para mi corazón, así que busco expiar mis errores para escuchar a tu voz pronunciar mi nombre una vez más❞♢━━━
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Estaba confuso, ¿Porqué desaparecías así? Tan misterioso y rápido que ni tus amigos eran capaces de detenerte. Al igual que encontrarte, todos con la confusión de tu alejamiento. Apenas sabiendo de ti cuando tú presencia se hacía notar cuando pisabas el salón de clase y cerca de Midoriya buscabas tu asiento.
No dirigías palabras alguna, y no porque saludaras un típico buen día. Es que tus gritos había dejado de escucharse hace días, incluso tu voz era algo que casi nadie llegaba a oír a menos que respondieras cuando algún profesor te hacía una pregunta o pasaba asistencia de la clase.
De ahí, silencio.
Era tortuoso no escucharte, porque antes al simple grito común tuyo que le dedicabas a tus amigos cuando estos parecían realizar alguna broma para hacerte molestar o reír aunque era rara vez que se escuchaba tu risa. Y para mí tener el honor de escuchar tan delicada risa... Oh, demonios.
Era un placer que me gustaba rememorar en mi cabeza una y otra vez, además de perderme en tus ojos tan expresivos de un tono rojizo parecido al fuego.
Ahora simplemente era horrible, molesto perderte de mi vista cuando no hace mucho podía estar cerca de tí.
No entiendo que ocurrió, ¿Has pasado por algo y no quieres decirle a nadie?
¿Qué pasa por tu cabeza, Katsuki?
¿Qué fue lo que corto mi cercanía a tí?
¿Quién te hizo daño? ¿Fuí yo? ¿Fue por la última vez que no quise admitir que me gustaba verte ganarme?
Dímelo, porque extraño oírte pronunciar mi nombre entre insultos y apodos referente algún detalle de mi aspecto o mi cabello.
No soporté.
Te necesitaba.
Necesitaba tocar tus mejillas, el verte sobresaltar por mi acción.
Ver tu timidez camuflada inútilmente con enojó, tu preocupación tapada con indiferencia. Sobre todo era el estar cerca de tí hablando de todo o nada. Ante esa ausencia en esa semana fue que decidí investigar que era lo que ocurrió, buscarte incesantemente día a día cuando decidias desaparecer y alejarte de todos. Te observé, te seguí aquel día cuando el descanso dió inicio y tú pasabas por la puerta del salón ignorando olímpicamente el llamado de tus amigos.
Te perdias entre los pasillos abarrotados de estudiantes yendo a la cafetería u alguna zona para almorzar. Esquivabas a todos, incluso no llegaste a ver cuándo Aizawa te llamó. Era como si fueras en piloto automático, maldije mi mala suerte cuando te perdí de vista; no sabía que pasillo habías tomado en la academia. Y debía suponer que tú sabías a dónde ibas, no parecias perdido. No como yo que fue difícil ubicarme y que posiblemente estuviera lejos de nuestro salón de clases.
No importaba, cuando lo que quería era encontrarte y encontrar también la explicación a tu silencio.
Por eso no me importo seguí caminando, ver cada salón u oficina. Cada área de clubes estudiantiles, el par de bibliotecas que había encontrado a mi paso. Hasta llegar a una zona, un pasillo extenso y abandonado. Dónde no parecía haber estudiantes cerca. Y solo ahí entendí porque había elegido ese lugar, a un lado del pasillo se alzaba largas y enormes ventanas de vidrio. Pero sobre todo la vista que podía verse desde ahí, era hermosa.
Los árboles que comenzaban a teñirse de rosa, las flores de cerezo que empezaban a florecer y de fondo la ciudad y como el sol resplandecía sobre ella.
Era una relajante vista.
Seguí mi vista hasta en medio del pasillo, dónde te encontré a tí. Aunque escuché no muy lejos el ruido de la campanadas del fin del descanso, lo que volví a maldecir porque me había tomado mucho tiempo encontrarte aunque suspiré de alivio y cierta duda cuando no te levantaste a la campanada. Tome el valor de acercarme, caminando tan despacio para no hacer ruido alguno. No fue hasta llegar frente a ti que noté que sus ojos se encontraban cerrados y en su pecho se encontraba casi por caer un libro pequeño por el título “Gardenias” supe que era uno de poemas cortos. Verte ahí insomne y sereno aunque me dolió observar las manchas oscuras bajo tus ojos seguido de leve tono rosado que indicaba que habías llorado. Tus manos estaban sobre tu abdomen por encima del libro como si hace poco lo estuvieras abrazando fuertemente.
Me arrodillé delante tuyo, pasando mis manos por unos mechones de cabello cerca de tu frente y solo rozando la punta de mis dedos sobre tu rostro al igual que parte de tus mejillas temiendo ser brusco para despertarte y no quería hacerlo; aún cuando pudiéramos recibir un regaño por no entrar a clases.
No podía, aunque hace semanas que rehuias mi presencia.
Suspiré cuando tú respiración era suave y con valor me atreví a tomar tus manos, alejandolas de el libro que habías llevado contigo. Me acerque a tus nudillos y los besé con delicadeza, susurrando una disculpa silenciosa aunque no sabía porque.
Luego de eso, solo baje tus manos y las acomode en ti. Para sentarme a tu lado y hacerte compañía velando tu sereno descanso.
Me quedaría ahí en silencio; porque prefería ese silencio tuyo, Katsuki. Mientras estuvieras a mi lado y dónde podría cuidarte.
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