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Venus

Pasmada comienzo a avanzar con dificultad hasta la cama.

¿Cómo supo el apodo?

Hace unos días se me ocurrió cuando vi sus ojos de un azul demasiado intenso en lo que miraba el fuego de la chimenea, el rojo se reflejaba en sus ojos - y sí, lo estaba espiando. - divisándose las llamas en ellos y fue en ese instante que recordé que el fuego en su combustión completa se torna de color azul.

Sus ojos me reflejaban ese fuego, pero a la vez ese dolor que desde el primer día se veía reflejado en ellos y que cada vez que lograba hacer contacto visual con él buscaba un sentimiento diferente a ese, pero nunca encontraba éxito.

Sin darle más vueltas al asunto decidí empezar a desvestirme para tomar la ducha por la que había ido, ya que sí bien me habían limpiado en el hospital aun me seguía sintiendo sucia, así que abrí la llave permitiéndole el paso al chorro de agua caliente que salió.

Con cuidado ingrese en esta buscando no pasar a llevar mi pierna, nuevamente falle porque un chorro de agua cayo sobre la venda haciéndome soltar un quejido poco sutil, si ya me dolía solo con apoyar la pierna imagina como es que te caiga agua hirviendo.

Sentí como la puerta de mi cuarto fue bruscamente abierta al igual que la del baño y una muy preocupada Lía apareció en mi campo de visión.

-¿Tan fuerte sonó? - ella solo asintió antes de agacharse a ver la vende.

Hizo una mueca antes de retirar esta con cuidado, me pidió sentarme en lo que regulaba el agua, la verdad no era algo nuevo el estar en esta situación siempre se habían dado, por lo general a mi me tocaba cuidar de Lía cuando se emborrachaba y se vomitaba encima, y a ella cuando me veo en condiciones similares a esta.

Me ayudo con la ducha y luego a secarme el cabello, luego llamo a Alex para que la ayudara a cambiar la venda, al parecer el rubio sabía bastante de medicina no estaba tan perdido como yo empezaba a creer.

Terminada esa tarea pasamos el resto del día junto a Ella, Alex cocino y entre todos almorzamos entre risas buscando hacer olvidar a la pequeña el mal rato de la mañana, pero como todo lo bueno dura poco...

A eso de las seis de la tarde llego Bruno junto a los hermanos de Lía, ambos bajaron a buscarla y pedirle que se fuera con ellos, aunque básicamente fue una orden dejándome perdida sin saber que había sucedido entre ellos durante la tarde.

Aprovecharon de llevarse a Alex debido a que su hermano lo llamo con urgencia y finalmente quedamos solos en la casa, rápidamente me fui a encerrar a mi cuarto pues no quería lidiar con mi hermano ahora, había pasado un muy buen día y no quería amargarme.

Así que decidí dormir, pero cuando ya me encontraba conciliando el sueño tocaron a mi puerta de forma violenta y seguido de un grito.

-¡Venus Crusoe! ¡Abre la puerta en este instante! - era mi madre.

Comenzó a golpear más fuerte la puerta al no recibir respuesta y yo solo dudaba entre abrir o hacer como si estuviera dormida.

-¡Levántate y abre que si no te va a ir peor! - volvió a gritar y con un suspiro comencé a avanzar hacia la puerta.

Tome el pomo de la puerta con nerviosismo y de forma lenta y pausada quite el seguro antes de abrirla y dejar ver la silueta furiosa de mi madre que se veía mucho más alta e imponente con sus tacones de diez centímetros y su típica cola de caballo en altitud.

-Así que era verdad. - dijo cruzándose de brazos mirándome de arriba abajo. - ¿Qué te pasó? - dijo en todo duro.

-Tuve un accidente. - dije decidida.

En el mismo infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora