CAPÍTULO I

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[05-10-1998]

Era una tarde de otoño bastante fría, se contemplaba desde mi ventana como las bellas hojas de los árboles, sobre esta época, caían al suelo dirigidas por el gélido viento.

Me encontraba en mi escritorio, debería estar estudiando ya que dentro de unos días tengo un examen bastante importante y quisiera asegurarme de no fallar ninguna respuesta, pero ver aquel bello paisaje me distraía.

Dirigí mi mirada al libro de literatura. Contemplé la foto de aquel famoso escritos, Mark Twain. Leí bastantes libros de él, me fascinaban sus historias, sobre todo las novelas de aventuras que escribió. Sus obras son antiguas, muy poca gente entiende ese vocabulario de aquellos tiempos.

Aunque...

Falleció en 1910...

Parece que ha pasado mucho tiempo, pero en realidad han pasado 88 años...

Bueno, si, 88 años son muchos... Pero hay que tener en cuenta que hay muchos escritores que hace más de 100 años que fallecieron y sus obras quedaron en el olvido. Por muy famosos que hayan sido en su época...¿Dónde quedaron esas obras que triunfaron en esa época?

Y la pregunta qué más me interesa...

¿Cómo fué que triunfaron, si actualmente sus obras aún no se han hallado?

Me levanté de la silla y me dirigí a mi ventana a seguir contemplando aquel paisaje. Me encantaba aquella estación del año; desde que empezó el otoño, suelo imaginarme a mi allí afuera con unos extraños seres, qué ni yo puedo ponerles nombre.

Sé qué suena estúpido pero su estructura, su forma física, su rostro... Dejan mucho que desear. Normalmente, solo los niños pequeños suelen ver este tipo de seres, pero, en cambio yo, con 17 años, los puedo ver.

Vale, sí, es imposible que una adolescente de 17 años pueda ver este tipo de cosas porque es surrealista, pero verlos caminando por las frías calles mientras arrastras las amarillas hojas con los pies, me causa escalofríos.

Pero, ¿Y su en realidad esos seres extraños fueran otras personas atrapadas en otra dimensión?
Normalmente, la vida te genera dudas o preguntas sin respuesta pero también te las resuelve aunque sea dentro de varios años.

Al oír la puerta de mi habitación abrirse, volví a la realidad y dirigí mi mirada hacia aquella persona que había entrado a mi espacio personal sin llamar.

Era mi madre.

-Hola cariño, ¿Terminastes de estudiar?- Sus ojos se iluminaron y su mirada se dirigió a unas hojas que tenía esparcidas por el escritorio.

Rápidamente fuí a recoger todas aquellas hojas, parece que quiero esconderle algo a mi madre pero en realidad no quiero que sepa lo que tengo escrito.

Me llamaría "loca".

Te preguntarás...¿Qué contienen estas hojas para que mi madre pudiera llamarme así?

Pues...

Usualmente, son retratos de aquellos seres y descripciones físicas y psicológicas, que obviamente lo último me lo invento un poco ya que no he tenido oportunidad de hablar con ellos.

Si es que hablan.

Mi madre se me quedó mirando y se giró lentamente. Empezó a observar las fotos que tenía colgadas en la pared. Estábamos yo y mi mejor amigo, es el único que está conmigo siempre, en las buenas y en las malas.

-¿Es tu novio?- Me preguntó con tono frío.

A mi me dió un escalofrío.

-¿Qué? No, es mi mejor amigo, mamá.

Ella me miró sonriente y se fue de mi cuarto. Dejó un olor a su perfume por toda la habitación olía bien pero era demasiado fuerte para mi pequeña nariz.

Empezó a oscurecer, y me acordé que hoy había luna roja. Lo leí en el periódico.

Me asomé a la ventana para poder contemplar si era cierto que hoy había luna roja. Siempre soñé con poder mirarla todas las noches con las estrellas en el campo pero mis padres son bastante estrictos y no me dejan salir de noche a contemplar la belleza de la oscuridad.

Me encanta la noche, me parece lo más bonito que ha tenido el mundo, muchos no lo ven como lo veo yo.

Mis ojos se iluminaron cuando empezó a salir la luna por aquella montaña. Dirigí mi mirada hacia una criatura misteriosa que caminaba entre las hojas caídas de los árboles, llevaba un objeto brillante entre las manos.

Por su estructura, no parecía como las otras criaturas, se podía decir que era una persona.

Pero, ¿Qué hace una persona caminando a estas horas de la tarde?

Bueno, no era tan tarde, eran las 20:00, pero lo que más me sorprendía era que una persona estuviera caminando por aquí, sabiendo que mi papá compró esta casa para estar alejados de los ruidos de la cuidad.

Cuando me quise dar cuenta, esa "persona" había desaparecido y la luna ya estaba muy arriba de aquella montaña.

¿En qué momento perdí la noción del tiempo?

Un golpe en mi puerta interrumpió mis pensamientos e hizo que mi mirada fuera hacia la puerta.

Era mi hermana pequeña.

Era de las pocas personas de esta casa que llamaba a mi puerta. Ella después de llamar, abrió la puerta y miró a todos lados para encontrarme.

-Lea, mamá y papá te llaman para cenar.- Sus ojos se dirigieron a los míos.

-¿Eh? Ah... Voy, estaba contemplado la luna. Por cierto, ¿ya vistes la luna?- Le sonreí.

-No...¿Por qué?- Ví como sus ojos celestes se iluminaban.

Fuí a donde ella y le agarré de la mano y nos pusimos a contemplarla.

Mi hermana sé quedó boquiabierta al ver aquella luna.

-¡Es roja!

-Ha esa luna se le llama Luna de Sangre.- Sonreí mientras la mirábamos .

-¿Y por qué se llama así?¿Va a ver sangre esta noche?

Me empecé a reír y le abracé, nos queríamos mucho pero Sara a veces se comportaba como una cría.

-Se le llama Luna de Sangre por su color rojizo y tranquila, no va a ver sangre esta noche.- Solté una carcajada.

Estuvimos un rato largo viéndola hasta que se puso en el punto medio del cielo, cuando quise darme cuenta era demasiado tarde.

Mi hermana salió corriendo de mi cuarto y bajó las escaleras, yo estaba a punto de salir de mi cuarto hasta que un golpe en mi ventana hizo que me paralizara en medio de la puerta.

Me giré lentamente y me quedé boquiabierta al contemplar eso.


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