Pov. Narrador
La oscura noche gobernaba en el cielo, mientras tanto un chico caminaba por aquellas oscuras calles, su cuerpo lleno de sangre,
pero no era de el sino que de los asaltantes que se encontró dos calles más abajo, se habían metido con el chico equivocado.
De su mochila saco un lapiz y una croquera para sentarse en la vereda comenzando a dibujar, la mayoría de sus dibujos eran de calles vacías, dibujos de la cuidad, dibujos de paisajes, cuando su dibujo fue completado con éxito. Se levanto guardando sus cosas otra vez para volver a su caminata nocturna, donde su única acompañante era la luna, pero cuando sus hermosos ojos grisáceos azulados miraron hacia ese oscuro cielo viendo que su bella acompañante no se encontraba, suspiro y volvió a caminar.
-despierto sin ganas de otro día más, y será el último~ —su voz resonaba por las calles, atrayendo la atención de los que tenían insomnios como el acercándose al balcón o ventanas viendo al joven chico— pocos me creen, hoy llego mi Edén lo asumo y ni dudo~ —volvió a resonar su voz—
Su voz era tan grave que no pareció de un chico 16 años, su mirada no mostraba nada, su expresión no era mostrada por aquella mascara de gas, aunque igual daba querer su rostro porque la mayoría del tiempo su rostro estaba sin expresión.
Los pandilleros que lo conocían por andar en sus territorios derrotando a todos los que se atravesaban, lo nombraron Yajū, los pandilleros que se encontraban con sus dos "personalidades" contaban su historia como "El príncipe convertido en Yajū".
Era difícil pasar 2 semanas completamente despierto por lo cual muchos de los pandilleros que el derroto sabian sobre su ciclo "floral" de Yajū, cuando tomaba sus pastillas y dormía como era adecuado se convertía en el príncipe sonriente y arrogante, pero cuando comenzaba a no dormir y los días pasaban y pasaban mientras él no durmiera, esa sonrisa se iba y el príncipe tomaba su verdadera forma.
Por fin había amanecido, los pandilleros estaban felices porque habían pasado otra noche a salvos de no enfrentarse al Yajū, mientras ellos festejaban, el chico se les acerco, los miro y hablo haciendo que su voz con la máscara puesta se escuchara de forma aterradora haciendo mas de alguno hacerse pipi en los pantalones de sus uniformes de pandilla.
-ayúdenme a cambiarme —hablo mirando a los chicos quienes asintieron en segundos, dándose la vuelta y abriendo sus chaquetas para tapar al chico de piel blanca, cuando miraron hacia atrás con curiosidad, vieron varias marcas de quemaduras, cortadas sanadas y cortadas recientes, vendas en su cuerpo, y tatuajes— gracias —volvió hablar haciendo que todos se movieran— por cierto, las fotos duran mas —hablo hacia dos miembros que eran los que estaban viendo su cuerpo desnudo—
Todos miraron a sus dos miembros que habían ingresado recién y quienes se encontraban sonrojados, siendo regañados por sus mayores, el caminaba a la escuela sin ninguna prisa, la pandilla lo seguía y el lo sabía, era por preocupación hacia su "líder" sin ser su líder.
-se ve tan guapo como siempre —todos miraron al chico de cabello amarillo— ¿Qué?
Nadie dijo nada y siguieron caminando, ellos conocían aquel ciclo "floral" de Yajū por lo cual lo cuidaban y cuidaban de las bandas que querían meterse con el, pobres de ellos esperaban que no salieran tan heridas, Yajū era conocido por derrotar a 30 personas el solo.
La toman, la pandilla de las que últimamente se hablaban en las calles junto con la pandilla de los black dragons y tenjiku, algo que no les importaba ni a ellos, ni a Yajū.
La toman se encontraba con takemicchi ya que hoy iban a faltar menos hakkai y mitsuya, en unos de sus arrebatos de locuras se colocaron a jugar y empujaron a takemichi quien boto a Yajū, haciendo que este quien iba jugando con una cuchilla en mano para no enterrársela al chico de cabello rubio actuó rápido enterrándosela en la pierna aguantando el dolor y su enojo mientras agarraba de la cintura a takemichi con una mano y la otra se sostenía para no golpear la cabeza del rubio, todo esto siendo visto por las dos pandillas.